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Periodismo con valor añadido: Oteyza, Kapuscinski y el máster de El Confidencial
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Periodismo con valor añadido: Oteyza, Kapuscinski y el máster de El Confidencial

Decía el maestro Kapuscinski que "el verdadero periodismo es el del contacto vivo con la gente y con las situaciones". Esta reflexión refleja, además, la obra y el trabajo de Luis de Oteyza

Foto: Oteyza y Escoriaza. (Imagen cedida)
Oteyza y Escoriaza. (Imagen cedida)

Se llamaba Luis de Oteyza, fue poeta, escritor, periodista, aventurero, director del diario La Libertad, diputado del Partido Radical y embajador en Venezuela. También fue un innovador, pionero de la radio, del periodismo de investigación y datos y utilizó el libro y la radio como nuevas plataformas, nuevas narrativas periodísticas. Ese periodismo de Oteyza, Kapuscinski, con valor añadido e intencional, como siempre nos recuerda Nacho Cardero, el director de El Confidencial, es el que practicamos en el Máster de El Confidencial con las técnicas y herramientas del presente: periodismo de investigación, nuevas narrativas, datos, transparencia, fact-cheking (verificación) e inteligencia artificial.

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En agosto de 1922, hace 101 años, entrevistó al líder rifeño Abd el-krim El Jattabi en Axdir (cerca de Alhucemas, hoy Marruecos, ayer Protectorado español), en territorio enemigo. Un año antes, el 21 de julio de 1921, se produjo el desastre de Annual, donde murieron más de 12.000 soldados españoles y Oteyza quería saber cómo, por qué, quiénes fueron los responsables de aquella matanza, el nivel de corrupción del Ejército español en el Protectorado y, sobre todo, qué iba a pasar con los 491 militares españoles que el líder rifeño había convertido en sus prisioneros (147 murieron durante el cautiverio).

Todo eso ocurrió entre julio de 1921 y agosto de 1922. Y durante esa época el diario La Libertad vendió una media de 230.000 ejemplares en un país con un 43,3% de analfabetismo y sin estructura de transportes para que los diarios llegaran a toda España. Oteyza también fundó Radio Libertad y fue director de Telegrafía sin hilos.

Tras el desastre de Annual, Oteyza quería saber y fue a la raíz del conflicto, hasta el autor material de aquella masacre, el mismísimo Abd el-Krim. El director de La Libertad dejó el despacho, se calzó las botas de reportero y formó y dirigió el primer equipo de investigación de un diario español: Alfonso Sánchez, Alfonsito (fotógrafo), José Díaz, Rafael Hernández y Teresa de Escoriaza (primera mujer enviada especial a una guerra).

El encuentro, el cara a cara, entre Abdelkrim y Oteyza se produjo el 2 de agosto de 1922, tras múltiples vicisitudes para traspasar las líneas enemigas. Alfonso Sánchez, Alfonsito, levantó testimonio gráfico de aquella primicia, exclusiva entre el periodista y el temible líder rifeño.

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Oteyza recopiló datos, verificó los hechos y consiguió documentación para ofrecer a los lectores de su periódico y señalar quiénes eran los responsables del desastre de Annual. Habló con Abd el-Krim y con los prisioneros españoles (soldados, jefes y oficiales) que el líder rifeño mantenía en cautiverio:

–El Rif no odia al pueblo español, y no le hubiere odiado nunca si no fuera por la invasión militar.

Abd el-Krim también puso condiciones para liberar a los prisioneros:

–Que se entreguen cuatro millones de pesetas.

Oteyza no se limitó a “ir, ver y contar”. Oteyza hizo de periodista de investigación y datos, buscó las pruebas y convirtió sus reportajes en notitia in criminis para que el pueblo español supiera qué pasó y cómo ocurrió. Y, después, recopiló sus reportajes y sus entrevistas, que publicó durante todo el mes de agosto de 1922 en el diario La Libertad y más tarde en un libro: Abdelkrim y los prisioneros.

En realidad, Oteyza era un periodista comprometido, intencional. El Ryszard Kapuscinki español del siglo XX ya practicaba la filosofía informativa que hoy defiende Nacho Cardero, director de El Confidencial, y el Máster de Periodismo de Investigación, Nuevas Narrativas, Datos y Verificación de este periódico: trabajaba e investigaba para que sus informaciones, reportajes, denuncias y revelación de corrupciones sirvieran para cambiar algo en la sociedad española.

La historiadora Rosa de Madariaga reivindicó la figura y el buen hacer periodístico del director de La Libertad en su libro España y el Rif (2000): “Luis de Oteyza reflejó testimonios vivos, directos y sinceros. Cuando se propuso decir al público español las cuatro verdades exponiendo con valentía y honestidad, la realidad de unos hechos que cuidadosamente se ocultaban o se presentaban deformados. Por eso arrastró la hostilidad de la mayoría de sus colegas”.

