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Los falsos “superpoderes” de la guerra de divisas
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Kike Vázquez

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Los falsos “superpoderes” de la guerra de divisas

Un nuevo nombre se ha hecho hueco en las finanzas globales, Shinzo Abe. Si el 27 de septiembre de 2010 fue Guido Mantega quien se llevó

Un nuevo nombre se ha hecho hueco en las finanzas globales, Shinzo Abe. Si el 27 de septiembre de 2010 fue Guido Mantega quien se llevó el protagonismo tras dar voz a las preocupaciones de miles de personas, “ha estallado una guerra de divisas” dijo, ahora es el Primer Ministro japonés quien capta los flashes por la creación de una nueva forma de hacer política: “Abenomics”. Shinzo Abe es la cara visible del momentáneo triunfo intelectual de los Bancos Centrales de Occidente, pero a su vez es el temor de quienes vaticinan una reedición de “1929” con proteccionismo y drama económico.

 

La idea es la siguiente. Las políticas cuantitativas llevadas a cabo por los Bancos Centrales occidentales estarían provocando un debilitamiento de la divisa que influiría en el tipo de cambio, y por tanto en la competitividad y la balanza comercial. En otras palabras, el “quantitative easing” tendría como objetivo lo que los anglosajones definen como “beggar thy neighbour”, es decir, ganar a costa de empobrecer al vecino. El problema surge cuando en vez de un “listillo” tenemos a muchos y todos hacen lo mismo, dando lugar a una “guerra de divisas” y por tanto a un conflicto proteccionista que amenaza la economía mundial.

 

Es ahí donde aparece Shinzo Abe con un discurso “pro-cuantitativo” y favorable a establecer un objetivo de inflación del 2% evitando la deflación. Caída del yen, subida superior al 30% en el Nikkei 225 en menos de 3 meses, y para muchos también la prueba final de que vivimos en un “mundo de listillos” y de que el resultado de todo esto será el peor de los posibles. ¡Todo el mundo está devaluando su divisa, sálvese quien pueda! La relación entre los acontecimientos parece bastante directa e intuitiva, a la vez que difícil de refutar, pero… ¿y si no fuese así? ¿Y si le estuviésemos dando falsos “superpoderes” a la guerra de divisas que en realidad no tiene?

 

Lo único demostrado hasta el momento es que algunos Bancos Centrales se embarcaron en una política de estímulo cuantitativo en lugar de bajar los tipos de interés por debajo de cero, que es lo que la economía necesitaba por aquel entonces de una forma u otra. Decía Milton Friedman que muchas personas confunden los tipos de interés bajos con tener o no una política monetaria laxa, la “falacia de los tipos de interés” le llamaba, y aquí ocurre exactamente lo mismo. Si una política es adecuada o no, no depende del número o del nombre, depende de si la economía lo necesita.

 

EEUU, por poner un ejemplo, necesitaba tipos por debajo de cero y la respuesta fue el “QE”, por tanto no podemos acusarlos de buscar una devaluación de su divisa para mejorar su competitividad cuando su principal objetivo no fue otro que evitar la depresión. Japón actualmente lo único que ha hecho es establecer un objetivo para la inflación del 2%, ¿es eso tan grave? ¿Va eso en contra de sus vecinos y del comercio mundial? Teniendo en cuenta que otros países ya lo han aplicado antes, la lógica conclusión sería un “¡por fin se animan a salir de la deflación tras 15 años!”. De hecho según Koo de Nomura, el sacrificio japonés y un yen fuerte habrían evitado la depresión global en la presente crisis.

 

Claro que esto último son opiniones carentes de todo juicio científico, vamos con los datos que son quienes tienen que hablar. Capital Economics en uno de sus últimos informes muestra cómo, a pesar del jaleo, las principales divisas del mundo se han mantenido estables a lo largo de los últimos años. Una excepción, Japón, que ahora vuelve a niveles normalizados (que no a niveles potenciados para empobrecer al vecino). Segundo ejemplo, Brasil, podemos comprobar que las críticas de Guido Mantega tenían su razón de ser por la vertiginosa subida, pero no si miramos el contexto histórico donde vemos que el tipo de cambio solo actuaba con normalidad en uno de sus “vaivenes”.

