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Bale y la cláusula anti-caraduras

La NBA prevé las 'stretch provision', cláusulas para evitar que los clubes se encuentren atados a contratos en exceso onerosos con aquellos que no rinden según lo esperado

Foto: Uefa nations league - wales training
Uefa nations league - wales training

No es el primer caso ni parece que vaya a ser el último. Con solo mencionar el nombre de Gareth Bale (para los despistados ajenos al mundo del balompié, hablamos de un jugador de fútbol que ha militado hasta ahora en el Real Madrid), a cualquier seguidor se le viene a la cabeza su encomiable entrega cuando acudía puntual a defender a la selección de Gales y su falta del más mínimo compromiso profesional cuando jugaba para el club que le ha pagado todos los meses desde hace ya unos cuantos años. Ante esta tesitura, el aficionado medio se pregunta, no sin razón, si su equipo no podría haber hecho nada para escapar de esta situación o si su única opción era aguantarse de forma estoica hasta que venciese el contrato que los vinculaba.

Resulta que desde una perspectiva meramente jurídica la respuesta parecería clara. Tanto si se analiza el problema bajo el prisma del derecho civil, como si lo hacemos acudiendo al derecho laboral, la entidad blanca habría tenido buenos argumentos para resolver el contrato con su futbolista.

En efecto, el Código Civil prevé de manera expresa la facultad de resolución de un contrato de tracto sucesivo si una de las partes incumple de modo reiterado, lo cual supone a menudo la única solución para evitar el desequilibrio sobrevenido entre las obligaciones de los dos contratantes, al quedarse el que cumple sin recibir la contraprestación que le es debida y que sirve para balancear el contrato.

Foto: Bale, tras ganar la Champions con el Madrid. (Reuters/Lee Smith)

Por otro lado, resulta evidente que, en aplicación del derecho laboral, una de las causas típicas de despido, aplicable asimismo a relaciones laborales con deportistas profesionales, es el incumplimiento grave de sus obligaciones por el empleado, el jugador en esta ocasión. Y es difícil no considerar que el delantero del Madrid no haya estado incumpliendo desde hace tiempo, cuando en ocasiones hasta se ha jactado de ello en público. Entonces, ¿por qué el Real Madrid ha tragado y no ha hecho nada?

La respuesta nos la da el particular ecosistema de la industria del fútbol, mucho menos sofisticado que el de otras organizaciones deportivas. En especial las cuatro grandes ligas estadounidenses (NBA, NFL, NHL y la MLB), que cuentan con múltiples reglas contractuales diseñadas para evitar estos problemas.

Foto: Bale no entró en la convocatoria ante el Betis. (Reuters/Lee Smith)

Un buen ejemplo lo podemos encontrar en la NBA, donde una de las cláusulas habituales para evitar que los clubes se encuentren atados a contratos en exceso onerosos con aquellos que no rinden según lo esperado, sea cual sea la causa, es la denominada 'stretch provision' (literalmente, cláusula de estiramiento), en virtud de la cual una franquicia puede despedir (cortar, en la jerga) a dicho baloncestista, que conserva el derecho a recibir el salario íntegro que le restaba por percibir hasta la finalización del vínculo, pero, y aquí es donde viene el detalle clave, distribuido en el doble de años que le quedaban de contrato más uno. Esto es, volviendo a nuestra querida estrella galesa, si hace dos años el Madrid hubiera tenido a su disposición una regla similar, habría podido despedir al delantero extendiendo el cobro de su contrato a lo largo de cinco años.

Las ventajas de una disposición de estas características son notorias, puesto que el pagador soporta una menor carga salarial anual, lo que le permite pagar más al resto de la plantilla y también tener acceso a fichar a otros jugadores. El deportista, por su parte, sigue cobrando su salario al completo, pero queda marcado, por lo que le será complicado reubicarse. Y las carreras en la élite no son largas.

Foto: El ex guardameta y capitán del Real Madrid Iker Casillas. (EFE/Mariscal)

Un pacto contractual de este tipo podría reforzarse impidiendo al afectado fichar por ningún equipo nuevo durante el tiempo que quedaba hasta la finalización del contrato original (en el ejemplo señalado, dos años, aunque restasen tres adicionales de cobro pendiente una vez aplicada la 'stretch provision'), desincentivando de esta manera la práctica perversa de quedarse de brazos cruzados, al perder esos años de actividad profesional al máximo retorno económico.

Además, sería aconsejable añadir un pacto de salida según el cual, en el caso de que un tercer club accediese a fichar al afectado manteniéndole el salario inicial, se desactivase de modo automático la 'stretch provision'. De esta forma se fomentaría un clima propicio para que el rendimiento deportivo aumentase, dado que la única vía para lograr salir de esa situación de reducción de ficha sería jugando mejor.

Foto: Bale celebra su gol de chilena ante el Liverpool. (Reuters/Hannah McKay)

Pero no seamos ingenuos. El mundo del fútbol no es la NBA, donde hay una sola liga con poder absoluto de decisión y no decenas de federaciones implicadas. La existencia de una patronal fuerte y cohesionada, contrarrestada por un sindicato de jugadores igual de poderoso (no hace falta más que recordar los 'lock out' de las temporadas 98-99 y 2011-2012, que mantuvieron parada durante meses la competición) favorece la creación de reglas justas y equilibradas, que protegen tanto a las franquicias como a los baloncestistas. No olvidemos, además, que tampoco hay casi dinero en juego por traspasos, lo que elimina el interés cruzado de agentes y otros actores.

Así que en esas estamos. En un mundo en el que el poder del jugador y de sus agentes cada vez es mayor y en el que los equipos se encuentran atados de pies y manos, en especial los que únicamente viven de ingresos típicos (los derivados de la propia competición), con unas finanzas cada vez más precarias y en muchos casos perennemente deficitarias.

En conclusión, me temo que, por lógico que nos parezca hacer las cosas de otra manera y por mucho que existan espejos donde mirarse, mientras haya tantas partes ya viciadas que sacan partido del sistema, será imposible la aplicación de conceptos como la 'stretch provision' o, por ser un poco más ácidos, cláusula anti-caraduras. Los Bale del mundo pueden dormir tranquilos.

* Javier Vasserot es abogado y escritor.

No es el primer caso ni parece que vaya a ser el último. Con solo mencionar el nombre de Gareth Bale (para los despistados ajenos al mundo del balompié, hablamos de un jugador de fútbol que ha militado hasta ahora en el Real Madrid), a cualquier seguidor se le viene a la cabeza su encomiable entrega cuando acudía puntual a defender a la selección de Gales y su falta del más mínimo compromiso profesional cuando jugaba para el club que le ha pagado todos los meses desde hace ya unos cuantos años. Ante esta tesitura, el aficionado medio se pregunta, no sin razón, si su equipo no podría haber hecho nada para escapar de esta situación o si su única opción era aguantarse de forma estoica hasta que venciese el contrato que los vinculaba.

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