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La “mano invisible” de Barclays PLC
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Kike Vázquez

Perlas de Kike

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La “mano invisible” de Barclays PLC

Normalmente las trampas en los negocios suelen realizarse o bien para ganar más, o bien para perder menos, pero generalmente dichas trampas no van más allá

Normalmente las trampas en los negocios suelen realizarse o bien para ganar más, o bien para perder menos, pero generalmente dichas trampas no van más allá de ese preciso instante. Otras veces por la contra estamos ante “trampas” que pueden cambiar el futuro, ante maniobras que de alguna forma cambiarán la historia, como si en una final de la “Champions League” una argucia de algún jugador no sancionada por el árbitro decidiese el partido; solo existe un renglón para el vencedor y en el día de mañana a nadie le importará el cómo. Es posible que en esta historia Barclays PLC esté muy cerca de esta última situación, aunque el renglón de la victoria está aún por escribir.

 

Todo se remonta a esos turbulentos tiempos de la crisis financiera, esa que ahora algunos quieren enterrar pero que en 2008 hacía suplicar intervención al mayor de los “liberales”. En concreto en el sistema financiero se temía lo peor, y algunas de las corporaciones más poderosas de nuestra era buscaban desesperadamente capital. Los inversores escaseaban a los precios ofertados, por lo que fue preciso buscar métodos alternativos. Hubo quiebras como la de Lehman Brothers o la del sistema financiero irlandés, hubo inyecciones masivas como las de la Reserva Federal o el BCE, hubo “bailouts” con dinero público… pero también hubo quien obró el milagro y consiguió lo imposible, ¡inversores!

 

Uno de ellos fue el de Kaupthing Bank, el mayor banco islandés consiguió ampliar capital en septiembre de 2008, y con declaraciones por parte de sus inversores institucionales como “lo consideramos una buena inversión”, “tiene una posición fuerte, una buena estrategia y gestión” o “es una relación a largo plazo”. El 8 de octubre la FSA británica lo declaraba en “default” a efectos de proteger los depósitos y al día siguiente, 9 de octubre, las autoridades islandesas tomaban su control. El resto de la historia todos la conocemos. ¿Cómo es posible conseguir inversores en ese momento, con la situación financiera de la entidad, y que además entren tan felices por depositar ahí su dinero?

 

Otro caso de éxito en una ampliación de capital en dichas fechas, aunque en este caso el éxito es en el buen sentido de la palabra, fue el de Credit Suisse. En octubre de 2008 el banco levantó 10 mil millones de francos suizos (unos 8 mil millones de euros) casi al mismo tiempo que su vecino UBS tenía que ser rescatado, si bien esta misma semana el Financial Times publica que las autoridades suizas estuvieron al tanto y tuvieron que dar su visto bueno por las “características especiales” de la operación. ¿De qué características “especiales” hablamos?

 

Si bien quizá el caso más importante sea el de Barclays PLC. En el año 2008, en medio de la tormenta financiera, el banco se situaba entre la vida y el rescate por parte de las autoridades británicas. La línea era muy fina a pesar de ser accionistas de una gran parte de las principales entidades financieras del mundo a través de su brazo inversor BGI (que representaba prácticamente la mitad de los beneficios de la entidad), a pesar de poseer iShares, dueña y señora de los ETFs, o a pesar de ser tan poderosos como para manipular el Libor… a pesar de todo ello la situación era tan crítica que nadie apostaba un duro a que no tuviesen que ser rescatados.

 

Sobrevivieron, una ampliación de capital fue la salvadora. Después de ello la dirección sacó pecho y volvió a apuntarse unos ceros en su bonus, pero tanto la ampliación del Kaupthing Bank, como la de Credit Suisse, como la de Barclays parecen tener algo en común. Y es que el motivo por el cual los inversores de Kaupthing Bank estarían tan contentos a pesar de hacer una inversión tan arriesgada, el motivo por el cual las autoridades suizas tuvieron que dar su visto bueno y participar en la operación de Credit Suisse, y el motivo por el cual Barclays conseguiría recapitalizarse cuando las dudas al respecto eran tantas, es que ampliaron capital de una forma muy especial.

 

Necesitaban capital, pero ningún inversor lo ofrecía, así que la solución parece haber sido buscar una sociedad intermedia para hacerle un “préstamo” por la cantidad necesaria y que a su vez esta sociedad comprase las acciones del banco con dicho dinero. Nada por aquí, nada por allá, y de repente aparecen tres bancos recapitalizados de la chistera ¡ABRACADABRA! ¡Un “God’s work” en toda regla!  Afortunadamente la sociedad no fue creada para la ocasión, lo que resultaría en una operativa similar a la realizada por los bancos irlandeses emitiendo bonos para autocomprárselos y posteriormente dejarlos en el BCE como colateral consiguiendo liquidez, sino que el intermediario fue alguien muy conocido por el mundo bancario: Qatar.  Qatar Holding”, “Qatar Investment Authority” o “Challenger” son algunos de los brazos inversores.

 

En el caso de Credit Suisse todo parece haber salido correctamente y fructificado en una relación a largo plazo, pero en los otros dos casos los qataríes quizá se arrepientan de su inversión. Ellos habrían invertido de forma totalmente legal, pero podrían verse salpicados por la gestión de “sus socios”. De ser cierto lo publicado por Wikileaks Kaupthing habría dado más de 6 mil millones de dólares a clientes e inversores para ampliar capital y “gastos varios” solo dos semanas antes del hundimiento, poco después de la operación con Qatar. Los requerimientos de capital y garantías brillaron por su ausencia. “Exista”, máximo accionista, terminó liquidado, y algunos de los gestores del banco en la cárcel.

 

En el caso de Barclays las autoridades británicas se encuentran actualmente estudiando el suceso; tanto la veracidad del préstamo realizado como las comisiones pagadas por el banco a los qatarís valoradas en cientos de millones de libras (¿les habrán pagado por endeudarse?). También polémico es que a diferencia de Credit Suisse, quien avisó a las autoridades y ofreció unas condiciones que las autoridades consideraron aceptables para los demás accionistas, en Barclays se hizo de forma oscurantista para evitar el rescate y así poder seguir operando sin cortapisas ni del Gobierno ni de sus accionistas (y por poder seguir cobrando bonus).

 

Los préstamos para comprar acciones no son algo nuevo, Dexia también lo hizo incluso aceptando sus propias acciones como garantía, pero como decía al principio del artículo solo algunas trampas marcan la historia. Dexia se hundió, al igual de Kaupthing, pero Barclays habría evitando con una argucia cargar por el resto de sus días con el marchamo del rescate, de necesitar a los contribuyentes para subsistir. Habría dado la espalda a las autoridades y a sus accionistas, habría sustituido las reglas establecidas por su propia ley, habría obrado según la “mano invisible”… de Barclays PLC. Solo el tiempo dirá quién es finalmente el vencedor.

Normalmente las trampas en los negocios suelen realizarse o bien para ganar más, o bien para perder menos, pero generalmente dichas trampas no van más allá de ese preciso instante. Otras veces por la contra estamos ante “trampas” que pueden cambiar el futuro, ante maniobras que de alguna forma cambiarán la historia, como si en una final de la “Champions League” una argucia de algún jugador no sancionada por el árbitro decidiese el partido; solo existe un renglón para el vencedor y en el día de mañana a nadie le importará el cómo. Es posible que en esta historia Barclays PLC esté muy cerca de esta última situación, aunque el renglón de la victoria está aún por escribir.