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La nueva movilidad urbana y la calidad del aire, en manos de la DGT
La entidad lidera la reforma del actual sistema de etiquetado de vehículos. Satisfacer determinados intereses o ser incoherentes podría dar al traste con medidas como la implementación de Zonas de Bajas Emisiones
La Dirección General de Tráfico recibió en mayo del pasado año el encargo de reformar y actualizar el sistema de distintivos ambientes que categoriza a los vehículos en función de su eficiencia energética. Se trata de un etiquetado que, en vigor desde 2016, ya está desfasado e ignora importantes problemas que, ahora, deberían de solucionarse, a la vez que se adapta al contexto actual y a los nuevos escenarios a futuro.
Según la propia institución, “la clasificación del parque tiene como objetivo discriminar positivamente a los vehículos más respetuosos con el medio ambiente y ser un instrumento eficaz al servicio de las políticas municipales”. La realidad actual es bien diferente, puesto que este sistema no tiene en cuenta las emisiones de CO₂ de los vehículos y permite la inclusión, dentro de las categorías 0 y ECO, de vehículos a gas, híbridos, SUV -cuya utilización conlleva emisiones contaminantes elevadas- e híbridos enchufables.
"La Dirección General de Tráfico, a día de hoy, tiene en sus manos dar un mensaje rotundo sobre la nueva movilidad urbana"
La masiva utilización de combustibles fósiles es la causa principal del calentamiento global del planeta, pero también de la mala calidad del aire que respiramos en nuestras ciudades. Además del CO₂, los óxidos de nitrógeno (NOx) y las partículas (PM) son contaminantes atmosféricos altamente nocivos para la salud. Su incidencia es especialmente preocupante en los núcleos urbanos, donde su concentración es elevada. De hecho, en la mayoría de las ciudades se superan constantemente los valores marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Este mismo organismo, la Agencia Europea del Medio Ambiente y varios estudios coinciden en asociar a la contaminación atmosférica provocada por el uso de combustibles fósiles más de 400.000 muertes prematuras en Europa y más de 30.000 en España. Tampoco nos debemos olvidar de los problemas de salud generados por los niveles de ruido. Revertir esta situación es un reto. Para lograrlo, entre otras medidas, España apuesta por la implementación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), pero para garantizar su eficacia es indispensable disponer de unas etiquetas de vehículos coherentes.
Antes de 2023, los municipios de más de 50.000 habitantes (un total de 149, según datos de 2020 del INE, que suman el 53,1% de la población total de España), deberán ponerlas en marcha, tal y como establece la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y el Plan Nacional de Energía y Clima (2021-2030). Esta obligación se extiende también a territorios insulares y a municipios de más de 20.000 habitantes que tengan problemas de calidad del aire.
Los beneficios son múltiples, ya que son una herramienta clave no solo para reducir la contaminación atmosférica y las emisiones de CO₂, contribuyendo a una movilidad urbana sostenible, sino también para transformar las ciudades en espacios que provean de calidad de vida y atiendan la salud de sus habitantes. Para asegurar su buen funcionamiento es imprescindible diferenciar de manera clara a los vehículos por su potencial contaminador real, teniendo en cuenta las emisiones de CO₂ y las de NOx y PM.
En este contexto, el sistema de etiquetado es el principal instrumento del que dispondrán los ayuntamientos para aplicar los criterios de restricción. Por ello, es imprescindible que su reforma y actualización incorpore un umbral de emisiones de CO₂, disponga de una categoría 0 -que realmente haga justicia a su nombre y solo incluya a aquellos vehículos con unas emisiones nulas 'in situ'-, y se elimine la engañosa etiqueta ECO creando un nuevo distintivo, entre otras medidas.
La DGT, a día de hoy, tiene en sus manos dar un mensaje rotundo sobre la nueva movilidad urbana. Recordemos que España quiere ser climáticamente neutra en 2050, y es innegable que las ciudades tienen un papel fundamental ante este objetivo, fomentando la movilidad limpia y activa, el transporte público, la reducción del vehículo privado, etc. Reformar coherentemente el sistema de etiquetas es de vital importancia para acompañarlas en este proceso, generando claridad, un cambio de hábitos y haciendo que sean de verdad una referencia efectiva que contribuya a la lucha contra el cambio climático.
Cristian Quílez es experto en Políticas Públicas en ECODES.
Mario Rodríguez es el director del área de Políticas Públicas y director asociado de Transición Justa y Alianzas Globales de ECODES
La Dirección General de Tráfico recibió en mayo del pasado año el encargo de reformar y actualizar el sistema de distintivos ambientes que categoriza a los vehículos en función de su eficiencia energética. Se trata de un etiquetado que, en vigor desde 2016, ya está desfasado e ignora importantes problemas que, ahora, deberían de solucionarse, a la vez que se adapta al contexto actual y a los nuevos escenarios a futuro.