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Algoritmos, inteligencia artificial y mundo del trabajo
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Algoritmos, inteligencia artificial y mundo del trabajo

Es ineludible despojarnos de la idea de que la técnica es neutra. Toca organizarnos más y mejor en el mundo del trabajo para hacer frente al desafío de la innovación tecnológica

Foto: Inteligencia artificial. (Imagen de Gerd Altmann en Pixabay)
Inteligencia artificial. (Imagen de Gerd Altmann en Pixabay)

Los algoritmos informáticos tienen cada día una mayor presencia en todos los ámbitos de nuestras vidas. Sin estos artilugios tecnológicos no se puede entender la digitalización de las sociedades. Su acción invisible está condicionando de forma creciente cómo las personas nos informamos o comunicamos; cómo consumimos, nos relacionamos o participamos políticamente. Google, Amazon, las diversas redes sociales que utilizamos asiduamente o plataformas como Netflix son ejemplos muy conocidos de su presencia e influencia. El mundo del trabajo no se encuentra al margen de esta transformación.

Estas cajas negras no son más que un conjunto de operaciones realizadas por una computadora para solucionar un problema de forma automatizada. A partir de una entrada, y después de cumplir un flujo de instrucciones y reglas previamente parametrizadas, ofrecen una salida. Un ejemplo ilustrativo es el algoritmo de Google: tras introducir una palabra en el buscador, y después de efectuar una serie de operaciones desconocidas, nos devuelve una salida en forma de 'ranking' de sitios web. El impulso exponencial de la capacidad de procesamiento de las computadoras, así como la recogida y acumulación de datos y la materia prima que alimenta esta nueva transformación tecnológica son las causas que explican la mayor complejidad, la ampliación de las posibilidades de uso y la expansión de estos algoritmos. Su sofisticación alcanza una dimensión nunca antes vista cuando se unen a los sistemas de inteligencia artificial y aprendizaje automático.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Como señalábamos, el mundo del trabajo no queda a salvo de esta colonización. Un número creciente de empresas incorporan la gestión algorítmica basada en inteligencia artificial a un conjunto de actividades cada vez más diverso. Nace toda una industria que provee de estas herramientas a unas empresas que incrementan la inversión en la materia, o bien son ellas mismas las que las desarrollan internamente. Nuevas formas de ejercer el poder de dirección y control en las relaciones laborales. Estos sistemas se integran a los procesos de contratación, la gestión del rendimiento de los trabajadores y la toma de decisiones cotidiana en los centros de trabajo, apoyando, asesorando, cuando no sustituyendo, la actividad propia de directivos, gerentes y superiores jerárquicos en las empresas. Su acción silenciosa condiciona ya a millones de trabajadores, y a muchos de ellos sin saberlo.

Se abre una nueva era de taylorismo digital y deshumanización en el mundo del trabajo impulsada por estas nuevas formas de gestión. Algunas de las consecuencias que pueden tener, y están teniendo ya, sobre los trabajadores se relacionan con el aumento del control y la vigilancia que ejercen las empresas; el menoscabo de la privacidad y la pérdida de autonomía; la disminución de las relaciones en los centros de trabajo; la generación y reproducción de sesgos y discriminaciones; así como un aumento de la intensificación del trabajo o la ampliación de los riesgos para la salud tanto física como mental.

La acción silenciosa de los algoritmos condiciona ya a millones de trabajadores, y a muchos de ellos sin saberlo

Los tribunales empiezan a dictar sentencias en relación con el uso de estas tecnologías. Hay ya casos en España, y también en otros países de la Unión Europea, sobre las plataformas digitales de reparto o transporte. Estos nuevos modelos de negocio utilizan estos algoritmos para ocultar el estatus laboral de los trabajadores que siguen estando subordinados al control y la dirección de estas empresas. Hace pocas semanas, sin ir más lejos, un tribunal italiano falló contra el algoritmo utilizado por la empresa Deliveroo por discriminatorio. En la Unión Europea, la Comisión ha abierto un proceso de consulta pública con los interlocutores sociales para abordar la regulación de este tipo de plataformas, y más pronto que tarde en España se tendrá que tratar en toda su amplitud.

El movimiento sindical tiene que situar, y está situando, en el centro de su acción la defensa y la protección de los trabajadores en esta nueva etapa abierta por la transformación digital y el ejercicio del poder empresarial a través de la gestión algorítmica. Esto requiere ir más allá de las conocidas como plataformas digitales, y la disputa por el estatus de los trabajadores, para abordar en su totalidad la gestión algorítmica de las relaciones laborales. Es cierto que la Ley de Protección de Datos establece que ninguna persona puede ser objeto de una decisión automatizada y que siempre debe producirse una intervención humana. Pero no es menos cierto que las empresas son espacios muy particulares caracterizados por relaciones de poder desequilibradas y por el miedo a reivindicar individualmente los derechos que nos asisten. Es necesario dar el salto de la dimensión individual de los derechos a una dimensión colectiva.

Se abre una nueva era de taylorismo digital y deshumanización en el mundo del trabajo impulsada por estas nuevas formas de gestión

En este sentido, la conocida como Ley Rider avanza hacia nuevos horizontes para la acción sindical y la negociación colectiva. Esta nueva regulación no solo refuerza la presunción de laboralidad de los trabajadores de las plataformas de reparto, sino que a partir de su aprobación las empresas, cualquier tipo de empresa, estarán obligadas a ofrecer información a la representación legal de los trabajadores en cuanto al uso que hacen de estos algoritmos y sistemas de inteligencia artificial con repercusión sobre las condiciones de trabajo. La información que tendrán que proporcionar es la relacionada con los datos que son utilizados, las reglas e instrucciones que ejecutan y las consecuencias que tienen sobre las condiciones de trabajo. Pero no nos podemos quedar en el ámbito de la gestión de las consecuencias derivadas de la implantación de estos sistemas de gestión algorítmica. Aspiramos a incidir en las fases de su concepción y diseño, así como en las de su desarrollo.

Es ineludible despojarnos de la idea de que la técnica es neutra. Toca organizarnos más y mejor en el mundo del trabajo para hacer frente al desafío de la innovación tecnológica que tenemos ante nosotros. Nuestros derechos y condiciones de trabajo y los de las generaciones futuras dependen de ello. Desvelar estas cajas negras que son los algoritmos y los sistemas de inteligencia artificial es el primer paso.

*Carlos Gutiérrez Calderón es Secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de CCOO

Los algoritmos informáticos tienen cada día una mayor presencia en todos los ámbitos de nuestras vidas. Sin estos artilugios tecnológicos no se puede entender la digitalización de las sociedades. Su acción invisible está condicionando de forma creciente cómo las personas nos informamos o comunicamos; cómo consumimos, nos relacionamos o participamos políticamente. Google, Amazon, las diversas redes sociales que utilizamos asiduamente o plataformas como Netflix son ejemplos muy conocidos de su presencia e influencia. El mundo del trabajo no se encuentra al margen de esta transformación.

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