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El apasionante momento de la protección de datos
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El apasionante momento de la protección de datos

Es emocionante ser testigos de la consolidación de esta disciplina, que hace apenas 16 años no tenía ni siquiera un día de referencia en el calendario

Foto: Fachada de la sede de la Agencia Española de Protección de Datos en Madrid. (EFE)
Fachada de la sede de la Agencia Española de Protección de Datos en Madrid. (EFE)

En 2006 se proclamó el 28 de enero como el Día Europeo de la Protección de Datos. Han cambiado mucho las cosas en estos 16 años. Podríamos hablar del grado de implantación real del Reglamento General de Protección de Datos, del resultado de la potestad sancionadora de las agencias de protección de datos europeas (que han aumentado un 521% en el año 2021), de las deficiencias acusadas por el sistema de ventanilla única o de si existe un mundo post Schrems II. Sin duda todos ellos temas apasionantes que ocupan interesantes artículos y que prueban que el ejercicio real del derecho a la protección de datos está aún aterrizando.

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Y aunque aún falta tiempo para su consolidación, en gran parte motivada por los trepidantes cambios tecnológicos, es emocionante ver la evolución que ha experimentado esta disciplina, que empezó siendo algo completamente residual y que, cada vez más, es tenida en cuenta por empresas y ciudadanos ganando así presencia en muchas tomas de decisiones de unos y otros.

No cabe duda de que la protección de datos está viviendo un momento de plenitud, y es sobre este momento álgido sobre lo que me gustaría llamar la atención en este artículo. Soy perfectamente consciente del rechazo que genera esta materia, tanto entre el resto de los compañeros que se dedican a otras especialidades del derecho, como entre los clientes o usuarios. Respecto los primeros, supongo que en gran medida es por el conocimiento técnico que subyace en el ejercicio de esta especialidad de la que carece cualquier plan de estudios de derecho, algo que debe ser solucionado cuanto antes. Respecto los clientes, porque la protección de datos es el palo en la rueda en la evolución de sus proyectos y, por último, los usuarios, porque están cansados de aceptar políticas de privacidad cada vez que acceden a un servicio, desde hacer la compra online, hasta ir a la consulta del médico.

Soy consciente del rechazo que genera esta materia, tanto entre los abogados como los clientes o usuarios

Pero más allá de esta percepción, y trascendiendo al ejercicio práctico de nuestro trabajo asesorando en la materia, creo que sí hay varios puntos en los que todos podemos estar de acuerdo. Primero, no cabe duda de que la información mueve el mundo. Cuanta más información y mejor organizada, más fácil es tomar decisiones. Segundo, el uso de las nuevas tecnologías facilita la vida de los usuarios a la vez que sirve a las empresas para obtener valiosa información. Y, por último, emplear esa información de forma indiscriminada pone en peligro la privacidad de los usuarios.

No se trata, por tanto, de impedir que las empresas puedan obtener información para mejorar sus procesos, sino de impedir que lo hagan atentando contra los derechos de los usuarios. Por eso, y aquí es donde siempre pongo el énfasis al hablar de protección de datos, nunca nos podemos olvidar que estamos al servicio de un derecho fundamental.

Foto: Logo de CaixaBank. (Reuters)

Y con esta perspectiva es con la que debemos afrontar, analizar y aplicar todo lo que está por venir: un tsunami de normativa que intenta poner orden en la utilización de los datos con tecnologías como la inteligencia artificial, el blockchain o los 'data spaces', técnicas de reconocimiento facial y otros complejos tratamientos, a través del Reglamento sobre el respeto de la vida privada y la protección de los datos personales en el sector de las comunicaciones electrónicas (más conocido como e-Privacy), el Reglamento relativo a la gobernanza europea de datos, el Reglamento relativo a un mercado único de servicios digitales o el Reglamento sobre inteligencia artificial.

Si a esta batería de normas se le añade el momento de transformación digital e innovación tecnológica que estamos viviendo, y que se verá acelerada por la asignación de los fondos europeos Next Generation, sin duda prometen ser tiempos convulsos que supondrán todo un reto para el legislador, para las empresas directamente afectadas y para los profesionales de la privacidad. Como decía al principio, es emocionante ser testigos de la consolidación de esta disciplina, que hace apenas 16 años no tenía ni siquiera un día de referencia en el calendario.

* Paloma Arribas del Hoyo es socia de Baylos.

En 2006 se proclamó el 28 de enero como el Día Europeo de la Protección de Datos. Han cambiado mucho las cosas en estos 16 años. Podríamos hablar del grado de implantación real del Reglamento General de Protección de Datos, del resultado de la potestad sancionadora de las agencias de protección de datos europeas (que han aumentado un 521% en el año 2021), de las deficiencias acusadas por el sistema de ventanilla única o de si existe un mundo post Schrems II. Sin duda todos ellos temas apasionantes que ocupan interesantes artículos y que prueban que el ejercicio real del derecho a la protección de datos está aún aterrizando.

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