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El Parlamento, con la ciencia
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Meritxell Batet

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El Parlamento, con la ciencia

El mundo es lo que es, con independencia de lo que cada uno pueda creer sobre él. Por eso, acceder al conocimiento científico disponible en cada momento es fundamental para que el debate democrático sea fructífero

Foto: Pleno del Congreso de los Diputados. (EFE/Fernando Villar)
Pleno del Congreso de los Diputados. (EFE/Fernando Villar)

Nuestras sociedades democráticas viven tiempos paradójicos. Cunden la incertidumbre y la ansiedad ante el futuro por la imprevisibilidad de los acontecimientos, la amplificación con las nuevas formas de comunicación y la tendencia a magnificar los aspectos negativos de la realidad. La pandemia, las consecuencias de la guerra, las tensiones geopolíticas, la crisis energética y alimentaria son hechos que han sometido a los ciudadanos a un fuerte estrés.

Pero al mismo tiempo asistimos cada día a avances impresionantes gracias a la ciencia. El desarrollo de vacunas seguras y eficaces contra el covid en menos de un año es un logro espectacular, y recientemente hemos conocido, por ejemplo, el descubrimiento de las células malignas que provocan metástasis o los asombrosos progresos en computación cuántica. El conocimiento científico continúa ofreciéndonos constantes mejoras en nuestro entendimiento del mundo y en nuestras capacidades para ganar calidad de vida, pero en la conversación pública predominan toda clase de sesgos cognitivos que limitan nuestra capacidad de mirar el futuro con confianza.

"En la conversación pública predominan toda clase de sesgos cognitivos que limitan nuestra capacidad de mirar el futuro con confianza"

La separación entre el mundo de la ciencia y el mundo de la opinión pública, de lo político en general, debe salvarse a través de fórmulas de comunicación que permitan que nuestros debates en democracia puedan nutrirse de aquello que podemos saber con seguridad gracias al trabajo científico. Como lo ha definido el presidente de la Asamblea de Naciones Unidas, Csaba Körösi, se trata de trasladar "conocimiento de los microscopios a los micrófonos".

Desde hace unos años, los poderes legislativos han ido configurando distintos mecanismos de asesoramiento científico con el fin de que en el ejercicio de las funciones parlamentarias se pueda tener acceso a la evidencia científica y tecnológica. El Congreso de los Diputados también ha abierto la puerta para que la casa de la palabra sea, además, la de los hechos y los datos. Y esto es gracias a la creación de la Oficina de Ciencia y Tecnología que se acordó en 2019 y vio la luz en marzo de 2021 con la firma de un convenio entre el Congreso y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt).

Desde hoy, damos un paso más con la presentación de los primeros informes realizados por la Oficina C que recogen la evidencia científica sobre cuatro cuestiones del máximo interés: el hidrógeno verde como combustible, la inteligencia artificial y la salud, los avances en el tratamiento del cáncer y la ciberseguridad. Son documentos de un altísimo valor que sintetizan en pocas páginas y con un lenguaje accesible el estado de la ciencia en estas materias, a partir de un exhaustivo análisis de la literatura científica existente y de entrevistas con los más reputados analistas en las respectivas áreas.

Foto: El nuevo sistema descubierto por el equipo de investigadores mejora significativamente la extracción de hidrógeno. (NUS)

En democracia, debatimos sobre los objetivos que deben alcanzar las políticas públicas y cómo diseñar esas políticas. Ese es el espacio de la discusión y el contraste de opiniones y proyectos. Pero el presupuesto necesario para que el debate democrático sea productivo es partir de un buen conocimiento de la realidad. Todos, desde las distintas posiciones políticas, nos beneficiaremos, sin duda, de ese conocimiento para que las propuestas de políticas públicas estén informadas por la evidencia científica. Ese carácter transversal de la labor de la oficina, la objetividad e independencia de su trabajo, son clave para que su actividad pueda ser de utilidad a las distintas formaciones que integran el Congreso. Decía Anton Chéjov que "no existe una ciencia nacional, como tampoco existe una tabla de multiplicar nacional", y es que los resultados del trabajo científico trascienden las divisiones comunes de opinión, pertenencia o ideología. Son hechos cuyo conocimiento a todos beneficia, porque es mejor conocer el mundo en el que vivimos que ignorarlo.

Nuestros sistemas democráticos son un conjunto de controles y equilibrios con el que se busca que el poder ni se extralimite ni deje de perseguir el interés general. Dentro de ese esquema de checks and balances, la ciencia debe jugar un papel fundamental para que las políticas se basen en evidencias y no en simples ocurrencias.

"La ciencia debe jugar un papel fundamental para que las políticas se basen en evidencias y no en simples ocurrencias"

El mundo es lo que es con independencia de lo que cada uno pueda creer sobre él. Por eso, acceder al conocimiento científico disponible en cada momento es fundamental para que el debate democrático sea fructífero. En democracia, damos por supuesto que no hay ninguna respuesta preestablecida a ninguna pregunta, que todo depende del debate y de la fuerza de nuestros argumentos, pero la ciencia delimita el terreno en el que esa discusión se puede desarrollar con sentido.

El trabajo de la Oficina C va a contribuir a enriquecer nuestros debates, en el Parlamento y también en la sociedad. Porque uno de los objetivos de la oficina es que sus informes puedan ser utilizados por la ciudadanía en general. Que los ciudadanos y ciudadanas tengan acceso al conocimiento científico sobre temas vinculados con la salud, la tecnología, el medio ambiente o la energía, entre otros, es una forma de reivindicar el valor de la ciencia para nuestro progreso.

Las democracias liberales pertenecemos a la estirpe de la Ilustración. La búsqueda de la verdad a través de la ciencia y la razón es una de las fundaciones de nuestra forma de organizarnos en una sociedad de ciudadanos libres e iguales. El progreso es siempre la suma de ciencia y política, por eso es tan importante que nuestros parlamentos estén en las mejores condiciones para integrar ambas. Estoy segura de que la Oficina C va a suponer un paso importante en esa dirección para beneficio de todos.

Nuestras sociedades democráticas viven tiempos paradójicos. Cunden la incertidumbre y la ansiedad ante el futuro por la imprevisibilidad de los acontecimientos, la amplificación con las nuevas formas de comunicación y la tendencia a magnificar los aspectos negativos de la realidad. La pandemia, las consecuencias de la guerra, las tensiones geopolíticas, la crisis energética y alimentaria son hechos que han sometido a los ciudadanos a un fuerte estrés.

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