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Exceso y resaca en el mercado
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Javier Molina

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Exceso y resaca en el mercado

En 2016 hemos visto desde volatilidad con momentos de pánico, hasta rotación por el camino de sectores defensivos a cíclicos. Extraña paz la que se vive ahora en los mercados

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Colonia de Sant Jordi, Mallorca. 10:30h del primer día de 2017. El mar se ve tranquilo y con ese color característico del mediterráneo balear que a tantos ha enamorado. Se respira una paz que para nada coincide con la que se siente en los meses de verano. Bueno, ya en los meses de primavera hasta bien entrado el otoño. En la facultad de económicas, rama turística, siempre nos contaron la necesidad de lograr extender la temporada como fuente de riqueza para las islas y para el país. Parece que se ha conseguido cierto tiempo después. Pero todo avance cuenta, como siempre, con su parte negativa o de daños colaterales. Desde que uno ya no viene a pasar el verano a las islas dada la saturación existente, hasta la manifestación de una parte de la población en contra de un crecimiento descontrolado del turismo. Los excesos, como en todo, se terminan pagando.

Y esa misma sensación encontrada, presentan los mercados una vez cerrado ya 2016. Sin duda, uno de los más apasionantes ejercicios que recuerdo. Hemos visto desde volatilidad con momentos de pánico, hasta rotación por el camino de sectores defensivos a cíclicos, sin olvidar por supuesto, el aprender a convivir y asumir los eventos políticos como eventos pasajeros. Extraña paz la que se vive ahora en los mercados. Como en las Islas. La ausencia de turistas convierte el caos en una especie de soledad estremecedora.

Los índices USA terminan el año todos en positivo. El oro, tras llegar a ganar más de un 25%, regresa al final al origen. Los bonos, manifiestan ya claramente un cambio de tendencia entrando en terreno negativo. Nuestro Ibex, en total return, acaba en positivo. Nada mal para un ejercicio que se intuía al principio, ciertamente complicado.

Así las cosas, nos plantamos en 2017 con Trump en la presidencia de Estados Unidos, con un panorama político incierto en Europa, con un USD que tocará la paridad con el Euro, con unas políticas económicas de los principales bancos centrales (USA, Europa, Japón y China) ahora enfrentadas y con un precio del petróleo al alza.

Además, activos como el bitcoin al que se le pronosticaba una muerte próxima, está en máximos históricos al tiempo que coincide, curiosamente, con un oro a la baja.

Estos dos activos alternativos de intercambio, parecen vivir momentos totalmente opuestos. Mientras que la criptomoneda empieza a estar más y más aceptada como medio de pago, el oro parece acusar el envejecimiento que sacude a todo activo. Los chinos, los rusos y hasta los venezolanos, han visto en el bitcoin la forma de escapar a la fuerte regulación local y como una forma de acumular riqueza. Y eso ha desplazado al oro que era, hasta hace poco, el activo refugio para esa parte de la población. Obviamente, las restricciones del lado de la oferta de la criptomoneda explican parte del alza de precios, pero es para este ejercicio, otra de las razones que parece llevará los precios aún mucho más arriba. Lo nuevo reemplaza a lo viejo.

Enfrentados ahora a la toma de posiciones para 2017 y asumiendo que muchas predicciones van a fallar como siempre, es interesante ver que la mayoría de los analistas se presentan en estos momentos bastante positivos con respecto a los precios de las acciones. Salvo Morgan Stanley que no se atreve y ofrece un rango entre los 1625 y los 3050 puntos para el S6P500, el resto de entidades que juegan a Rappel, se muestran claramente constructivos. Esto coincide con una medida del optimismo inversor que supone el tercer valor más alto de los últimos 12 meses. Según el AAII, el sentimiento alcista es del 45,6% (la media histórica es del 38,5%) mientras que, el bajista, representa sólo un 25,7% (la media es del 30,5%).

Los bajistas piensan que, en el mejor de los casos, el efecto Trump ya está incorporado en los precios actuales y que, nuevas alzas, no parece tengan mucha cabida en un mercado ya muy sobrevalorado. Las medidas fiscales que se esperan pueden, como la política monetaria ultra expansiva que hemos vivido, tener un nulo o mínimo impacto en la economía y, sin embargo, provocar un efecto inflación mayor. Eso puede provocar mayores alzas de tipos de las previstas y favorecer caídas de precios.

Así las cosas, junto al gráfico del balance de activos de la FED que antes hemos visto, tal vez uno debería seguir la evolución del ratio crecimiento/inflación para tener una buena visión del camino que pueden tomar los precios. Un cambio de la correlación de los bonos contra las acciones, de tornarse positivo, se ha demostrado ser siempre negativo para los índices y no sería serio no contemplarlo.

Así que esta vez y para no equivocarme tan pronto, le dejaré a usted valorar si como esta paz mallorquina efímera que disfruto, están las cotizaciones en ese mismo momentum a la espera de la llegada de hordas de noticias y datos no esperados. Esas pistas comentadas deberían servir como indicador adelantado si se utilizan correctamente. Con su permiso, continuaré disfrutando del solecito mientras les deseo otro buen año que, en ausencia de dinero, les depare mucha salud y esperando que los excesos no terminen pagándose por los de siempre.

Colonia de Sant Jordi, Mallorca. 10:30h del primer día de 2017. El mar se ve tranquilo y con ese color característico del mediterráneo balear que a tantos ha enamorado. Se respira una paz que para nada coincide con la que se siente en los meses de verano. Bueno, ya en los meses de primavera hasta bien entrado el otoño. En la facultad de económicas, rama turística, siempre nos contaron la necesidad de lograr extender la temporada como fuente de riqueza para las islas y para el país. Parece que se ha conseguido cierto tiempo después. Pero todo avance cuenta, como siempre, con su parte negativa o de daños colaterales. Desde que uno ya no viene a pasar el verano a las islas dada la saturación existente, hasta la manifestación de una parte de la población en contra de un crecimiento descontrolado del turismo. Los excesos, como en todo, se terminan pagando.

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