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Victoria Prego, amiga y maestra
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Victoria Prego, amiga y maestra

Su trayectoria profesional es un monumento a la profesión periodística, un legado que durante décadas nos iluminó, acompañó y enseñó a todos los periodistas

Foto: La periodista Victoria Prego en un acto de la APM. (EFE/Javier Lizón)
La periodista Victoria Prego en un acto de la APM. (EFE/Javier Lizón)
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Victoria Prego fue una extraordinaria periodista. Lo fue siempre. Una testigo privilegiada, esforzada y honesta de la historia reciente de España. El rostro y la voz con la que millones de españoles vivieron la llegada de la democracia a nuestro país. Su trayectoria profesional es un monumento a la profesión periodística, un legado que durante décadas nos iluminó, acompañó y enseñó a todos los periodistas que tuvimos el privilegio y el honor de compartir con ella el ejercicio de esta profesión que Victoria tanto amaba.

Desde TVE hasta El Independiente, pasando por sus años en El Mundo, en sus crónicas nunca hubo devaneos frívolos; nunca una verdad sepultada en adjetivos; jamás una palabra en beneficio propio y siempre, rigor, honestidad y una búsqueda infatigable de la verdad.

Cuando la profesión más la necesitaba, Victoria no dudó en dar un paso al frente y presidir la Asociación de la Prensa de Madrid. Pude ser testigo de sus esfuerzos durante aquellos años, siempre en favor de sus compañeros y de la dignidad de nuestra profesión.

Cuando la profesión más la necesitaba, Victoria no dudó en dar un paso al frente y presidir la Asociación de la Prensa de Madrid

Un buen periodismo, un periodismo riguroso, apuntala y protege las democracias. El que Victoria Prego ejerció, siempre en momentos duros y confusos, es un ejemplo extraordinario.

Vivió su labor profesional como quien vive arraigado a un compromiso inmarcesible. Un compromiso con la sociedad española, con la verdad y con su conciencia. Hoy, que lloramos su pérdida, sus amigos y compañeros tenemos la certeza de que cumplió con ese compromiso, que lo hizo con creces. Incluso, cuando ya el cansancio parecía vencerla, sacaba fuerzas para continuar.

Foto: La periodista Victoria Prego. (EFE)

Sin embargo, es imposible que en estas líneas no aparezca la amistad. Durante décadas, Victoria me regaló su afecto, su cariño desbordante. Cercana, divertida, tierna y siempre serena, Victoria era a la persona a la que llamar en busca de un juicio sereno, de una palabra ponderada o, sencillamente, de unos brazos abiertos, unos brazos de amiga.

Quienes disfrutamos del privilegio de su amistad no podremos olvidar nuestras comidas con los protagonistas de la vida política y social española y las que celebrábamos, sin políticos ni protagonista, sin actualidad ni titulares; las que eran comidas de amigas. Esas son las que ahora más vivamente reaparecen.

Es imposible que en estas líneas no aparezca la amistad. Durante décadas, Victoria me regaló su afecto, su cariño desbordante

Kapuscinski decía que “para ser buen periodista hay que ser buena persona”. Los años me han demostrado que es cierto. Y Victoria era el ejemplo más extraordinario de cuantos he conocido en mis décadas de profesión. La honestidad no arraiga en quien no está dispuesto al sacrificio y al esfuerzo. Y Victoria, como periodista y como amiga, fue el paradigma de la mujer honesta.

Hoy que lloramos su muerte, encontramos consuelo en su vida. Hoy, que perdemos a una compañera ejemplar, redescubrimos el magisterio de sus años de oficio. Hoy, que una amiga se ha ido, encuentro consuelo en los años vividos.

Descanse en paz.

Victoria Prego fue una extraordinaria periodista. Lo fue siempre. Una testigo privilegiada, esforzada y honesta de la historia reciente de España. El rostro y la voz con la que millones de españoles vivieron la llegada de la democracia a nuestro país. Su trayectoria profesional es un monumento a la profesión periodística, un legado que durante décadas nos iluminó, acompañó y enseñó a todos los periodistas que tuvimos el privilegio y el honor de compartir con ella el ejercicio de esta profesión que Victoria tanto amaba.

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