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El reparto de la herencia: la guerra en tu propia casa
En la mayoría de las ocasiones, los herederos están dispuestos a dejarse la herencia en abogados, peritos y procuradores con tal de que le den la razón
Muchas veces me pregunto: ¿por qué el procedimiento de la herencia que aparentemente es sencillo, salvo testamentos con algunas complejidades, se transforman en procesos costosísimos y de muy larga duración? No estamos en el momento de la planificación de la herencia, sino en el momento posterior en el reparto. La frase de "sois familia hasta que el testamento os separe" se vuelve a menudo una realidad más habitual de lo que nos gustaría y montamos una pequeña guerra en nuestra familia.
El procedimiento judicial no deja de ser la realización de un inventario, un avalúo y después un reparto en las proporciones fijadas en testamento o si no en la ley: partes iguales entre los herederos. Pero es normal que, en la mayoría de las ocasiones, los herederos estén dispuestos a dejarse la herencia en abogados, peritos, contadores partidores y procuradores, con tal de que a uno le den la razón, que es lo que a veces se busca.
No estamos tratando en este artículo los casos de ocultación o sustracción de bienes por algún heredero, ni otros supuestos de mala fe. Sin embargo, para conseguir un efecto parecido, en ocasiones se utilizan diversas técnicas con el fin de dilatar el procedimiento, como sobrevalorar un determinado objeto, hacer 'casus belli' la obtención de un determinado bien porque sabemos que otro heredero lo pretende, dar un valor emocional sobredimensionado, etc.
Las causas de por qué no se llegan a acuerdos suelen ser diversas, unas veces por envidia, tanto presentes como pasadas, otras veces la ira o rencor almacenados salen a la luz. Algunas de las expresiones habituales en el despacho son: "mi padre no me quería", o "te quería más a ti que a mí"; "tú no has trabajado nunca y ahora te han beneficiado en la herencia" o "tú no has cuidado nunca a nuestros padres, yo me he ocupado siempre y ahora solo quieres el dinero", etc. Todos esos sentimientos afloran o son arrojados al otro en el momento del reparto.
En estos casos, si como abogado no se consigue un acuerdo, lo mejor para los herederos es acudir a una mediación, porque los resultados en ambos casos son espectaculares y se ha ahorrado a muchos clientes mucho tiempo y dinero. Las dificultades para conseguir al acuerdo viene motivado porque las emociones impiden ver las soluciones claras del asunto. Un mediador bien formado, no los de todo a cien (cien horas online), sabrá tratar el conflicto emocional y, una vez resuelto, o al menos mitigado, es habitual que el reparto de la herencia se consiga en una o dos horas, tras, en muchas ocasiones, años de conflicto.
Otras veces el punto de conflicto es la pura necesidad. Uno de los herederos está en mala situación económica y pretende que la herencia solo la disfrute él porque no tiene otros medios de vida. Es un claro ejemplo el caso de un hombre o mujer soltera que siempre convivió con los padres; un divorciado que volvió a casa de los padres y tiene que afrontar los gastos de alimentos o hipoteca de su familia y expareja o una persona parada de larga duración. Lo que ocurre en estos casos es que, como no tienen nada que perder, estiran el procedimiento judicial todo lo que pueden en perjuicio del resto.
Llega un momento en que, después de una etapa de comprensión, las necesidades de los otros coherederos también les acucia y necesitan la herencia. En este caso, muchos coherederos desconocen que pueden pedir el desahucio del que se ha encastillado en un inmueble, muchas veces sin pagar ni siquiera la comunidad, e incluso una indemnización de daños y perjuicios por el tiempo que han estado privados del uso de la vivienda.
La experiencia nos dice que, en estos casos, una vez producido el desahucio del coheredero, se suele llegar a un acuerdo rápido. También hay que hacer ver al coheredero que se encastilla que todos los gastos y costas acabarán repercutiendo en su cuota hereditaria, por lo que a veces atrincherarse no es buena solución.
Los acuerdos requieren mucho tiempo y dedicación a las partes porque es necesario tratar los sentimientos dolidos para conseguir dicho acuerdo y que puedan ver con claridad los daños y perjuicios que van a sufrir si adoptan una solución poco razonable. Por ello, convertir el reparto de la herencia en una guerra es siempre la peor de las soluciones.
* Arturo Ortiz es socio director de AJM Abogados.
Muchas veces me pregunto: ¿por qué el procedimiento de la herencia que aparentemente es sencillo, salvo testamentos con algunas complejidades, se transforman en procesos costosísimos y de muy larga duración? No estamos en el momento de la planificación de la herencia, sino en el momento posterior en el reparto. La frase de "sois familia hasta que el testamento os separe" se vuelve a menudo una realidad más habitual de lo que nos gustaría y montamos una pequeña guerra en nuestra familia.