De Vuelta
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¿Por qué es tan fácil estafar a los inversores?
Multitud de chiringuitos financieros son anunciados como fraudulentos por el regulador poniendo de relieve que, pese a todo, ese sigue siendo un negocio boyante
Nos hemos acostumbrado a ver estafas financieras de varios tipos y colores. Desde el caso Bernard Madoff, que fraguó la mayor estafa piramidal de Estados Unidos por una cantidad de 65.000 millones de dólares y casi 28.000 afectados, hasta el escándalo de las participaciones preferentes en España que, pese a contar con el visto bueno inicial de la CNMV, se comercializaron bajo malas prácticas bancarias y no contaron con la debida diligencia ni transparencia necesaria. En ese caso, fueron 700.000 los afectados, siendo el importe contratado total de unos 30.000 millones de euros.
Fuera de las grandes estafas, multitud de chiringuitos financieros son anunciados como fraudulentos por el regulador poniendo de relieve que, pese a todo, ese sigue siendo un negocio boyante para aquellos timadores sin escrúpulos. Otros que no son incorporados a esos listados, terminan por saltar en algún momento, generando altas pérdidas a los incautos inversores.
El último caso local lo tenemos en la supuesta estafa de Arbistar 2.0, una plataforma de arbitraje sobre criptomonedas mediante bots. Con la excusa de un error informático, el antaño proyecto de inversión que podía generar hasta un 30% de rentabilidad mensual (según las características del Community Bot), ha dejado de pagar a sus inversores, siendo imposible retirar los fondos en la actualidad. Según su CEO, el descuadre de unos 10.000 BTC (unos 100 millones de USD a día de hoy) será devuelto a los 32.000 afectados, resolviendo de ese modo el problema generado. No es intención del autor entrar en la veracidad o no de una u otra posibilidad, pero sí es interesante estudiar el caso para ver aquellos puntos que todo inversor debiera analizar, antes de invertir en cualquier producto u oferta de inversión, para no caer en estafas de índole similar.
Aprovecho el momento para recordar que, pese a cierta narrativa errónea observada en distintos medios y artículos, el bitcoin (BTC) nada tiene que ver aquí con el problema generado. Se trataría de un problema ocasionado por personas y sus empresas, sin tener nada que ver el activo subyacente utilizado para cometer el supuesto delito.
Como decía, las estafas y los llamados “scams” están a la orden del día en todo el mundo. Datos del año pasado para UK por ejemplo, ponían de manifiesto que el fraude financiero diario generado en el país, rondaba los 2,3 millones de libras al día, siendo el incremento anual sobre el año anterior del 16%. Cada uno de estos fraudes cometidos en relación al dinero, están estratégicamente planeados y se apoyan en las debilidades emocionales que como humanos tenemos. Entender estos factores utilizados, ayudará a evitar caer en muchas de estas trampas, siendo conveniente tenerlos siempre presentes.
El primero de los fraudes más repetidos, se apoya en la proximidad o personalización como forma de ganar la confianza de la víctima. Una vez que se entra en una cierta comunidad, grupo social o, utilizando a referidos o amigos, se genera esa falsa sensación de certidumbre que puede llevar, además, a caer al resto del clan. Perfilados como expertos en la materia, los timadores terminan por ofrecer una inversión bajo la seguridad de la relación personal, que puede llevar a muchos inversores a no realizar el análisis y estudio pertinente. El caso de Madoff es un buen ejemplo del uso de este principio por su penetración en ciertas congregaciones y clubs de golf.
La emoción de sentirse especial, único y el ser 'seleccionado' es uno de los impulsos psicológicos que lleva a cometer errores
El segundo de los fraudes viene del lado del “FOMO” o miedo a perdernos la inversión. La emoción de sentirse especial, único y el ser “seleccionado” es uno de los impulsos psicológicos que lleva a cometer errores. Volviendo al caso de Madoff, la sensación que éste quería dar de total exclusividad, hacía que muchos interesados no pudieran entrar en su club de inversión, teniendo que permanecer en lista de espera durante cierto tiempo.
