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La doctrina Sánchez: más igualdad económica, más desigualdad política
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Ramón González Férriz

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La doctrina Sánchez: más igualdad económica, más desigualdad política

Pedro Sánchez, hay que reconocerlo, tiene la capacidad para hacer que las dos grandes líneas ideológicas de su mandato parezcan coherentes

Foto: Pedro Sánchez en la Cumbre de Paz de Ucrania. (Reuters)
Pedro Sánchez en la Cumbre de Paz de Ucrania. (Reuters)
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La presidencia de Pedro Sánchez tiene dos objetivos ideológicos de fondo. En primer lugar, aumentar la igualdad económica de los españoles. Uno puede discrepar con los métodos que utiliza para ello; puede, incluso, estar en desacuerdo con el fin en sí. Pero se trata de una idea socialdemócrata que el PSOE siempre ha exhibido en sus programas y que, en su forma actual, no difiere demasiado de los proyectos de los partidos de centro-izquierda de otros países europeos.

El segundo es más complicado, y resulta difícil de encajar con el primero. Consiste en aumentar la desigualdad política de los españoles en función del territorio en el que vivan. Este objetivo no está en el programa del PSOE; a diferencia del primero, Sánchez nunca lo ha enunciado de manera explícita. De hecho, es fruto de la necesidad de satisfacer a los independentistas catalanes para obtener su apoyo. Pero este PSOE tiene una gran capacidad para creerse su propia propaganda y ha convertido esta exigencia coyuntural en un programa político estructural. Se ha convencido a sí mismo de que sus necesidades parlamentarias se corresponden con las necesidades de España. Eso es particularmente visible en las promesas de una financiación "singular" para Cataluña, que es el gran tema político de estos días.

Socialdemocracia del siglo XXI

No hay mucho que decir acerca del programa económico. Durante quince años, los economistas más influyentes en la izquierda han reiterado que la desigualdad es el mayor problema de las sociedades modernas. Desde 2018, Sánchez ha respondido a este diagnóstico con numerosas medidas coherentes. Aumento del salario mínimo, subida del mínimo exento del IRPF, ingresos vitales garantizados, aumentos de las cotizaciones sociales para quienes ganan un poco más y del IRPF para las rentas altas, impuestos al patrimonio, a la banca y a las eléctricas. También ha hecho cosas menos coherentes, pero prototípicas de la cultura política española, como considerar a los jubilados de rentas altas un colectivo no privilegiado y subirles la pensión un 8,5% el año pasado. De acuerdo con esta mentalidad, el Estado debe redistribuir más. Por eso, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, celebra los sucesivos récords de recaudación fiscal como si fueran algo inherentemente bueno: más para el Estado es más para todos.

El sistema español genera profundas diferencias en materia de poder político, pero Sánchez ha decidido ir más allá

Uno puede irritarse con esta mentalidad. O pensar que se están llevando las cosas demasiado lejos. O que ni siquiera garantiza la igualdad, sino más bien la dependencia. Pero nadie puede sentirse engañado. Bienvenidos a la socialdemocracia del siglo XXI.

Desigualdad política

Como en todas partes, el sistema español genera profundas diferencias en materia de poder político: no hay leyes electorales neutras, ni financiaciones regionales perfectas, ni inversiones públicas sin motivaciones políticas. Pero Sánchez ha decidido ir más allá. En una entrevista publicada ayer en La Vanguardia, afirmaba que "es compatible mejorar el sistema de financiación autonómica desde el plano multilateral y al mismo tiempo articular una financiación singular para un territorio tan importante como Catalunya".

Es muy dudoso que se pueda hacer sin asumir que, en virtud de la coyuntura electoral, que requiere el apoyo de ERC para que Salvador Illa sea investido presidente de Cataluña, y para que Sánchez pueda seguir siéndolo de manera funcional en España, los ciudadanos tienen distintos grados de poder político. Pero eso no importa, porque hemos convertido la coyuntura en un credo para la profundización en la asimetría. "Sánchez inicia la seducción", decía Jordi Juan, el director de La Vanguardia, en el artículo de opinión que acompañaba a la entrevista.

El PSOE acaba creyéndose su propaganda y que sus necesidades son las de todos los españoles

En parte, se trata de un retorno a la dinámica política de los tiempos previos al procés, una constante negociación competencial y económica con los líderes nacionalistas para conseguir su apoyo. Pero también es fruto de algo cada vez más relevante entre los líderes del PSOE actual. Este lleva décadas obteniendo pésimos resultados en Madrid, razón por la cual ha asumido que Madrid es parte del problema de España: sus ciudadanos, cree, gozan de un poder político —por su cercanía a las instituciones centrales, porque es aquí donde surgen los medios que incomodan a la izquierda, porque el PP apenas tiene oposición— que debe corregirse. E incluso más: a pesar de que el PSOE ha gobernado durante 27 de los 46 años de la democracia, piensa que las élites estatales y empresariales madrileñas están tercamente sesgadas hacia la derecha y es necesario redistribuir su poder hacia élites locales. Singularmente, hacia la catalana. Podemos discutir si Madrid se beneficia del "efecto capitalidad" de una manera desproporcionada, o sobre la estructura sociológica de sus élites. Pero es un pensamiento ilusorio creer que trasladar su poder a la Bona Nova, Sant Gervasi y la parte alta de la Diagonal es un ejercicio de igualación del poder político español.

Más en forma que nunca

El PSOE actual acaba creyéndose su propaganda y que sus necesidades son las de todos los españoles. Pedro Sánchez, hay que reconocerlo, tiene la capacidad para hacer que las dos grandes líneas ideológicas de su mandato parezcan coherentes. No lo son. Sin embargo, del mismo modo que nadie puede pensar que su plan socialdemócrata es un engaño, nadie puede creer que la progresiva desigualdad política de los españoles era un plan oculto: estaba ahí bastante antes de las últimas elecciones y ahí sigue, más en forma que nunca, con el debate de la financiación.

La presidencia de Pedro Sánchez tiene dos objetivos ideológicos de fondo. En primer lugar, aumentar la igualdad económica de los españoles. Uno puede discrepar con los métodos que utiliza para ello; puede, incluso, estar en desacuerdo con el fin en sí. Pero se trata de una idea socialdemócrata que el PSOE siempre ha exhibido en sus programas y que, en su forma actual, no difiere demasiado de los proyectos de los partidos de centro-izquierda de otros países europeos.

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