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Los seis hábitos de los malos inversores
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Vicente Varó

No Brain, No Gain

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Los seis hábitos de los malos inversores

Como sabéis quienes me habéis leído de vez en cuando, soy fan absoluto de los trabajos de Dan Ariely sobre la irracionalidad humana. Por eso, cuando

Como sabéis quienes me habéis leído de vez en cuando, soy fan absoluto de los trabajos de Dan Ariely sobre la irracionalidad humana. Por eso, cuando vi este post que hizo el profesor de origen israelí en su blog sobre los malos hábitos de los trabajadores ineficientes, no pude evitar dos cosas: uno, entristecerme en un principio al verme reconocido en más de uno de esos hábitos; y dos, alegrarme porque aplicar ese artículo a la inversión y quizá ayudar a más de uno a reconocerse en estos malos hábitos.

Querido y admirado Ariely, te "fusilo" los conceptos, pero es que realmente aplican al mundo de las inversiones, como verás. Allá voy con la lista:

1) Procrastinar

Se trata del mal hábito de posponer el trabajo que deberíamos hacer ahora. En el mundo de las inversiones es cuando te has programado una venta de una acción, pero tus sensaciones del momento (tu negativa a aceptar las pérdidas o el deseo de ganar más) te lleva a retrasar esa decisión: "Ya venderé mañana..." Luego, un día lleva al otro y acabas con un valor en carteras con enormes minusvalías, o con pérdidas en aquel valor en el que tanto ganabas.

2) La mala planificación

Como en la vida o en el trabajo, tendemos a realizar mal la planificación financiera. Pensamos fríamente en la forma en que ahorraremos o tomaremos las decisiones de inversión, sin tener en cuenta que en los momentos puntuales las necesidades de efectivo, un incendio, el paro o cualquier otro imponderable nos afectará. Aquí, añado yo, es muy importante apoyarse en otros: en un profesional o en un inversor experto que te ayude a tener en cuenta todo con más frialdad.

3) Mirar cómo va el mercado mientras conduces

En el caso del post de Ariely, el titular de este punto es "escribir mensajes mientras conduces", pero yo lo rebautizo así. Si tienes tal ansiedad que necesitas mirar cómo va el mercado incluso cuando vas al volante. Esto a algunos les puede resultar exagerado, pero os aseguro que he visto a mucha gente hacerlo. Y no sólo cuando conduces, también cuando descansas en tu hogar, cuando estás con tus hijos... Esto denota que el mercado te controla a ti, no tu al mercado.

4) Seguir las cotizaciones constantemente

Es hipnotizador ponerse delante de una pantalla de cotizaciones y ver cómo cambian los precios. Sobre todo cuando el mercado se hunde o se dispara, a cada segundo queremos ver cómo de grande es el movimiento. El problema es que la inmediatez nos dificulta razonar con calma, nos deja expuestos a las emociones del titular catastrófico que ves a continuación, de la sensación de vértigo del directo.

5) La relatividad en las ganancias

Como dice Ariely que pasa con los salarios, no sabemos valorar cómo de bien está para nosotros una ganancia determinada, sino que el inversor se acostumbra a medir la evolución de sus inversiones en comparación con índices o con otros inversores, como tu hermano o tu vecino. Tú eres un inversor distinto a ese otro y no tienes por qué tener las mismas necesidades de rentabilidad y riesgo que él.

6) Exceso de optimismo

En el fondo muchos inversores piensan que ellos pueden hacerlo mejor que el mercado, como la mayoría de ciudadanos piensa que invierte mejor que la media. En situaciones decisivas, ese exceso de confianza nos lleva a tomar decisiones equivocadas. Como dice Ariely, esto también puede ser positivo, pero en muy pocos casos.

Ariely, con su estilo divertido habitual, termina su post llevando a la práctica su exceso de optimismo al no llegar a completar con el séptimo la lista de los siete malos hábitos de los inversores que se había marcado: "Si no hubiera salido anoche..." dice. Un crack.

Como sabéis quienes me habéis leído de vez en cuando, soy fan absoluto de los trabajos de Dan Ariely sobre la irracionalidad humana. Por eso, cuando vi este post que hizo el profesor de origen israelí en su blog sobre los malos hábitos de los trabajadores ineficientes, no pude evitar dos cosas: uno, entristecerme en un principio al verme reconocido en más de uno de esos hábitos; y dos, alegrarme porque aplicar ese artículo a la inversión y quizá ayudar a más de uno a reconocerse en estos malos hábitos.