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¿Podré pagar con bitcoins en El Corte Inglés?
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Javier Molina

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¿Podré pagar con bitcoins en El Corte Inglés?

El bitcoin prevalece sobre las demás criptomonedas, tanto por su uso como medio de pago como de posicionamiento o especulación en el mundo de las criptomonedas

Foto: Bitcoin. (Reuters)
Bitcoin. (Reuters)

Cuando en febrero de este año me preguntaba si el bitcoin llegaría a los 3.600 dólares caso de aprobarse el primer ETF sobre esa criptomoneda, pocos apostaban por alcanzar ese precio y mucho menos hacerlo de forma rápida. Pero hoy, seis meses después y pese a que se rechazó (de momento) ese instrumento, el bitcoin ya ha superado aquella referencia y la pregunta oportuna pasa por saber si podré pagar con bitcoins (BTC) en El Corte Inglés en breve.

El bitcoin se está asentando como un medio de pago digital descentralizado utilizado a nivel internacional. Japón, por ejemplo, ya lo ha aceptado este año 2017 como medio válido en el país y su uso se está extendiendo rápidamente por todo tipo de comercios. Desde los hoteles cápsula hasta la cadena de distribución Marui, el bitcoin ya puede utilizarse para pagar por bienes y servicios. Unos 260.000 comercios que van desde restaurantes hasta farmacias, y que usan una aplicación como punto de venta, lo están incorporando para poder aceptar el pago en bitcoins.

El mundo de las criptomonedas o 'tokens' ha experimentado en lo que llevamos de ejercicio un alza brutal, pasando de los 22.000 millones de capitalización global a los más de 122.000 millones de agosto. Y pese a que el bitcoin (BTC) sigue dominando con una cuota de mercado del 45%, el ethereum (ETH) supera los 27.000 millones y se acerca con paso firme. A estas alturas, ya lo incluyo como otro activo de inversión a considerar cuando se busca una cartera global diversificada.

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Las razones del auge de estos 'tokens' son muchas y diversas. Desde la apuesta que muchos inversores hacen sobre el potencial de protocolos descentralizados de Blockchain, hasta la especulación pura y dura que solo busca el corto plazo.

En el caso de inversión, se trata de criptomonedas descentralizadas que son necesarias para el uso de un protocolo que se basa en una arquitectura matemática que es la que define y garantiza su valor, el número emitido y sus posibilidades de uso. Al no contar con una entidad que la respalde, sino depender de una comunidad, se dice que está descentralizada y las condiciones sobre las que se basa su funcionamiento son públicas y de acceso libre.

Las transacciones con este tipo de monedas se hacen sin intermediarios, de persona a persona, y en base al protocolo de cada moneda virtual

El llamado protocolo es lo que define esas reglas de comunicación que regirán entre los participantes en una red de ordenadores P2P. Los ordenadores en una red P2P se llaman nodos. La unión de una red entre pares ('Peer-to-Peer' o P2P en inglés) y la criptografía de clave pública es básicamente el resultado de lo que conocemos como Blockchain públicas. Los registros se hacen en la base de datos, lo que se conoce como cadena de bloques (Blockchain), que es una cadena relacionada criptográficamente y que contiene todas las transacciones históricas de la misma.

De esta forma, las transacciones con este tipo de monedas se hacen sin intermediarios, de persona a persona, y en base al protocolo de cada moneda virtual. El que invierte en estos protocolos lo hace pensado que, en el futuro, presentarán aplicaciones prácticas que le supondrán beneficios importantes y, por tanto, es una especie de apuesta en base a las expectativas creadas por los desarrolladores.

En el caso de especulación, la gran mayoría no atiende a expectativas sino al rabioso corto plazo aprovechando el 'momentum' que vive el sector. Desde los especuladores menores hasta inversores institucionales, todos quieren participar de la fiesta. Decía Tuur Demeester que, a día de hoy, unos 70 'hedge funds' están ya o se están preparando para entrar en criptomonedas en lo que va de año. Esto supone la mayor entrada nunca vista antes de estos vehículos en un activo determinado. Ni en el 'boom' tecnológico se vio algo parecido.

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Me preguntaba un lector el otro día que, dado este rápido y desmesurado crecimiento de estos activos, si no estaríamos ante una gran burbuja e, incluso, un sistema Ponzi. La respuesta es que, como pasó en el 'boom' de internet, aquí también tenemos excesos. Y no son menores. Al abrigo de la revolución del internet del valor que estamos viviendo, se han presentado y financiado cientos de proyectos que no llegarán a nada y terminarán en fracaso, como pasó, por ejemplo, en el caso de Terra. Pero, de otro lado, tenemos los que llegarán a ser los Amazon y Google del futuro. Y esa es la apuesta. Intentar posicionarse en aquellos protocolos que efectivamente aporten valor y sean disruptivos con respecto a las soluciones que aportan. Como en todo proceso de inversión, abrir posiciones en estos activos requiere de conocimiento y buen juicio. Y se debe ser consciente del tipo de expectativas futuras que se están financiando.

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El pasado día 1 de agosto, se produjo la llamada bifurcación delbitcoin('hard fork') y nació el bitcoin cash (BCH), una nueva prueba superada que ha demostrado que lo que importa es la comunidad y los valores sobre los que esta se apoya. Esta división del bitcoin se ha hecho en base a argumentos de necesidad de incrementos del tamaño del bloque que supondrá, además, reducir los costes de las transacciones y así lograr la escalabilidad demandada por esa comunidad. Al final, al que tenía bitcoins (BTC) antes del 'fork' se le han asignado bitcoins cash (BCH) en función de dónde los tenía depositados, que se pueden gastar en ambas cadenas usando el 'software' correspondiente.

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Y es en este contexto donde el bitcoin prevalece sobre las demás criptomonedas, tanto por su uso como medio de pago como de posicionamiento o especulación en el mundo de las criptomonedas. Nadie la controla y eso está asegurado por la mayor red de ordenadores del mundo, su uso está en claro aumento, existe una demanda cada vez más elevada en todo el mundo y se ha convertido en una clara reserva de valor. Hasta algunos bancos centrales, como el de Australia, están empezando a explorar la posibilidad de añadirlos a sus reservas.

De este modo, si separamos la histeria colectiva y la burbuja producida en las criptomonedas, y somos capaces de ver el valor intrínseco que se está acumulando, podremos entender por qué hay que tener bitcoins (otra cosa es el precio de entrada) y por qué pronto los podremos utilizar hasta para comprar en El Corte Inglés. Tiempo al tiempo.

Cuando en febrero de este año me preguntaba si el bitcoin llegaría a los 3.600 dólares caso de aprobarse el primer ETF sobre esa criptomoneda, pocos apostaban por alcanzar ese precio y mucho menos hacerlo de forma rápida. Pero hoy, seis meses después y pese a que se rechazó (de momento) ese instrumento, el bitcoin ya ha superado aquella referencia y la pregunta oportuna pasa por saber si podré pagar con bitcoins (BTC) en El Corte Inglés en breve.

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