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Susana Díaz Pacheco

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¡No griten ahora, ya estaban allí!

No es una cuestión que atañe solo a la Guardia Civil, a un ministro, ni tan siquiera a un Gobierno, es un problema de todos, es un problema de Estado. Y eso requiere un pacto de Estado

Foto: La Guardia Civil, en el momento de trasladar a los juzgados de Barbate (Cádiz) a uno de los detenidos por la muerte de dos agentes. (EFE/Román Ríos)
La Guardia Civil, en el momento de trasladar a los juzgados de Barbate (Cádiz) a uno de los detenidos por la muerte de dos agentes. (EFE/Román Ríos)

No fue ese día ni hace meses, sino años que el problema del narcotráfico está instalado y campando a sus anchas en las puertas del Estrecho. Estos días ha habido muchos que han pretendido utilizar políticamente lo que la inmensa mayoría, más allá de nuestras ideologías, venimos denunciando hace años. Y nuestro clamor no siempre ha sido escuchado: en demasiadas ocasiones, fue silenciado.

Yo misma tuve que escuchar cómo un ministro del Gobierno de Rajoy me espetó por carta que el problema de los narcos en el Campo de Gibraltar era un tema puntual y no estructural, como yo le reclamaba. Tuvimos que vivir cómo asaltaban un hospital en La Línea de la Concepción para liberar a un miembro del clan de los Castañas, ver cómo intimidaban a una jueza en el aparcamiento de las dependencias judiciales o la detención de Sito Miñanco en un aparcamiento de Algeciras, donde seguramente la menor de sus preocupaciones fuese la buena ubicación de los vehículos.

Son solo 14 km los que separan la ruta intermedia desde África, transitando desde el norte de Marruecos hasta llegar al Campo de Gibraltar. Todo eso, en un contexto social de paro, abandono escolar, renta per cápita por debajo de la media de España y una falta importante de oportunidades y horizonte de esperanza en una población especialmente joven que se convierte en carne de cañón para estas mafias. Población que, en su inmensa mayoría, es gente honesta y trabajadora, sufre diariamente el terror y el chantaje, es quien más desea poner fin esta infame situación.

Pensemos por un momento en niños que crecen en nuestras escuelas y ven que mientras su profesor llega con un coche digno que le cuesta mucho pagar con su trabajo, otros jóvenes, sin oficio ni beneficio, se mueven por su pueblo en coches de alta gama pagados con la sangre del narcotráfico. Pensemos en niños que ven cómo dar el agua o el aviso de que llega la policía es retribuido con 1.000 euros, mientras que el camarero de su calle debe poner muchos cafés y tostadas para alcanzar esa cuantía. O comprobar cómo gana cinco veces más quien saca el alijo y 30 veces más el presunto desalmado asesino que arrebató la vida de los guardias civiles en Barbate.

Foto: Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Chema Moya)

No es una cuestión que atañe solo a la Guardia Civil, a un ministro, ni tan siquiera a un Gobierno, es un problema de todos, es un problema de Estado. Sí, de Estado, y mientras no saquemos este conflicto de las trincheras de la política, no estaremos cumpliendo con nuestra obligación.

No quiero perderme en el lamento y siento la necesidad de recordar lo que muchos colectivos ya han planteado durante muchos años. Estamos ante un problema de Estado, y eso requiere un pacto de Estado. Un acuerdo de todos, ¡maldita palabra!, sí, la he dicho: ¡acuerdo! No debí nombrarla, lo sé, no permite quedarnos en trincheras partidistas, pero este país venció la lacra del terrorismo de ETA desde el acuerdo y el pacto de todos.

Foto: La presidenta de Congreso, Francina Armengol. (Fernando Sánchez/Europa Press)

Y se dieron los pasos y el ejercicio que el Estado estaba obligado a ejercer. Lo primero que tenía claro es que esa zona, Euskadi, tenía que ser declarada de especial peligrosidad o riesgo. En el Campo de Gibraltar, eso, automáticamente, supone reconocer que nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad tendrían los pluses compatibles como tuvieron en Euskadi por su seguridad en favor de la nuestra.

Eso permitiría otras cosas, lo que yo no pude materializar como presidenta de Andalucía y lo que también es necesario, que es calificarla como zona de difícil cobertura para nuestro sistema educativo y sanitario. Económicamente, también incentivaría a los sanitarios y docentes para trabajar allí.

Desde la Agencia Tributaria, habría que reforzar el control del blanqueo de capitales. Otra necesidad sería la reforma del protocolo que exige un auto judicial previo para poder solicitar la intervención de nuestro ejército. Del mismo modo, serían necesarias también reformas en el ámbito judicial y especialmente penal, incluida la velocidad en los procesos. Evitar, al fin y al cabo, lo vivido por aquella jueza y otros muchos a los que me he referido al inicio del artículo y que sufren las presiones, el chantaje y la intimidación. Además, es imprescindible seguir reforzando el trabajo de coordinación del Ministerio de Exteriores con Marruecos en el control de fronteras, como ya se hace en materia migratoria.

Foto: Funeral por el guardia civil David Pérez. (EFE/Villar López)

Tenemos que impulsar programas de empleo que mitiguen la alta tasa de paro juvenil. Ahora que hablamos de incentivar la actividad económica en algunos territorios de España, miremos a esa verja que separa rentas diametralmente opuestas en cuestión de metros, a la cual solo miran algunos cuando se dan golpes de patriotismo hueco. ¡No griten!, ya estaban allí campando desde hace años, atacando a nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad, a nuestra Justicia, amedrentando a la población honesta y trabajadora que vive ahí, echando a perder a nuestros niños, extendiéndose como una mancha de aceite en una joya de nuestro país que merece otro escaparate ante todos. Si de verdad les duele, si de verdad quieren hacer algo, los minutos de luto también son justos, pero pongamos todos los medios de todos los gobiernos, los partidos, el conjunto del Estado, porque este es un problema de todos. ¡Es un problema del Estado!

*Susana Díaz Pacheco es senadora del PSOE.

No fue ese día ni hace meses, sino años que el problema del narcotráfico está instalado y campando a sus anchas en las puertas del Estrecho. Estos días ha habido muchos que han pretendido utilizar políticamente lo que la inmensa mayoría, más allá de nuestras ideologías, venimos denunciando hace años. Y nuestro clamor no siempre ha sido escuchado: en demasiadas ocasiones, fue silenciado.

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