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Tarde o temprano, Vox sufrirá una escisión
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Ramón González Férriz

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Tarde o temprano, Vox sufrirá una escisión

Muchos de quienes instigaron la creación de Vox —y desearon que liderara una batalla cultural contra la supuesta timidez y moderación del PP— se están dando cuenta de que su estrategia ha fracasado

Foto: El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EP/Adrián Irago)
El presidente de Vox, Santiago Abascal. (EP/Adrián Irago)
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La semana pasada circuló la noticia de que Iván Espinosa de los Monteros está organizando un nuevo partido político que se presentará a las elecciones europeas. Su idea sería recuperar el espíritu conservador-libertario original de Vox y alejarse de las teorías de la conspiración y las ideas económicas cada vez más confusas de este. Era un rumor que se debía más a las ganas que tienen algunos de que exista ese partido que a la voluntad del propio Espinosa de los Monteros, que ya lo ha desmentido. Pero es fruto de una sensación real: ¿y si Vox ha fracasado y la derecha dura necesita otra estrategia?

Como contaba ayer mi colega Marisol Hernández, hace unos días, durante un acto de la Fundación Neos que reunió a representantes de todo el espectro de la derecha, Jaime Mayor Oreja pidió una "refundación del espacio cultural y político" conservador. Muchos de quienes instigaron la creación de Vox, y desearon que liderara una batalla cultural contra la supuesta timidez y moderación del PP, se están dando cuenta de que su estrategia ha fracasado. Impulsores de las versiones más duras del conservadurismo, como el propio Mayor Oreja, empiezan a transmitir que la división de la derecha solo beneficia a la izquierda, y que es necesaria una progresiva reunificación. "A este mundo —decía Hernández—, la pujanza de Vox ya no le parece suficiente y el PP ya no le resulta tan distante". Desde sus malos resultados en las elecciones de julio pasado, añadía, "parte de Vox está de vuelta al redil del PP".

Abascal consiguió acallar a todas las voces críticas, negó el declive y dijo que "los medios corruptos" han "acosado" a su partido

Pocos días después de ese acto, durante una asamblea extraordinaria convocada a toda prisa, Abascal fue reelegido presidente del partido. Lleva liderándolo 10 años, en los que ha tenido etapas de enorme éxito, como el periodo 2017-2019. Pero últimamente ha entrado en declive electoral, sus iniciativas —como el llamado "noviembre nacional" o incluso cuestiones centrales en su programa como el aborto o el matrimonio gay— han perdido la tracción ideológica que tenían y algunos de sus líderes más juiciosos lo han abandonado. A pesar de ello, en la asamblea, Abascal consiguió acallar a todas las voces críticas, negó el declive, dijo que "los medios corruptos" han "acosado" a su partido con "películas de ciencia ficción" y confirmó un equipo de dirección sin críticos. Aquí no pasa nada, quiso transmitir.

Siempre divididos

Abascal alude con frecuencia al auge de la derecha radical en Europa para argumentar que su partido puede remontar. Y tiene razón. Pero olvida algo crucial. Incluso en los lugares en los que esa derecha ha triunfado, lo ha hecho sufriendo innumerables conflictos internos, decapitando a los fundadores y viviendo escisiones. De hecho, en la mayor parte de los países europeos no hay solo un partido de derecha autoritaria, sino dos. Ley y Justicia, el partido que gobernó Polonia entre 2015 y 2023, y que es uno de los modelos de Vox, sufrió una escisión aún más extrema llamada Confederación, que le quitó un millón y medio de votos en las últimas elecciones. En Hungría, el Fidész, del exitoso y cada vez más autoritario Viktor Orbán, sufrió algo parecido con la aparición de un partido aún más radical, Jobbik. En las últimas elecciones presidenciales francesas, a Le Pen le salió un rival en su mismo ámbito ideológico, Éric Zemmour. En Italia, la Liga de Matteo Salvini y los Hermanos de Giorgia Meloni compiten ferozmente por un mismo espacio. En el Parlamento Europeo no hay un solo grupo de derecha radical, sino dos que viven en permanente disputa. La derecha nacionalista lleva dentro de sí el germen de la desunión y la competencia intraideológica.

Si esos precedentes sirven de guía, pues, Vox acabará sufriendo escisiones y aparecerán formaciones rivales. Macarena Olona ya lo intentó, pero fracasó. Hasta ahora, el resto de personalidades reconocibles que han abandonado el partido, como Espinosa de los Monteros, lo han hecho con relativa discreción y han regresado al sector privado. Pero en algún momento surgirá alguien que se sienta capaz de poner fin al declive de ese espacio.

Carisma y novedad

En un momento en que la derecha radical asciende en casi todas partes, Santiago Abascal está en una posición muy difícil. Si acepta que debe fusionarse paulatinamente con el PP, emergerán los grupos que siguen pensando que el gran problema, además de la izquierda y el independentismo, es la derecha moderada. Si sigue con una deriva que le aleja cada vez más de las élites conservadoras, es probable que, como sugería Mayor Oreja, muchas de ellas regresen al PP o quieran un partido como el que algunos creen que podría liderar Espinosa de los Monteros.

La derecha radical tiene una enorme capacidad de resistencia, como han demostrado los casos de Meloni o Le Pen, o de la ahora pujante, pero ayer decadente, Alternativa por Alemania. Y no hay que descartar un resurgimiento de Vox. Pero lo normal en partidos de su familia ha sido, como decía, la escisión, la refundación o la competencia. Desde hace unos pocos años, Abascal ha dejado de ser un líder eficaz. Pero el problema de Vox ahora va más allá. El entorno europeo hace pensar que existe un espacio objetivo para esta nueva derecha. Muchos de quienes la jalearon piensan ahora, sin embargo, que su existencia podría asegurar indefinidamente la hegemonía de la izquierda. Es muy difícil salir de esa disyuntiva sin que aparezcan nuevos competidores deseosos de enfrentar los dilemas que Abascal no está sabiendo resolver.

La semana pasada circuló la noticia de que Iván Espinosa de los Monteros está organizando un nuevo partido político que se presentará a las elecciones europeas. Su idea sería recuperar el espíritu conservador-libertario original de Vox y alejarse de las teorías de la conspiración y las ideas económicas cada vez más confusas de este. Era un rumor que se debía más a las ganas que tienen algunos de que exista ese partido que a la voluntad del propio Espinosa de los Monteros, que ya lo ha desmentido. Pero es fruto de una sensación real: ¿y si Vox ha fracasado y la derecha dura necesita otra estrategia?

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