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Historias imprescindibles de la bolsa y los mercados: el 'crash' de 1907 (I)
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Marc Garrigasait

El Abrazo del Koala

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Historias imprescindibles de la bolsa y los mercados: el 'crash' de 1907 (I)

Continuando la serie de artículos sobre las mejores experiencias históricas de los mejores inversores en bolsa, la semana pasada me refería al gran André Kostolany. Esta

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Continuando la serie de artículos sobre las mejores experiencias históricas de los mejores inversores en bolsa, la semana pasada me refería al gran André Kostolany. Esta semana voy a hablar de Jesse Livermore.

El libro Reminiscences of a stock operator, escrito por Edwin Lefèvre, un periodista financiero, relata todas las experiencias bursátiles de Jesse Lauriston Livermore, uno de los mejores inversores en bolsa de la historia. Livermore era un norteamericano que operaba en acciones, bonos o commodities a principios de 1900 hasta su muerte en 1940. Este libro, imprescindible en cualquier biblioteca sobre mercados financieros, no es nada fácil de leer.

Con un inglés muy complejo y con algunas expresiones antiguas, requiere de mucha concentración. Yo personalmente le dediqué casi dos días en los que me fui de la oficina para poder concentrarme en él y aprovechar hasta el último de los detalles. Es, sin duda, de los libros que convendría releer cada año si inviertes habitual o profesionalmente en mercados financieros. Voy a explicar algunas historias reales sacadas de él, así como varios consejos a inversores.

Jesse Livermore siempre explicaba que había que ser alcista cuando el mercado lo era y bajista cuando tocaba. Relataba cómo había perdido dinero en muchas ocasiones anticipando un cambio de mercado. Él siempre afirmaba que era mejor no ser alcista ni bajista, había que analizar detenidamente al mercado y a los inversores y actuar en las tendencias. Es cierto que tenía un gran olfato para detectar cuándo en un mercado ya estaba finiquitada la tendencia alcista y había que ponerse a vender en contra de la opinión mayoritaria, o a la inversa, pero aun y así erró en muchas ocasiones:

Estudié el mercado en 1906, ya viviendo en Nueva York. La mayoría de la riqueza mundial acababa de ser destruida. La guerra de los Boer en Sudáfrica fundió gran parte de la riqueza de los inversores británicos. El gran terremoto de San Francisco y otros desastres dejaron muy tocados a trabajadores, comerciantes, empresas de manufacturas o granjeros. Las compañías ferroviarias iban a sufrir mucho. En este entorno, solo podía imaginar una opción: vender acciones.

Debo aclarar que Jesse Livermore operaba al alza o a la baja indistintamente. Buscaba siempre ser alcista o bajista cuando tocaba. Era muy flexible. En 1906 era la época de ponerse a la baja.

Estaba convencido de que podía ser el mejor momento en mi carrera de inversor bursátil. Comencé a vender acciones (posición 'short' o a la baja) y el mercado empezó a bajar. Luego se recuperó y mis ganancias sobre el papel se convirtieron en pérdidas sobre el papel que crecían. Me vi obligado a cerrar mis posiciones con pérdidas y me dejé la piel en estas operaciones. Había cometido un error, pero ¿cuál era? Había vendido acciones en un mercado que era bajista, mi posición era correcta pero mi jugada no lo era. Las empecé a vender demasiado temprano, me anticipé y me costó mucho dinero.

Entonces fui paciente, y en cuanto vi que el mercado empezó a vacilar y se paró, empecé a vender otra vez. Acerté esta vez, al día siguiente la bolsa cayó. Pero el día siguiente volvió a subir con fuerza. Leyendo el comportamiento del mercado, volví a cerrar mis posiciones. A su debido tiempo volví a vender acciones ('short') y otra vez el mercado volvió a subir de forma agresiva.

Aprendí con los años que no es tan malo empezar perdiendo. Si empiezas una gran posición ganando, te relajas al no tener tu posición de ganancias amenazada y no te sientes presionado.

Sólo tenía 27 años entonces, llevaba 12 años invirtiendo. El mercado empezó a caer agresivamente y vi la ocasión para volver a iniciar nuevas ventas 'short'. Era mi oportunidad. Vendí todo lo que pude y entonces el mercado volvió a subir con fuerza, hasta un nivel bastante alto. El mercado me limpió. Yo pensaba, tengo razón y estoy sin blanca. Aprendí a no ser tan impetuoso y a no anticiparse demasiado.

Esos días leí en el periódico un anunció de una nueva gran emisión de acciones de Northern Pacific & Great Northern Roads. Esta megaampliación le permitía a la compañía realizar los pagos con el dinero de inversores. No era la primera vez, solían cotizar a la par, pero esta vez las preferentes cotizaban ¡al 330%!

En cuanto llegué a la oficina le dije a Ed Harding, “el momento de vender acaba de llegar”. Este era el momento en que debía haber iniciado las ventas, al ver este anuncio. ¿Debía esperar para confirmarlo? Esta ampliación en la gran señal de parte de los banqueros que nos están diciendo: si tuviera 10 millones, vendería cada centavo ahora mismo. Empecé a vender aunque una posición demasiado pequeña.

Unos días más tarde otro anuncio de una nueva emisión de una compañía de ferrocarriles salió al mercado. Curiosamente, las fechas de pagos iban justo detrás de las anunciadas por la Northern. Era la señal clara y anunciada en un megáfono por los banqueros. Las compañías necesitaban dinero. Había que vender agresivamente. Para mí esta fue la señal definitiva y eliminé totalmente mis dudas. Empecé a vender preferentes de la Northern hacia los 330 y otras acciones a niveles altos. Esta vez estaba vendiendo de forma inteligente...”

La próxima semana continuaré con este extraordinario relato.

Continuando la serie de artículos sobre las mejores experiencias históricas de los mejores inversores en bolsa, la semana pasada me refería al gran André Kostolany. Esta semana voy a hablar de Jesse Livermore.

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