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Todo esto puede pagarse muy caro
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Carlos Doblado

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Todo esto puede pagarse muy caro

Debo decir que podemos estar en la antesala de un fuerte dolor. Hágame caso: no descarte NADA. Europa ha puesto ya la vista en sus soportes estructurales, los que Italia y los bancos ya se han dejado

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

No me distingo por ser bajista desde hace años. Algunos me consideran hoy, incluso, un siempre alcista. Recuerdo la primera década del siglo, entonces algunos periodistas financieros me consideraban un oso impenitente. No era cierto tampoco. Intento moverme en el ciclo, sin olvidar, ni siquiera en aquella década maravillosa para los chartistas que fue 2000-2010, que los índices de renta variable suben a largo plazo y eso da cierta ventaja a uno de los dos lados. Es algo tan evidente que parece mentira que tanta gente lo ignore durante su vida. Me es imposible ser bajista hoy, soy un seguidor de tendencias. Sin embargo, debo decir que podemos estar en la antesala de un fuerte dolor.

Durante el último año y medio hemos seguido tenido un mercado americano muy consistente, acompañado por Japón y emergentes. Solo Europa se desvió del camino. Y tampoco toda. Desde primeros de año, sin embargo, hemos visto como los emergentes perdían su estrella. Japón también ha perdido brillo, aunque menos que Europa aunque viene de más arriba habiendo batido cómodamente los altos de 2015.

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Debo decir que julio me dejó confiado, me gustó mucho lo que vi. El mercado norteamericano estaba listo para intentar batir de forma general sus altos históricos, cosa que ha sucedido incluso ampliamente en algunos índices, y los bancos dejaban un patrón envolvente mensual en zona de gran soporte en medio/largo plazo. Los primeros días de agosto levantaron sin embargo la liebre: el hundimiento del MIB italiano continuó y se perdía la zona de contención que suponen de modo general los mínimos de marzo a nivel general: los 740 del Stoxx600 total return si atendemos a las acciones europeas como un todo. Apunte ese nivel, porque para mí va a ser el nivel de cambio de opinión para trading en tendencia a meses vista.

Pero agosto fue algo más que un dolor de cabeza a la italiana. Los bancos cayeron de principio a fin de mes y anularon el patrón de julio sin contemplaciones. Por primera vez desde 2015 los bajistas han conseguido algo realmente impresionante en tendencia, pues esos niveles son equiparables a los citados 740 del stoxx600.

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Y sin embargo, Wall Street vivió un agosto de gloria. Casi de principio a fin, pues la última semana arrancó con un hueco alcista para despliegue de una clara vela blanca con la salvedad del Dow Jones Industrial, que es por otro lado el único de los grandes índices que no ha marcado altos históricos por encima de los de febrero en versión total return.

Sin embargo, como ya sucediera en los primeros compases del año, la volatilidad se mostró no solo incapaz de acompañar al mercado con descensos sino que fue ligeramente ascendente; lo que junto a un Investors Intelligence de nuevo por encima de 40 en su diferencial bull/bear suponen una advertencia contra los que hemos estado apostando por la subida libre aunque no se configure un escenario de sentimiento inversor extremo ideal para un zarpazo bajista de mayor calado que el que se viera en febrero (y que resultó bastante esperable).

Esos huecos semanales de finales de agosto se han cerrado compulsivamente en la tecnología, el último lugar donde uno esperaba ver semejante presión tras la última semana de agosto (lo que recuerda también a lo sucedido en la primera semana de febrero), quedando solo cubiertos en el conjunto de la renta variable. No podemos desdeñar la posibilidad de que se trate de huecos de agotamiento en zonas de muy considerable resistencia horizontal o ascendente.

Europa, mientras tanto, no perdió la oportunidad de hacernos sufrir perforando algunos soportes intermedios —Italia y bancos ya han perforado los mínimos de marzo, insisto—. El IBEX35 ataca el mínimo anual tras confirmar esta semana una formación de tipo cabeza y hombros (HCH) en continuidad dentro del proceso de ajuste que empezó en el segundo trimestre de 2017. El mínimo anual no se ha perdido en versión total return. Si dijera que no huele mal me estaría engañando a mí mismo…

Sudor frío en cualquier caso, y la clara idea de que si Wall Street fracasa a estas alturas se puede enfrentar en cualquier momento el inicio de una corrección hasta los mínimos del ejercicio sin que nada se rompa en tendencia… ¿Qué será del resto de la renta variable en ese entorno? Hágame caso: no descarte NADA. Europa ha puesto ya la vista en sus soportes estructurales, los que Italia y los bancos ya se han dejado. Si el mercado norteamericano hiciese lo mismo —apunte el 17,740 del Dow Jones de Transportes en su versión total return como nivel bajo en el cual se encienden las alarmas muy claramente— el dólar en las partes débiles del mercado, entre las que nos encontramos, va a ser de los que llevan a alguno al hospital.

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No me distingo por ser bajista desde hace años. Algunos me consideran hoy, incluso, un siempre alcista. Recuerdo la primera década del siglo, entonces algunos periodistas financieros me consideraban un oso impenitente. No era cierto tampoco. Intento moverme en el ciclo, sin olvidar, ni siquiera en aquella década maravillosa para los chartistas que fue 2000-2010, que los índices de renta variable suben a largo plazo y eso da cierta ventaja a uno de los dos lados. Es algo tan evidente que parece mentira que tanta gente lo ignore durante su vida. Me es imposible ser bajista hoy, soy un seguidor de tendencias. Sin embargo, debo decir que podemos estar en la antesala de un fuerte dolor.