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¿Son los empresarios cada vez más vagos?
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Javier Molina

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¿Son los empresarios cada vez más vagos?

“Reducir y distribuir” ahorra esfuerzos a las directivos de las empresas, pero no genera valor futuro, empleo ni crecimiento económico. Y esos no son temas menores

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La creación del máximo valor para los accionistas es uno de los objetivos principales de las empresas, y este debería ser más un resultado que no una táctica centrada en el precio de las acciones. Sin embargo, de un tiempo atrás parece que se han invertido los términos y la estrategia parece estar enfocada hacía lograr una mayor cotización de los títulos y mayores remuneraciones de los directivos. Eso es así, desde el momento en que muchas empresas deciden recomprar acciones y pagar mayores dividendos, en vez de invertir o crear nuevas oportunidades de negocio.

Estrategas de JP Morgan estiman en 800.000 millones de dólares el total importe que se destinará en 2018 a la recompra de acciones. Un récord histórico que queda muy por encima de los 530.000 millones de 2017. Siendo las cifras ya de por sí muy elevadas, la principal preocupación viene más del impacto que este tipo de operaciones tienen sobre la inversión, crecimiento económico y el empleo. Entender las consecuencias que estas recompras de acciones pueden tener, dada la cantidad de 'cash' que las empresas tienen en su balance, es ciertamente importante.

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La reforma fiscal de Trump ha añadido incluso más liquidez a esas cuentas y se están ya viendo el impacto en el incremento de retribución al accionista tanto vía dividendos como recompra de títulos. Comentaban en Bloomberg que en algunos años, la recompra de ciertas acciones estaban por encima de las compras de fondos de inversión en proporciones de 6 a 1. En este sentido, este tipo de comportamientos inciden tanto en la recuperación económica de corto plazo como en la prosperidad a largo.

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Este comportamiento empresarial tiene también un efecto sobre la concentración de riqueza y la desaparición de ciertas oportunidades laborales de la clase media. En los últimos 30 años la asignación de recursos en muchas de las mayores empresas de Estados Unidos han pasado de una política de “mantener y reinvertir” a otra enfocada a “reducir y distribuir”. En la primera se trataba de retener los beneficios para reinvertirlos en actividades productivas logrando incrementar su fuerza laboral. En la actual, las empresas van prescindiendo de muchos empleados, entre ellos los más experimentados y antiguos, mientras se dedican a distribuir el 'cash' entre los accionistas.

Desde el punto de vista del tenedor de títulos, estas recompras de acciones les benefician pues incrementan el beneficio por acción al reducir el número de valores en circulación. Además, éstos podrían interpretar cierto nivel de infravaloración de las acciones, que motivan que sean las propias empresas las que las quieran adquirir. En bolsa se suele asistir a un pequeño 'rally' cada vez que eso pasa en cantidades considerables.

Pero este tipo de decisiones pueden ir generando los problemas del futuro. Muchas compañías, aprovechando los bajos tipos de interés, han tirado también de endeudamiento para llevar a cabo estas recompras de acciones. Si consideramos que lo están haciendo tras 9 años de ciclo alcista y a precios cercanos a máximos históricos, la idoneidad de tal gasto puede no tener mucho sentido. Si se producen caídas en los próximos años, y en un contexto de alzas de tipos, el gasto y deuda empleado para tal fin puede ser una mala noticia para esos accionistas antaño contentos. Al final, las decisiones erróneas se terminan pagando y esta de la recompra de acciones puede ser una de ellas. “Reducir y distribuir” ahorra esfuerzos a las directivos de las empresas, pero no genera valor futuro, empleo ni crecimiento económico. Y esos no son temas menores.

La creación del máximo valor para los accionistas es uno de los objetivos principales de las empresas, y este debería ser más un resultado que no una táctica centrada en el precio de las acciones. Sin embargo, de un tiempo atrás parece que se han invertido los términos y la estrategia parece estar enfocada hacía lograr una mayor cotización de los títulos y mayores remuneraciones de los directivos. Eso es así, desde el momento en que muchas empresas deciden recomprar acciones y pagar mayores dividendos, en vez de invertir o crear nuevas oportunidades de negocio.

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