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Doble moral europea y española ante el gas ruso
En mayo de 2022, la UE puso en marcha el Plan REPowerUE, y en julio de ese mismo año acordó reducir la demanda de gas ruso en un 15% hasta marzo de 2023
El 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania infringiendo todas las normas del derecho internacional. Un ataque injustificado e ilegal que continúa dos años después y que se ha cobrado decenas de miles de vidas de soldados y civiles y ha obligado a abandonar su patria a millones de ucranianos paralizando un país en pleno desarrollo. Además, esta invasión ha tenido un alto impacto en la economía global por las restricciones y aumento de precios de materias primas y por el uso, por parte de Rusia, de la energía como un arma y un factor de desestabilización más que no solo afecta a Ucrania sino a todo el mundo.
Por este motivo, en mayo de 2022 la Unión Europea (UE) puso en marcha el Plan REPowerUE y en julio de ese mismo año acordó reducir la demanda de gas ruso en un 15% hasta marzo de 2023, acuerdo que has sido prorrogado hasta 2024. Los principales objetivos de estos planes y acuerdos son apoyar a Ucrania, reducir la dependencia europea de los combustibles fósiles rusos, ya que en ese momento Rusia proporcionaba más del 40% del gas consumido en la UE, diversificar el abastecimiento energético e impulsar el despliegue de las energías renovables.
Dos años después la Unión Europa, según el Informe sobre el estado de la Unión de Energía 2023, ha reducido su consumo de gas ruso (gas natural importado vía gaseoducto más GNL) en cerca de 40.000 millones de metros cúbicos pasando de los 155 bcm (medida de gas natural producido o transportado que equivale a mil millones de metros cúbicos) compensando esta reducción con un aumento de las importaciones de gas natural licuado (GNL) procedentes de Noruega y Estados Unidos.
Ahora bien, a pesar de que se ha reducido el peso del gas ruso en el total de importaciones de la UE pasando de un 45-50% en los años previos a la crisis hasta el 15% reflejado en el informe de la energía de 2023, realmente las importaciones de gas natural licuado ruso (más caro por todos los procesos de licuefacción, regasificación y transporte que lleva asociados) han crecido.
Y en España, ¿qué ha sucedido en estos años? Inexplicablemente, el protocolo de emergencia del sistema gasista vigente desde 2019 no consideraba a Rusia como un factor de riesgo, aunque diferentes artículos de instituciones tan prestigiosas como el Real Instituto Elcano lo destacaban desde el año 2015, pero tras la invasión de Ucrania y los planes impulsados por la Unión Europea, el gobierno español reaccionó y en octubre de 2022 presentó un plan de contingencia con 73 medidas para reducir el consumo de gas.
Los objetivos de dicho plan de contingencia eran, en palabras de la ministra Ribera, "aumentar la protección de los consumidores, reducir el consumo de gas e incrementar la solidaridad con otros países europeos" pero, desde el inicio de la invasión de Ucrania, las importaciones españolas de gas ruso en lugar de reducirse han ido creciendo así, según datos de Enagás, el gas procedente de Rusia pasó de representar el 8,9% en 2021 a suponer el 12,1% en 2022.
España registró el tercer peor dato de la Unión en cuanto a la reducción del consumo de gas
Y aunque en 2023 algunos datos aislados y globales pudieron hacer creer a la población que nuestro país había conseguido una cierta reducción en el consumo de gas procedente de Rusia, la realidad es que España incumple tanto ese compromiso como el objetivo de reducir el consumo global de gas en un 15%.
Por un lado, en 2023, España registró el tercer peor dato de la Unión en cuanto a la reducción del consumo de gas, situándose entre los seis países que no habían logrado el objetivo del 15%, y, por otro, se convirtió en el principal importador de GNL ruso entre los países de la Unión Europea, siendo este el año que más gas ruso entró en el sistema español de la historia.
Entre enero y octubre del año pasado, España aumentó sus compras de GNL ruso un 50% respecto al mismo periodo del año anterior y Rusia se convirtió en el segundo proveedor de GNL y el tercero del total de gas de España, con una cuota del 18% de las importaciones.
Una tendencia que no se ha corregido en lo que llevamos de año, ya que las importaciones de gas natural ruso se incrementaron un 36,3% y un 58,5% respecto a enero y diciembre de 2023 respectivamente (Boletín estadístico del gas, Enagás, enero de 2024).
A la vista de todos estos datos, desde esta tribuna no puedo menos que reclamar a las instituciones europeas y al gobierno español que terminen con esta doble moral y que si realmente quieren, por un lado, apoyar a Ucrania y defender la democracia y valores europeos y, por otro, conseguir reducir la enorme dependencia energética de la Unión, y de nuestro país, respecto de Rusia se tomen decisiones valientes y coherentes.
Decisiones como vetar de forma explícita la compra de cualquier tipo de gas ruso, puesto que es posible encontrar alternativas: si los Países Bajos han dejado de ofrecer servicios de transbordo de GNL ruso y el Reino Unido ha prohibido por completo las importaciones rusas de este combustible, ¿qué impide tomar a la UE y a España las mismas medidas, aunque fuese de una manera progresiva?
¿Estarán dispuestos los gobiernos nacional y europeo a tomar estas decisiones? Hasta el momento no ha sido así
Decisiones como una apuesta clara y real por las energías renovables. Una apuesta que no pasa por aumentar los impuestos que soportan como ocurre en el caso español ni por poner trabas a la importación de los materiales necesarios para su implantación como pretende la Unión.
¿Estarán dispuestos los gobiernos nacional y europeo a tomar estas decisiones? Hasta el momento no ha sido así y han optado por mantener una doble moral que no ayuda a solucionar nuestra dependencia energética de Rusia ni ayuda a Ucrania en la defensa de su integridad territorial y de los valores democráticos que la UE y España dicen defender.
*Antonio González Terol es director de RRII Internacionales y Comunicación de Solaria Energía y Medio Ambiente.
El 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania infringiendo todas las normas del derecho internacional. Un ataque injustificado e ilegal que continúa dos años después y que se ha cobrado decenas de miles de vidas de soldados y civiles y ha obligado a abandonar su patria a millones de ucranianos paralizando un país en pleno desarrollo. Además, esta invasión ha tenido un alto impacto en la economía global por las restricciones y aumento de precios de materias primas y por el uso, por parte de Rusia, de la energía como un arma y un factor de desestabilización más que no solo afecta a Ucrania sino a todo el mundo.