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¿Crédito caro? No tanto como se cree
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Kike Vázquez

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¿Crédito caro? No tanto como se cree

Últimamente es muy frecuente escuchar que “el crédito está caro en España”, con las consecuentes derivadas negativas que dicho suceso supone. Desde luego dicho así la

Últimamente es muy frecuente escuchar que “el crédito está caro en España”, con las consecuentes derivadas negativas que dicho suceso supone. Desde luego dicho así la premisa es irrefutable, ya que lo “caro” o “barato” de un bien resulta algo eminentemente subjetivo y estimado en función de la propia referencia que tomemos; lo que sí podemos argumentar es si dicho precio es proporcional con respecto a los fundamentales o por la contra alguien se está quedando un pellizquito de lo que correspondería a otros. O dicho de otro modo, ¿es acorde a la realidad lo que cobran las entidades financieras o por la contra se aprovechan de la situación?

 

La cultura popular suele responder a esta pregunta mirando al EURIBOR, y es que, aunque solo unos pocos años atrás nadie tuviese ni idea de qué significaba dicha palabreja ahora ha cuajado muy bien la definición de que “es el tipo de interés al que se prestan los bancos”. Por tanto, si el sistema financiero se financia a dichos tipos de interés será que lo que cobran por encima se lo llevan para el bolsillo… pero no. Pasando por alto el hecho de que el EURIBOR es una referencia teórica y no real, y que además ha podido ser manipulada, también hay que señalar que es una media y por tanto unos están por debajo y otros por encima. Y España, hoy por hoy, no es parte de la “Europa Core”.

 

Los problemas de usar el EURIBOR como referencia no se acaban aquí, y es que aun pasando por alto los anteriores argumentos nos encontraremos con un problema mayor. Depender en exceso de la financiación interbancaria es peligroso, como así ha demostrado la presente crisis, por lo que para conocer el coste de financiación de una entidad financiera deberíamos acercarnos más al coste de los depósitos y menos a los mercados de capitales. Tendremos así el primer coste asociado a un crédito, el coste de financiación, pero este coste, contrariamente a lo que mayoritariamente se cree, no es el único que debemos tener en consideración.

 

La segunda variable son los costes operativos en los que no solo está el personal, también está el Real Estate, los sistemas informáticos… son costes necesarios para llevar a cabo la intermediación con los que podemos estar más o menos de acuerdo en sus importes, pero que inevitablemente suman. Su imputación no tiene como objeto obtener beneficios sino solo sobrevivir, no perder dinero dando crédito. Es así como empieza a tener sentido que las hipotecas más baratas de nuestro país se sitúen ahora mismo por encima de los 180 puntos básicos (eso con vinculaciones leoninas) y de ahí para arriba, muy para arriba.

 

El gran coste “oculto”

 

Pero sin duda si hay un coste poco tenido en cuenta y poco comprendido ese es el RIESGO. Al igual que existe la preferencia temporal, mejor tener hoy el dinero que mañana, existe una ley no escrita aun más poderosa, preferimos la certeza a la incertidumbre, y por tanto, al igual que a mayor plazo queremos más interés, a mayor riesgo asumido un prestamista también querrá más contraprestaciones. En realidad ambos ejemplos son la cara de una misma moneda pues el plazo no es más que otra forma de riesgo.

 

El coste del riesgo no es una entelequia ni una invención, es algo muy tangible que se visualiza en forma de pérdidas; a mayor riesgo mayores pérdidas esperadas. Si una entidad financiera tuviese en cuenta el coste de financiación y los costes operativos, siendo sus ingresos acordes a ellos, pero no cobrase una prima de riesgo en el crédito otorgado, se vería obligada a cerrar. En un momento dado la morosidad haría acto de presencia y los ingresos no cubrirían los costes, proceso que terminaría por comerse los fondos propios y sentenciaría el game over.

 

Es cierto que no toda morosidad es equivalente a una pérdida, para ello hay que tener en cuenta lo conocido como PD (Probability of Default), EAD (Exposure at Default), y el LGD (Loss Given Default), que resumiendo es la probabilidad de entrar en mora, cuánta exposición existe y el porcentaje de pérdidas que ello acarreará. Las pérdidas finales variarán mucho de una operación a otra y por tanto de una entidad a otra, pero lo que está claro es que un sistema financiero en donde la morosidad supera el 11% tiene un coste por el riesgo asumido muy alto, algo que no solemos tener en cuenta. Mayor incluso que el coste de financiación y el coste operacional juntos.

 

A continuación una gráfica de cómo se representaría lo explicado en un entorno teórico, variando en la práctica por ejemplo por el efecto Basilea, quien distorsiona dicha recta favoreciendo los activos “seguros” como la deuda pública y penalizando los más peligrosos, si bien para el presente artículo dichos matices no son necesarios. Señalar también que el coste por la asunción de riesgo no debe cubrir simplemente las pérdidas "esperadas" sino también las "no esperadas". Y es que si una entidad solo repercute lo que espera perder, ¡en caso de que la realidad supere las hipótesis tendríamos un grave problema! Por eso tener un margen de seguridad es importante.

 

 

Resumiendo, PRECIO DEL CRÉDITO = COSTE DE FINANCIACIÓN + COSTE OPERACIONAL + COSTE DE RIESGO, variables todas ellas no prescindibles y que ni siquiera tienen en cuenta algo tan básico como obtener beneficio con la operativa.

 

Teniendo en cuenta lo expuesto volvamos a la pregunta original, ¿es el crédito en España caro? Los es en términos nominales pero no por fundamentales, y es que si tenemos en cuenta no solo el coste de financiación y operacional sino también el coste derivado del riesgo asumido, vemos que los actuales precios tienen plena justificación. Los costes derivados del riesgo no son un capricho sino una realidad, las pérdidas esperadas son ahora mucho más altas que hace unos años por el ciclo de desapalancamiento que vivimos. 

 

En otras palabras, si antes estábamos situados en la parte izquierda de la gráfica de arriba, ahora nos hemos desplazado hacia la derecha: Estado, empresas, hogares... las pérdidas esperadas y por tanto el riesgo aumentaron en todos ellos. Provocando por ejemplo que empresas que antes podían financiarse ahora no puedan, ya que su prima ha subido tanto que de cobrarse el interés necesario no podrían hacerle frente, sacándolos así “del sistema” y reduciendo los posibles demandantes de crédito (o la teoría de “falta de demanda solvente”). Quizá por dichos síntomas muchos crean que "saldremos de la crisis cuando fluya el crédito", y con "fluir" muchos se refieren a que "sea barato". Pero ocurrirá justo lo contrario, cuando España salga de la crisis, por sus propios méritos y por su propia competitividad, el crédito volverá. El crédito no lleva a las recuperaciones, son las recuperaciones quienes llevan al crédito.

Últimamente es muy frecuente escuchar que “el crédito está caro en España”, con las consecuentes derivadas negativas que dicho suceso supone. Desde luego dicho así la premisa es irrefutable, ya que lo “caro” o “barato” de un bien resulta algo eminentemente subjetivo y estimado en función de la propia referencia que tomemos; lo que sí podemos argumentar es si dicho precio es proporcional con respecto a los fundamentales o por la contra alguien se está quedando un pellizquito de lo que correspondería a otros. O dicho de otro modo, ¿es acorde a la realidad lo que cobran las entidades financieras o por la contra se aprovechan de la situación?

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