Estos estafadores mantienen en secreto su fórmula de éxito, como esos bots de arbitraje solo compresibles por unos pocos, y se aprovechan igualmente de inversiones pasadas fallidas (que muchos se han perdido). En el caso de las criptomonedas y tras todo el ruido generado en 2017 y 2018 con el boom de las mismas, ofrecer una inversión relacionada con esos subyacentes, activa esa emoción de no querer perder el tren de nuevo.
En el tercero de los fraudes interviene internet, los correos electrónicos y las redes sociales. Se recibe un mensaje o correo de parte de una organización digna de confianza, como una banca privada de renombre o una gestora internacional, ofreciendo una inversión o alternativa a los productos que actualmente se poseen. No contestar a ofertas no solicitadas ni dejarse llevar por esa supuesta autoridad, evitará caer en este tipo de trampas que utilizan a esas organizaciones, para cometer fraudes de todo tipo sin estar ellas detrás.
El cuarto de los fraudes cometidos viene del lado de la oferta de productos inadecuados. Si bien aquí podríamos utilizar otro calificativo para el fraude, el efecto provocado bien puede llegar a catalogarse como tal. En el caso de las preferentes, la falsa sensación de seguridad y rentabilidad garantizada transmitida por los vendedores, llevó a muchos inversores a contratar el producto sin ser conscientes de los riesgos reales implícitos. Uno debe llevar a cabo su propio análisis y utilizar distintas fuentes de información.
Los esquemas piramidales o Ponzi constituyen otro de los fraudes más comunes y extendidos en el planeta. Bajo la falsa promesa de altas rentabilidades, los estafadores captan inversores a los que van retribuyendo, bien con ese mismo dinero aportado, bien mediante la entrada de nuevos incautos. No se suele llevar a cabo inversión alguna y simplemente hay una promesa de pago futuro. Cuando se deja de captar a nuevos inversores, el dinero se agota y salta la estafa. La falsa idea de que “todos invierten” no debe llevar a tomar una decisión al respecto sin llevar a cabo el análisis correspondiente. Del mismo modo, ofertar un alto tipo de interés muy fuera de mercado, debiera ser ya suficiente señal de alarma. Que te ofrezcan un 8% -10% mensual en una plataforma de inversión no suena nada creíble, y cada uno debería entender cómo se genera esa rentabilidad. Aquello de “ser demasiado bonito para ser cierto”, debería aplicar siempre.
No entiendo cómo, con lo que cuesta levantar fondos para proyectos serios y de futuro, van esos estafadores y consiguen levantar 100 millones
Investigar a los sujetos que están detrás de toda oferta de inversión es igualmente necesario siempre. En este sentido, a poco que se lleve una mínima investigación en Google (no hace falta ir más lejos), podremos obtener suficiente información para saber a quién nos estamos enfrentando. En el caso anterior mencionado de Arbistar 2.0 y sólo con escribir el nombre del CEO en el buscador, se ve como éste ya aparece en listados de la CNMV de 2008 y no son pocas las referencias negativas en la red.
Así las cosas y mientras no dejan de surgir casos de estafas por todos lados, tomar unas precauciones mínimas como las comentadas ayudarán a no caer tan fácilmente en estas trampas. Muchas veces no entiendo cómo, con lo que cuesta levantar fondos para proyectos serios y de futuro, van esos estafadores y consiguen levantar 100 millones de dólares en cuestión de meses para, posteriormente desaparecer y volver a reincidir al cabo de un tiempo.
Si ve que le ofrecen altas rentabilidades, técnicas de presión de venta donde se induce a invertir rápidamente, que el equipo del proyecto está en listas negras o, si le cuentan que la rentabilidad prometida es muy complicada de explicar o secreta, haga siempre un minucioso análisis para evitar la mínima probabilidad de caer una de estas trampas.
Nos hemos acostumbrado a ver estafas financieras de varios tipos y colores. Desde el caso Bernard Madoff, que fraguó la mayor estafa piramidal de Estados Unidos por una cantidad de 65.000 millones de dólares y casi 28.000 afectados, hasta el escándalo de las participaciones preferentes en España que, pese a contar con el visto bueno inicial de la CNMV, se comercializaron bajo malas prácticas bancarias y no contaron con la debida diligencia ni transparencia necesaria. En ese caso, fueron 700.000 los afectados, siendo el importe contratado total de unos 30.000 millones de euros.