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Buscando a Afrodita en una zanja
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Miguel de Juan Fernández

A Bordo del Argos

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Buscando a Afrodita en una zanja

“Feliz aquél, quien cuando recorre de la vida los senderos recibe de los dioses aliento y esperanza pues vos, que perdisteis a Diana en el albero ved que encontráis

“Feliz aquél, quien cuando recorre de la vida los senderos recibe de los dioses aliento y esperanza pues vos, que perdisteis a Diana en el albero ved que encontráis a Afrodita en una zanja”

Vivimos unos años que serán recordados durante generaciones al igual que recordamos la Gran Depresión… es natural, nos encontramos en medio de la más tremenda crisis financiera desde aquélla y teniendo en cuenta la fragilidad de la memoria y las pocas ganas en aprender de los hechos del pasado es lógico que nos preguntemos qué va a pasar con nosotros, qué podemos hacer para sobrellevarlo, ¿seguiremos vivos? ¿acabará el mundo? ¿los marcianos serán verdes? Pero no hay que desfallecer en nuestro caminar por los senderos pues debemos seguir buscando el aliento y la esperanza.

Ese aliento y esperanza nunca debe ser el optimismo inocente o insensato del que espera que todo salga de la forma que a él más le apetece simplemente porque, como decía Nicholson en Algunos hombres buenos: “Tú no eres capaz de afrontar la verdad”. Si hemos de salir bien hemos de afrontar las cosas incluyendo su lado malo… que las tienen. El problema de muchos inversores es que están deseando creerse lo que desde el sector financiero están ansiosos de explicarles: que sí, que hay riesgos, por supuesto…menos con nuestra entidad. No podemos pretender invertir hoy y esperar que el futuro sea exactamente como lo imaginamos, pregúntenle a la lechera del cuento qué tal le fue… y la salida de ésta es parecida, volveremos a los fundamentales y esos fundamentales existen al menos desde que en 1934 se publicó Security Analisys. Esta época de crisis en la que estamos al menos desde que la quiebra de Countrywide Financial dio el primer aviso a principios de 2007, Febrero creo, es complicada, dolorosa pero a la vez apasionante y, como dice Warren Buffett, estamos viendo quién nadaba desnudo -y sigue haciéndolo- y la vista… buff la vista… es tremenda.

Y parte de esta deprimente visión -siendo generosos- se debe a que los principales causantes de que se iniciara y haya continuado y siga sin verse salida a corto plazo, continúan viéndose en el papel protagonista. Pero los inversores tenemos muy poca memoria y tratan de aprovecharse de ello los mismos que la originaron ¿verdad Greenspan y Krugman, verdad Clinton y la derogación del Acta Steagall-Glass, verdad banca privada y el malhadado VaR y tantas otras falacias? Y tanto se aprovechan que los tres ámbitos siguen metiendo miedo si la solución no parte de ellos mientras no dejan que el mercado se ajuste por sí mismo siguiendo los ejemplos de países como Islandia, Estonia o demás que ajustaron privadamente, sufrieron a corto plazo un buen chaparrón en forma de caída brusca del PIB pero, una vez saneados, empezaron a crecer de nuevo. Mientras ellos aprendieron de la crisis de 1920-21 nosotros seguimos replicando, con ligeras diferencias, la Gran Depresión. ¿Piensan que aquélla se agravó por la deflación provocada por la desaparición de un 30% de la masa monetaria? Pues aquí los bancos centrales -principales causantes- vienen a salvarnos con enormes inyecciones de dinero, pero el efecto final -dado que no sale del circuito bancario- sigue siendo deflación en la economía real y así tantas otras.

Y mientras los inversores siguen danzando entre el pánico y la euforia en que se mueve el Sr. Mercado, hoy en día están tomando algunas decisiones que, con el tiempo, se probarán erróneas. En Junio y Julio de 1932, cuando el Dow había caído casi un 90% desde el Crash (¿se imaginan el Ibex 35 en 1.600 puntos?), Graham escribió una serie de artículos en los que pretendía mostrar cómo el pánico de los inversores estaba haciendo que el 30% de las empresas cotizadas lo estaba haciendo por debajo de su nivel de liquidación, y muchas por debajo del importe que tenían en caja. Hoy la situación no es tan extrema, pero aún así sigue habiendo bastantes empresas que están cotizando en niveles muy alejados de su valor intrínseco y algunas por debajo de la caja neta de toda la deuda. Cuando el pánico se adueña del mercado, los inversores que casi nunca ven las acciones como lo que son: partes alícuotas del capital de una empresa que fabrica y vende algo, pierden toda noción de ser socios de una empresa real y se lanzan a refugiarse en cualquier activo que les evite ver menores cifras en su patrimonio a corto plazo. Y en esta huída se lanzan a activos que no es que están caros, es que están carísimos como la renta fija, tanto gubernamental como privada.

Gran parte de la culpa de este saltar de Guatemala para acabar en Guatepeor la tienen los bancos centrales por su política de bajos tipos de interés. Al no encontrar suficiente rentabilidad a corto plazo han de lanzarse en brazos de productos con mayor riesgo que la liquidez (y ahora vemos que no vale cualquier liquidez). Otra parte de la culpa la tiene el mundo académico por dar pie al financiero a buscar las llaves debajo de la farola porque es donde hay luz, si recuerdan el chiste del borracho. Por ello cuando nos vendían la baja correlación de activos o el poco riesgo de tal o cual emisión, vemos ahora cuán poco fiable era la frontera eficiente y los métodos de superarla que utiliza la banca privada. ¿Baja correlación? Ja, pereza al medir si acaso y el informe de HSBC al respecto no hace más que corroborar lo que ya decía Graham en los años 30.

Desde la borda del Argos intentaremos en lo posible recordar que si tenemos una empresa en nuestra cartera son sus negocios lo que nos importa no la cotización diaria y si es renta fija- convertibles, senior, preferentes, secured... es el riesgo del emisor el principal y no tanto la rentabilidad potencial o la nominal que nos ofrece. Hablaremos también de deuda distressed o en problemas. Pero como consejo general recuerden el dicho: Manolete, Manolete, si no sabes torear pa´qué te metes. Y si ustedes no saben torear o no se sienten lo suficientemente cómodos con el producto que se les pone delante de los ojos… no inviertan. El riesgo principal será que dejen de ganar algo pero la ventaja principal es que podrán dormir tranquilos. No todo irá bien, pero NADIE puede garantizarles que todo vaya a ir bien.

Espero que la visión desde la borda del Argos -el navío formado por los mejores argonautas que un Jasón pueda tener- esté libre de nieblas y pueda ser una buena guía para los inversores.

Al igual que Stewart Granger en la película de 1952 Scaramouche cuyos versos iniciaban este primer artículo, intentaremos a partir de estas líneas ayudar a encontrar a Afrodita aunque sea en una zanja.

Bienvenidos al Argos y nos vemos en quince días.

“Feliz aquél, quien cuando recorre de la vida los senderos recibe de los dioses aliento y esperanza pues vos, que perdisteis a Diana en el albero ved que encontráis a Afrodita en una zanja”