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Y cuando Oteyza se sintió perseguido, censurado y amordazado por su forma de hacer y vivir el periodismo --dictadura de Primo de Rivera y la compra del diario La Libertad por el empresario Juan March-- cogió un avión, en compañía del fotógrafo Alfonso Sánchez, Alfonsito, y dio la vuelta al mundo, a imagen y semejanza de otro de nuestros grandes periodistas: Manu Leguineche.

Asia, Europa, África, América… Fueron algunos de los continentes donde Oteyza aplicó la fórmula periodística que después practicó Kapuscinski: “Estar, ver, oír, compartir y pensar”. Sus crónicas y reportajes se convirtieron en libros e hizo periodismo y literatura.

Cuando Oteyza vuelve de uno de sus largos viajes, De España al Japón (1927), reflexiona y escribe: "Todo está igual / parece que fue ayer / el día que partí…/". Y aclara: “El panorama que, de algún tiempo a esta parte, estamos disfrutando los españoles me aburre, me aburre profundamente, me aburre hasta la desesperación (…) Voy a que ante mis ojos se dilaten nuevos horizontes. Veré otras gentes y otras costumbres…”.

Y reemprende sus aventuras en avión. Fórmula que después fue copiada por otros como el maestro Manuel Chaves Nogales. En Cabo Juby, mientras realizaba su viaje a Senegal para el diario Heraldo de Madrid, coincide con Antoine Saint-Exupery, piloto, jefe de la estación francesa de Aeropostal en aquella ciudad y, escritor de El Aviador, Vuelo Nocturno y El Principito. En Tarfaya, junto a Cabo Gaby, existe en la actualidad un museo aéreo en recuerdo de Saint-Exupery.

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En 1928, tras acabar su aventura africana, Oteyza escribe el libro Al Senegal en avión, En el remoto Cipango, El tapiz mágico, El tesoro de Cuauhtemoc… Oteyza, declarado republicano, fue diputado –tan solo durante unos meses de 1923 por Huelva y en representación del partido Radical tras denunciar en La Libertad las condiciones de miseria y esclavitud en la que vivían los mineros de Riotinto—. En 1933, tras sus idas y venidas por medio mundo, publicó La tierra es redonda. Después fue nombrado por la República ministro plenipotenciario, primero en Perú y después en Venezuela.

En 1936, cuando comenzó la Guerra Civil, abandonó la carrera diplomática y se trasladó a Nueva York. Y desde allí comenzó a colaborar con los medios más importantes de Latinoamérica: El Excelsior (México), Crítica (Argentina), El Diario de la Marina (Cuba). Más tarde se asentó, durante dos años, en Cuba y terminó en Venezuela, donde fundó la revista literaria Sábado –que se editaba en Colombia—y recibió el encargo para montar una colección de libros sobre autores venezolanos que se llamó Biblioteca Popular.

Manuel Chaves Nogales y Luis de Oteyza fueron dos referentes y competidores del periodismo de aquella época y sus trabajos literarios y periodísticos, como Juan Belmonte y El diablo blanco, se tradujeron al inglés y se utilizaron en diferentes universidades extranjeras como manual para el aprendizaje del español.

Decía el maestro Kapuscinski que "el verdadero periodismo es el del contacto vivo con la gente y con las situaciones". Ese conocimiento directo constituye la base del reportaje serio y con ambiciones literarias. Esa reflexión de Kapuscinski ya fue utilizada por Oteyza en sus trabajos y Ramón Lobo, referente del periodismo de compromiso e intencional y que nos dejó el pasado 2 de agosto, lo plasmó en su vida y en su libro El día que murió Kapuscinski.

* Antonio Rubio es el director del Máster de El Confidencial y autor del libro Luis de Oteyza y el oficio de investigar.

Se llamaba Luis de Oteyza, fue poeta, escritor, periodista, aventurero, director del diario La Libertad, diputado del Partido Radical y embajador en Venezuela. También fue un innovador, pionero de la radio, del periodismo de investigación y datos y utilizó el libro y la radio como nuevas plataformas, nuevas narrativas periodísticas. Ese periodismo de Oteyza, Kapuscinski, con valor añadido e intencional, como siempre nos recuerda Nacho Cardero, el director de El Confidencial, es el que practicamos en el Máster de El Confidencial con las técnicas y herramientas del presente: periodismo de investigación, nuevas narrativas, datos, transparencia, fact-cheking (verificación) e inteligencia artificial.

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