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El año del águila imperial: el renacer de la gran rapaz mediterránea se consolida
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Jose Luis Gallego

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El año del águila imperial: el renacer de la gran rapaz mediterránea se consolida

Aunque el grave deterioro de Doñana amenaza uno de sus territorios más importantes, el águila imperial ibérica recupera sus dominios en la península: su único lugar en el mundo

Foto: Ejemplar de águila, con sus característicos hombros blancos. (iStock)
Ejemplar de águila, con sus característicos hombros blancos. (iStock)

El águila imperial ibérica, especie endémica de nuestra península, figuraba a principios de los años ochenta entre las rapaces más amenazadas del planeta. El censo realizado por uno de los mejores naturalistas que ha dado nuestro país, el recientemente desaparecido Jesús Suso Garzón, había disparado todas las alarmas. Con menos de cuarenta parejas, la situación de la especie era más que delicada y parecía directamente abocada a la extinción.

Recuerdo una conversación con Suso en aquellos años, mientras controlábamos un nido de imperiales ubicado sobre una majestuosa encina de Monfragüe, en el corazón verde de Extremadura. Con las palabras entrecortadas por la emoción, la de contemplar a una de las escasas parejas que quedaban en el planeta, le pregunté a Suso cómo veía él la situación de la especie, y me respondió que mal, "muy mal". En aquellos años Garzón era, junto a Tono Valverde y Félix Rodríguez de la Fuente, la figura más representativa del naturalismo español y el mayor experto en rapaces.

Monfragüe también se enfrentaba por entonces a una grave amenaza: la de los especuladores forestales que querían convertir aquel paraíso natural, una de las mejores representaciones de bosque mediterráneo del continente, en un inmenso eucaliptal. "Si no actuamos rápido, es posible que la perdamos para siempre, a ella y a sus dehesas", me confesó Garzón. Pero se actuó: rápido y bien. Buena prueba de ello es que Monfragüe es hoy en día Parque Nacional y Reserva Mundial de la Biosfera el águila imperial ibérica, nuestra emblemática Aquila adalberti, ha dejado de estar en situación crítica. Algo que no ha resultado fácil.

Foto: Fotografía de Félix Rodríguez de la Fuente cedida por RTVE .(EFE)

Hay que tener en cuenta que hasta 1983 el uso de veneno en el campo, una de las mayores amenazas para la vida silvestre, estaba autorizado en España. A finales de los ochenta se aprueban los primeros planes coordinados entre las autonomías y el Gobierno central para salvar a la especie de su inminente desaparición. En 1990 se crea el Catálogo Español de Especies Amenazadas, donde el águila imperial aparece catalogada como "especie en peligro de extinción".

En 2001, la Comisión Nacional de Protección de la Naturaleza puso en marcha la primera Estrategia para la Conservación del águila imperial ibérica en España. Para entonces la población se había logrado recuperar levemente, estabilizándose en torno a las 140 parejas (unos años más, otros menos), un número demasiado bajo para considerarla fuera de peligro.

placeholder El águila imperial ibérica empieza a remontar el vuelo en España. (EFE/Ángeles Visdómine)
El águila imperial ibérica empieza a remontar el vuelo en España. (EFE/Ángeles Visdómine)

En 2010, pese a los muchos esfuerzos que ya se estaban llevando a cabo, como la modificación de las líneas eléctricas de alta tensión (su mayor enemigo), tan solo se había logrado elevar la población hasta las 260 parejas en España, a las que había que sumar otras cuatro en Portugal. El águila de hombros nevados, una rapaz exclusiva de la Península Ibérica, no acababa de alzar el vuelo y seguía ocupando los primeros puestos en la lista roja de especies en peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Un éxito de todos

A partir de entonces, gracias al mantenimiento e incremento de las ayudas provenientes de los fondos LIFE de la UE, que empezaron a llegar en 1992, y muy especialmente al trabajo coordinado de las administraciones, se logra acelerar la recuperación de la especie. Todo ello junto a la incansable labor llevada a cabo por las fundaciones particulares, los propietarios de fincas y las organizaciones ecologistas que, como SEO/Birdlife, WWF, Adenex o Ecologistas en Acción, entre muchas otras, han unido sus esfuerzos durante todos estos años con tal afán. Todo ello sin olvidar los esfuerzos en investigación llevados a cabo por las instituciones científicas, con el CSIC al frente.

Como consecuencia de esa gran labor conjunta en 2017 se contabilizaron 536 parejas, y tan solo cuatro años más tarde, en 2021, el grupo de trabajo del águila imperial ibérica, integrado por representantes de las autoridades medioambientales de España y Portugal, censó 841 parejas de águila imperial ibérica: 821 en nuestro país y otras 20 en territorio luso. Unas cifras que, ahora sí, permiten albergar la esperanza de salvar a la gran rapaz del bosque mediterráneo.

placeholder Águila imperial posada en una torre de alta tensión. (SOS Tendidos Eléctricos)
Águila imperial posada en una torre de alta tensión. (SOS Tendidos Eléctricos)

Una sorprendente recuperación que este 2024 han refrendado los gobiernos de las comunidades autónomas que concentran las mayores poblaciones de águila imperial, como Castilla-La Mancha (donde crían la mitad de las nuestras), Extremadura, Castilla y León y Andalucía. Todas ellas han anunciado máximos históricos en el número de parejas. Mención aparte merece la Comunidad de Madrid, donde la población se ha cuadruplicado hasta rondar el centenar de parejas reproductoras.

Como consecuencia de estos buenos datos de recuperación, la UICN ha recatalogado a la especie, rebajando el grado de amenaza para pasarla de 'en peligro' a 'vulnerable'. Habrá que seguir trabajando para reducir las amenazas. El impacto contra las líneas de distribución eléctrica sigue siendo, de lejos, la mayor amenaza para esta y otras grandes rapaces, con casi el 73% de las causas de mortandad no natural. El uso ilegal de veneno en el campo sigue causando el 13% de las muertes, mientras que los disparos de los cazadores furtivos suponen el 5% de las bajas.

Foto: Ejemplar de águila imperial ibérica. (SEO/Birdlife-Martín Simón)

Unas amenazas a las que hay que sumar la del impacto del cambio climático en toda su área de distribución, donde está causando sequías cada vez más severas, incendios cada vez más devastadores y olas de calor que provocan altas tasas de mortandad en la fauna silvestre. Un buen ejemplo es la situación que está atravesando la especie en el Parque Nacional de Doñana, uno de sus territorios más emblemáticos y que está atravesando el peor momento de su historia debido al calentamiento global y la sobreexplotación de los acuíferos.

En cualquier caso, y aunque la experiencia aconseja ser precavidos, lo cierto es que, a la espera de los datos oficiales, es más que probable que el águila imperial ibérica cierre este 2024 con una población que por primera vez en la historia reciente supere las mil parejas. Algo impensable hace apenas unas décadas, cuando el bueno de Jesús Garzón recorrió nuestras serranías y alertó sobre su ausencia en la mayor parte de su área de distribución. Unos territorios que hoy en día, y gracias al esfuerzo de todos, vuelven a ocupar.

El águila imperial ibérica, especie endémica de nuestra península, figuraba a principios de los años ochenta entre las rapaces más amenazadas del planeta. El censo realizado por uno de los mejores naturalistas que ha dado nuestro país, el recientemente desaparecido Jesús Suso Garzón, había disparado todas las alarmas. Con menos de cuarenta parejas, la situación de la especie era más que delicada y parecía directamente abocada a la extinción.

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