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Lobby, el poder fáctico que no vemos
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Irene Cortés

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Por
Felipe García

Lobby, el poder fáctico que no vemos

Parece urgente una ley que dote de transparencia a esta actividad. Actualmente, la regulación es casi inexistente y no existen limitaciones en la forma de ejercerlo

Foto: Ilustración, Pablo López Learte.
Ilustración, Pablo López Learte.

No es ningún secreto decir que el 'lobby' se viene desarrollando desde hace décadas en todas las democracias modernas. Aquí en España, desarrolla una labor frenética en múltiples sectores. El lobby tuvo su origen en los EE. UU., donde ya cuenta con una regulación muy dura desde los años 90, lo que les obliga a actuar con una completa transparencia, aunque esta normativa no ha conseguido eliminar la lacra eterna de las puertas giratorias ni tampoco erradicar la corrupción, que es un problema global, aunque mucho más agudizado en el sur de Europa y en Latinoamérica. En Washington, hay más de 10.000 lobistas y en Bruselas se estima que hay entre 15.000 y 20.000 mil profesionales dedicados a esta actividad.

El lobby en España tiene ante la sociedad una imagen de oscuridad, e ilegalidad como práctica que alimenta la corrupción política. Por eso, parece urgente una ley que dote de transparencia a esta actividad. La regulación es casi inexistente, y por lo tanto, no existen limitaciones en la forma de ejercer el lobby, lo que se traduce en falta de transparencia en la gestación de decisiones políticas o administrativas esenciales, y en una mala imagen de la integridad pública.

Foto: Ilustración: Pablo López Learte. Opinión

En 2014 Transparencia Internacional realizó un análisis del lobby tachando la actividad, sin ningún rubor, de oscura y poco organizada. Un año antes, en 2013, España perdió, con la Ley de Transparencia, una oportunidad pintiparada para haber operado un cambio legislativo de calado en la actividad del 'lobby'. Hace tres años, salió a la luz información que denunciaba que cincuenta y ocho ex altos cargos del Gobierno estaban incorporados a empresas del Ibex 35. La Oficina Antifraude de Cataluña, con buen tino, alertó de los peligros que entrañan estas prácticas, de puertas giratorias, que tan habituales son, y que están huérfanas de auténticos mecanismos que neutralicen sus perniciosos efectos.

La nueva regulación podría contar con mecanismos que profesionalicen y doten a esta actividad de transparencia. Por ejemplo, la creación de un registro obligatorio de los grupos de interés, y hacer públicas las agendas de los altos cargos, funcionarios y asesores, de forma que se pueda conocer con quien se van a reunir y qué documentación se le ha dado entrega, pudiendo hacer un seguimiento de la publicidad del expediente administrativo. La denominada “huella legislativa”, es decir, el correcto registro de las vicisitudes de la gestación de una norma desde sus primeros borradores y sus paulatinos cambios.

Foto: Ilustración: Pablo López Learte.

El campo de la regulación del 'lobby' se halla prácticamente virgen en España, por lo que depende de la voluntad política revertir esta situación y convertirlo en lo que se supone que debe de ser. Una manera en la que los ciudadanos informen a los que detentan el poder sobre aquellos factores que afectan o pueden afectar a un determinado sector de actividad a la hora de definir una nueva norma jurídica o tomar una decisión política que afecte a sus intereses. Parece que, la clase política empieza a tomar conciencia de esta necesidad de cambiar las cosas.

En abril de este año, el Ministerio de Política Territorial lanzó una consulta pública previa sobre el Anteproyecto de Ley de Transparencia e Integridad en las Actividades de los Grupos de Interés. Y es que las voces que han denunciado la pasividad de los gobernantes -no solo los españoles- para atajar la corrupción que a día de hoy rodea la acción de los 'lobbies' son innumerables. Entre ellas, instituciones tan cualificadas como OCDE, Transparencia Internacional, GAFI y el GRECO. La sociedad está cansada de esta situación y demanda cambios urgentes.

Depende de la voluntad política revertir esta situación y convertir los 'lobbies' en lo que se supone que deben ser

Y es que, aunque muchos no lo crean, el 'lobby' puede llegar a ser una herramienta extraordinaria para resolver problemas complejos. Sin ir más lejos, la dura crisis económica que sufrió España, como el resto de la zona euro, a partir del 2007 y 2008 provocó que los grupos de interés financieros maniobraran entre los años 2010 a 2012 cerca del Gobierno de España, creando mecanismos financieros que consiguieron limpiar la economía española de activos tóxicos, entre ellos, el denominado “banco malo”. Fueron acuerdos y soluciones en las que los grupos de interés tuvieron una influencia decisiva y que han funcionado, por lo menos en una buena medida, generando un retorno para la sociedad.

En el mismo sector financiero, los 'lobbies' tuvieron un papel decisivo en la quita de más del cincuenta por ciento de la deuda griega. Probablemente, sin este acuerdo, la zona euro no sería lo que es a día de hoy, ni tampoco lo sería Grecia.

El 'lobby' tiene que ser, en definitiva, un canal de comunicación para explicarle a los altos cargos o funcionarios públicos, aspectos esenciales de los negocios e intereses de los grupos de interés y de los sectores económicos que representan. Lógicamente un lobista siempre va a intentar favorecer los intereses particulares del sector o grupo que representa, pero ese favorecimiento no tiene por qué ser malo, si se hace con transparencia y pluralidad, es decir dando a todos los operadores las mismas opciones de acceso, información e influencia.

* Felipe García Hernández es abogado, socio de Círculo Legal y miembro de la junta directiva de World Compliance Association.

No es ningún secreto decir que el 'lobby' se viene desarrollando desde hace décadas en todas las democracias modernas. Aquí en España, desarrolla una labor frenética en múltiples sectores. El lobby tuvo su origen en los EE. UU., donde ya cuenta con una regulación muy dura desde los años 90, lo que les obliga a actuar con una completa transparencia, aunque esta normativa no ha conseguido eliminar la lacra eterna de las puertas giratorias ni tampoco erradicar la corrupción, que es un problema global, aunque mucho más agudizado en el sur de Europa y en Latinoamérica. En Washington, hay más de 10.000 lobistas y en Bruselas se estima que hay entre 15.000 y 20.000 mil profesionales dedicados a esta actividad.

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