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La gráfica que certifica los problemas de los periféricos
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Kike Vázquez

Perlas de Kike

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La gráfica que certifica los problemas de los periféricos

Ayer analizábamos la deuda externa comparándola con algunos países, veíamos que siendo ésta elevada no es muy disonante de la mostrada por otros con buena reputación.

Ayer analizábamos la deuda externa comparándola con algunos países, veíamos que siendo ésta elevada no es muy disonante de la mostrada por otros con buena reputación. El problema no es en sí el montante total, es la capacidad de pago, y desgraciadamente en España no se ha invertido en generar algo próspero sino más bien todo lo contrario. La desaforada construcción, centro de todas las atenciones en años pasados, no solo ha mostrado ser algo con poco futuro, además ha tumbado toda esperanza en aquellos que creían que no era necesario innovar, que no era necesaria una ciudadanía formada y con educación para avanzar y generar bienestar.

 

He recibido numeroso feedback por lo escrito y me gustaría remarcar una cuestión que adquirió especial protagonismo para mí entre dichos comentarios: la deuda exterior neta. Como respondí ayer sería mucho más interesante usar términos netos y no brutos como hice ¿Cuál es la diferencia? Si hablamos de deuda externa bruta estamos hablando de la deuda que debemos al extranjero, si hablamos de deuda exterior neta le restaremos a la anterior la que nos deben a nosotros. Como vemos sí es más representativa para juzgar la solvencia de un país ¿Entonces por qué no la usé? Pues porque la base de datos homogénea con una muestra lo suficientemente numerosa para comparar es la del FMI y hay que pasar por caja para tenerla.  

 

Trataré de conseguirla en un futuro. Mientras tanto hay otros interesantes números macroeconómicos a los que mirar, por ejemplo la posición inversora internacional, IIP por sus siglas en inglés. ¿Qué es la IIP? Pues un término mucho más de moda que la deuda exterior neta y con datos más accesibles, consiste en comparar los activos con los pasivos financieros de un país. Para entendernos, además de la deuda tiene en cuenta los instrumentos de patrimonio como las acciones y ciertos derivados, siendo un concepto mucho más amplio pero igualmente muy representativo.

 

Pues bien, tras ir de visita por las respectivas webs de los Bancos Centrales de la Eurozona he hecho la siguiente gráfica comparando la IIP con el PIB. El resultado es el siguiente:

 

 

Pueden pinchar para ampliar. Los datos de la posición inversora internacional son de los respectivos Bancos Centrales como dije y los tienen al final del artículo. Los del PIB de Eurostat. Ambos de 2009.

 

El resultado es bastante inquietante. Los países periféricos, Portugal, Irlanda, España y Grecia son los que tienen una IIP más negativa, es decir, nuestros pasivos financieros con el exterior superan con creces los activos. Los números rojos casi alcanzan el montante total del PIB, en el caso de Portugal incluso lo superan. Desde luego muy poco alentador.

 

¿Quiere decir esto que vamos directos a la bancarrota? Permítanme la expresión, depende. Una cosa hay que dejarla clara, quien debe es pobre al contrario de lo que piensa media España abonada a la tarjeta de crédito. España no es un país rico, eso creo que queda claro y me imagino que ya es asumido por la mayoría de nosotros (en caso contrario vayan desengañándose), pero no quiere decir que vayamos a dejar de pagar. Con la economía estancada, incapaz de generar efectivo en cantidades suficientes, la solución pasa por renovar deuda y para ello tienen que refinanciarnos ¿Lo harán? Es la incógnita que sufrimos en los últimos meses. Serán importantes las medidas que deshagan lo “no hecho” en el pasado, medidas que creen futuro, no solo por parte del Gobierno también por parte del sistema financiero que es el principal deudor que hay en nuestro país con el exterior. Aquí está la partida.

 

¿De qué cantidades estamos hablando? ¿Cuánta “confianza” debemos ganarnos? Pues la deuda externa a corto plazo a finales del segundo trimestre de 2010, es decir, lo que hay que pagar antes de julio de este año, es de 674.000 millones de euros un 64% del PIB en 2009.

 

 

Eso incluye tanto al gobierno, como a la banca o a las empresas. Y ojo, son solo vencimientos. Afortunadamente, a pesar de lo que pueda parecer por la cifra, nuestras emisiones no son las más numerosas de la Eurozona como se ve observando las columnas azules. Eso juega a nuestro favor. No obstante, estas magnitudes no son lo más determinante, para conocer realmente la capacidad de pago habría que saber la deuda externa neta a corto plazo, siendo la que comento la bruta. Como dije anteriormente este dato está en la base de datos del FMI de pago así que por el momento se mantiene la incógnita.

 

He eliminado a Luxemburgo porque distorsionaba la presentación con 28 veces deuda bruta a corto plazo entre el PIB. ¿Es preocupante? Pues cotejándolo con la primera gráfica observamos que en términos netos Luxemburgo es un importante acreedor, por lo tanto aunque deba le deben más y no mostrará problemas de solvencia. Parecido es el caso de Malta (veo que lo de convertirse en paraíso fiscal va “viento en popa”). Estos son un par de ejemplos de cómo la deuda externa bruta distorsiona el análisis. En cambio no hay lugar a engaño en el caso de Irlanda, asusta, tiene enormes vencimientos en estas fechas siendo una importante deudora en la Eurozona. Ya conocemos el resultado de esa ecuación. ¿Correrá España la misma suerte? La confianza nunca ha sido tan determinante para un país como lo es en estos momentos para nosotros, si queremos que nos refinancien debemos demostrar que sabemos hacer otras cosas además de construir. ¿Sabemos?

Ayer analizábamos la deuda externa comparándola con algunos países, veíamos que siendo ésta elevada no es muy disonante de la mostrada por otros con buena reputación. El problema no es en sí el montante total, es la capacidad de pago, y desgraciadamente en España no se ha invertido en generar algo próspero sino más bien todo lo contrario. La desaforada construcción, centro de todas las atenciones en años pasados, no solo ha mostrado ser algo con poco futuro, además ha tumbado toda esperanza en aquellos que creían que no era necesario innovar, que no era necesaria una ciudadanía formada y con educación para avanzar y generar bienestar.