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Europa gira a la derecha con una fijación: la seguridad
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Ramón González Férriz

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Europa gira a la derecha con una fijación: la seguridad

Es previsible que las sociedades europeas adopten prácticas autoritarias y tentaciones autárquicas que contarán con el respaldo de la mayor parte de la población

Foto: La presidenta de la Comisión Euroepa, Úrsusla Von der Leyen con chaleco antibalas, en una visita a Ucrania. (Reuters/Valentyn Ogirenko)
La presidenta de la Comisión Euroepa, Úrsusla Von der Leyen con chaleco antibalas, en una visita a Ucrania. (Reuters/Valentyn Ogirenko)
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Durante los últimos cinco años, Ursula von der Leyen ha demostrado que se toma muy en serio el cambio climático. En ocasiones, su discurso no parecía el de una conservadora exministra de defensa alemana, excandidata a dirigir la OTAN, partidaria de la política exterior dura y amiga férrea de Israel. Y sorprendía o irritaba al resto de la derecha europea. "Nuestro objetivo es reconciliar la economía con nuestro planeta, reconciliar con nuestro planeta la manera en que producimos y consumimos", dijo al presentar el European Green Deal con palabras que podría haber dicho un eurodiputado ecologista.

Sin embargo, en las últimas semanas, la rapidez con que está intentando desmontar su reputación verde ha producido una perplejidad semejante. Tras las manifestaciones de agricultores en medio continente, revirtió la prohibición de algunos pesticidas químicos, relajó las regulaciones para asegurar la biodiversidad y la palabra "agricultura" desapareció del documento sobre los objetivos climáticos de 2040.

Von der Leyen, que esta semana será nombrada en Bucarest candidata conservadora a repetir como presidenta de la Comisión, también ha dicho que, si es reelegida, creará un "ministerio" de defensa europeo, ha prometido más subvenciones para impulsar la fabricación de armamento y quiere una política de seguridad más agresiva ¿Es todo esto un mero cálculo electoral para asegurarse el apoyo del conservadurismo y evitar una fuga hacia los partidos de derecha radical? Sin duda, hay mucho de eso. Pero también algo más.

Ese "más" se vio el fin de semana pasado en Roma, donde se reunieron los rivales del centroderecha europeo de Von der Leyen, los socialdemócratas. Allí, como contó nuestro corresponsal Nacho Alarcón, habló una de las más exitosas líderes del centroizquierda, Mette Frederiksen, la primera ministra de Dinamarca. Fredriksen consiguió el cargo, en parte, porque hace unos años dio un paso osado: empezó a defender políticas migratorias tan estrictas que, en realidad, apenas se distinguen de las de la derecha. El canciller alemán Olaf Scholz, también presente en la reunión de los socialdemócratas, ha dado un giro parecido.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (DPA/Philipp von Ditfurth)
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Incluso Pedro Sánchez ha hecho un movimiento semejante, aunque no hable de él: de recibir con los brazos abiertos el Aquarius a la muerte de 23 migrantes en Melilla y la devolución en caliente y sin garantías de menores africanos. De hecho, hace apenas dos semanas, todos los gobiernos socialdemócratas de la UE acordaron, junto a los de centroderecha y los de derecha radical, una ley migratoria europea mucho más dura que permitirá agilizar el rechazo de solicitudes de asilo y la devolución de migrantes.

Seguridad, seguridad y seguridad

La política europea está dominada por la sensación de vulnerabilidad. Por el miedo a corto plazo. Sin duda, el cambio climático importa, pero en este momento parece pesar más el temor a la inflación en el precio de los alimentos, las dificultades de la vida en el campo y el supuesto declive de la autonomía alimentaria. Sin duda, Europa no quiere meterse en una guerra, pero cada vez se habla más de ella y, sobre todo en el Este y el Norte, parece una posibilidad verosímil.

No hay una vinculación causa-consecuencia entre la inmigración y los niveles de criminalidad, pero hoy no es solo la derecha nacionalista la que percibe un miedo generalizado a otras costumbres, el islam, la competencia laboral o la inestabilidad en zonas fronterizas. Todos somos adictos a la tecnología, pero el miedo a la Inteligencia Artificial parece dominar ahora nuestra relación con ella.

Foto: Un tanque Leopard toma posiciones durante las maniobras Trident Juncture 2018. (EFE/Frederik Ringnes Forsvaret)

De modo que se ha producido un drástico giro a la derecha en el espectro tradicional de la política europea, entre los democristianos y los socialdemócratas. Más que el progreso, la prioridad parece ser no sumirse en una caótica decadencia. Se trata de un giro proteccionista, que apoya las políticas industriales y las subvenciones a empresas y sectores enteros, y aspira de nuevo a la creación de "campeones nacionales".

Es un giro fruto también de la sensación de que hemos ido demasiado lejos en la defensa del pluralismo y la insistencia en la apertura: en parte a causa de ello, piensan muchos políticos moderados, nos hemos vuelto ingobernables. Es el giro de quienes sienten que las clases bajas y las zonas rurales se han abandonado y pueden desencadenar terribles problemas políticos. Como dijo Frederiksen: "una sociedad insegura es siempre un reto mayor para la gente sin muchas oportunidades. Si tienes dinero, siempre podrás defenderte". Es un giro que no afecta a las cuestiones morales vinculadas a la sexualidad, y si acaso defiende la tolerancia y el feminismo como rasgos intrínsecamente occidentales. Es un giro que permite volver a hablar sin tabús de los soldados y los tanques.

El nuevo rasgo transversal de la política europea, que incluirá a todos los partidos excepto los más lunáticamente izquierdistas, será la seguridad. Eso generará problemas: es previsible que las sociedades europeas adopten prácticas autoritarias y tentaciones autárquicas que contarán con el respaldo de la mayor parte de la población. Muchos lo considerarán una victoria de la derecha nacionalista, que habrá demostrado que puede vencer ideológicamente aún cuando no lo haga en las urnas. Pero el ansia de promesas de seguridad es real y nadie tiene otra respuesta a ese legítimo miedo ciudadano que girar, explícita o implícitamente, hacia la derecha. Ese será el tema de las próximas elecciones europeas porque democristianos y socialdemócratas ya lo han asumido. Aunque en España estemos a otras cosas.

Durante los últimos cinco años, Ursula von der Leyen ha demostrado que se toma muy en serio el cambio climático. En ocasiones, su discurso no parecía el de una conservadora exministra de defensa alemana, excandidata a dirigir la OTAN, partidaria de la política exterior dura y amiga férrea de Israel. Y sorprendía o irritaba al resto de la derecha europea. "Nuestro objetivo es reconciliar la economía con nuestro planeta, reconciliar con nuestro planeta la manera en que producimos y consumimos", dijo al presentar el European Green Deal con palabras que podría haber dicho un eurodiputado ecologista.

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