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Alfabetización en IA: más que una obligación legal, una oportunidad
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Alfabetización en IA: más que una obligación legal, una oportunidad

La obligatoriedad del artículo 4 del Reglamento de IA no debe entenderse como un trámite más, una carga legal más, sino como una oportunidad

Foto: El Reglamento IA exige una serie de obligaciones a las empresas.
El Reglamento IA exige una serie de obligaciones a las empresas.

La Inteligencia Artificial (“IA”) sigue siendo la revolución tecnológica del momento. Y lo que queda. Es un cambio de profundo calado. Lo sabemos, intuimos y lo experimentamos a diario en el incremento de eficiencia y productividad en muchas de las tareas que acometemos.

Pero, como reza el dicho, todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. Para los juristas, la fascinación de la IA ha venido acompañada por la intriga sobre los potenciales problemas jurídicos que puede traer consigo. Conflictos que ya están apareciendo en esta primera etapa de adopción de la IA en la sociedad, y que no se resolverán, en buena parte, hasta que muchas de las incógnitas, interpretaciones y dudas se resuelvan por los reguladores o los jueces.

El legislador, a su vez, se ha puesto manos a las obras. Y, casi preventivamente, se ha apresurado a aprobar una regulación integral sobre la IA o, mejor dicho, sobre los usos de la IA en la sociedad, antes incluso de que la IA se haya desplegado de forma masiva en toda la sociedad y las empresas. Es una regulación pionera, sin duda, que ha abierto el debate sobre si tanta urgencia no puede suponer un freno o un desincentivo para crear y utilizar sistemas de IA.

Pero, entre tantas medidas y obligaciones, destaca una que ya resulta de aplicación desde el pasado 2 de febrero: la obligación de todo proveedor y empresa usuaria de IA (responsable del despliegue) de formar a sus empleados en el uso correcto de la IA.

Es una norma imperativa, una obligación que impone a las empresas a adoptar medidas para garantizar que, en la mayor medida posible, su personal y demás personas que se encarguen en su nombre del funcionamiento y la utilización de sistemas de IA tengan un nivel suficiente de alfabetización en materia de IA, teniendo en cuenta sus conocimientos técnicos, su experiencia, su educación y su formación, así como el contexto previsto de uso de los sistemas de IA y las personas o los colectivos de personas en que se van a utilizar dichos sistemas.

Como se desprende del artículo 4, esta obligación otorga a las empresas un margen de actuación para adaptarla a diversos parámetros. En términos generales, se exige informar y formar a los empleados en el uso de las herramientas de IA que la empresa ponga a su disposición, ajustando la capacitación según el tipo de IA, la función a desempeñar, y la experiencia o conocimientos previos del personal. Es decir, cada empresa debe crear un plan de alfabetización en IA que no solo cumpla con esta obligación legal, sino que también actúe como catalizador para la implantación de la IA, maximizando sus beneficios y minimizando los riesgos potenciales.

Esta obligación nos empuja a comprender los fundamentos tecnológicos mínimos de la IA, ser capaces de interpretar los resultados y, por supuesto, conocer las implicaciones éticas y legales que conlleva la adopción de la IA en las tareas y actividades profesionales. Aunque se presente como un requisito legal, resulta evidente que puede ayudar a impulsar la modernización interna de las organizaciones al fomentar la adquisición de competencias que, a la larga, repercuten en la optimización de los recursos, la generación de valor y la reducción de riesgos. Cada vez más, la competencia en el mercado pasa por la habilidad de aprovechar la IA para desarrollar productos y servicios innovadores; por lo tanto, disponer de equipos formados se convierte en un factor determinante de competitividad.

De nuevo, la obligatoriedad del artículo 4 del Reglamento de IA no debe entenderse como un trámite más, una carga legal más, sino como una oportunidad para diseñar una estrategia formativa sólida, alineada con la cultura y política interna de la compañía de uso de IA y la visión de la empresa. Contar con profesionales competentes minimiza la curva de aprendizaje, reduce errores y fomenta la innovación. Además, permite detectar sesgos, proteger la privacidad de los datos y anticipar posibles conflictos éticos o jurídicos, reforzando la reputación corporativa y la confianza de todos los stakeholders de la organización.

La formación en IA incide de manera transversal: desde la selección de personal hasta el análisis de predicciones financieras. Por ello, resulta esencial adaptar la capacitación a las responsabilidades y conocimientos de cada puesto, evitando la sobrecarga de contenidos y optimizando recursos. Además, la alfabetización en IA no puede ser estática: la rápida evolución tecnológica exige actualizarse constantemente, incorporar innovaciones con cierta agilidad y cumplir al mismo tiempo con las exigencias legales.

Asimismo, para complementar el contenido de esta obligación, la Oficina de IA de la Unión Europea ha publicado una serie de ejemplos de planes de formación en IA de empresas adscritas al Pacto de la IA. Ejemplos, no vinculantes, que pueden inspirar y servir de espejo para la creación y desarrollo de los planes de formación en IA de las organizaciones.

En conclusión, la exigencia legal de alfabetización del Reglamento de IA impulsa un marco sólido de gobernanza tecnológica a largo plazo. La experiencia muestra que la IA, cuando se aplica con criterio, incrementa la eficiencia, la calidad y la productividad, convirtiendo la formación en un factor clave para la adopción estratégica y la diferenciación competitiva. Prepararse con antelación marcará la diferencia entre considerar esta obligación como un obstáculo, o convertirla en una verdadera oportunidad de crecimiento.

*Carlos Rivadulla, abogado y manager de Ecija

La Inteligencia Artificial (“IA”) sigue siendo la revolución tecnológica del momento. Y lo que queda. Es un cambio de profundo calado. Lo sabemos, intuimos y lo experimentamos a diario en el incremento de eficiencia y productividad en muchas de las tareas que acometemos.

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