 

 

Vamos más allá, si las políticas monetarias cuantitativas persiguen reducir el tipo de cambio y ganar competitividad, ¿cómo es posible que EEUU, el país que más fuertemente ha intervenido hasta el momento, no se beneficie de una mejora en la balanza comercial? Veamos la siguiente gráfica, podemos ver perfectamente que la balance comercial de Estados Unidos no se ha beneficiado de un estímulo millonario por parte de la Reserva Federal, muy al contrario, desde que el “quantitative easing” comenzó a aplicarse la realidad es que su balanza comercial ha ido a peor. ¿”Beggar thy neighbour”? ¿Cómo, importando más?

 

 

Y es que hay un elemento que nunca se tiene en cuenta al analizar las políticas monetarias y la “guerra de divisas”, si dichas políticas buscan mejorar la salud del país y lo consiguen, las importaciones aumentan y por tanto lo que en un principio parecería mayor competitividad por el menor tipo de cambio es un efecto neutro. He aquí una diferencia clave entre las batallas comerciales y las medidas que tienen como objetivo mejorar la salud de un país, las primeras tienen como objetivo principal el tipo de cambio, las segundas mejoran la economía y obtienen a largo plazo un efecto neutro en el comercio, e incluso favorable para los vecinos en muchos casos.

 

La modificación de un tipo de cambio “ceteris paribus” modifica la competitividad de un país, ¡pero no vivimos en un mundo “ceteris paribus”! Por ello muchas veces las ideas intuitivas no son las que mejor sirven para explicar los que vemos. Además, si el QE consigue su objetivo de evitar la deflación, y por tanto aumentar la inflación, lo que en un principio es una mejora en la competitividad por la reducción del tipo de cambio es en realidad un efecto neutro por el tipo de cambio real. Nada por aquí, nada por allá, los efectos serían mínimos a pesar de lo que en un primer momento podría parecer.

 

Es cierto que el sistema económico actual tiene fallos, es cierto que no sabemos las contraindicaciones que puede tener este macroestímulo global que estamos viviendo, pero su objetivo difícilmente puede ser “la guerra comercial”, su objetivo parece más bien escapar de la deflación provocada por el exceso de deuda. Algo radicalmente distinto. No obstante he de indicar que, a mi juicio, algo que sí puede ser peligroso es la fluctuación excesivamente rápida en los tipos de cambio porque la economía real no puede absorber dichos cambios con la suficiente diligencia, provocando alteraciones artificiales.

 

Pero más allá de eso, por lo que hasta el momento nadie se ha mostrado preocupado señalando que quizá no sea tan relevante, los tipos de cambios flexibles son enormemente más ventajosos que sistemas como el patrón oro o Bretton Woods. De hecho, existe miedo a una reedición del proteccionismo de la década de 1930 por la “guerra de divisas”, pero hay que señalar que en dicho momento fueron precisamente los países anclados los más proteccionistas y los que más potenciaron la debacle en el comercio mundial, mientras que aquellos que se salieron del patrón pudieron estimular su economía y evitar dicho nivel de intervención. Famosos son los estudios de Barry Eichengreen y Douglas Irwin al respecto.

 

Creo que es normal desconfiar de las medidas que se están tomando, distorsionan los mercados o aumentan el precio de las materias primas por ejemplo, y más adelante podrían provocar efectos perniciosos si los estímulos no se retiran en el momento adecuado. Pero no creo que podamos echarles la culpa de una “vuelta a los años 30” cuando es precisamente este tipo de medidas las que han posibilitado escapar del proteccionismo por permitir el estímulo con métodos alternativos, cuando vemos que los países que lo aplican no obtienen ventajas comerciales a largo plazo y cuando vemos que el comercio mundial se ha recuperado notablemente de la presente crisis con su aplicación. Distinto es si nos preguntamos si los resultados positivos superarán a los negativos, eso solo el tiempo lo dirá.

Un nuevo nombre se ha hecho hueco en las finanzas globales, Shinzo Abe. Si el 27 de septiembre de 2010 fue Guido Mantega quien se llevó el protagonismo tras dar voz a las preocupaciones de miles de personas, “ha estallado una guerra de divisas” dijo, ahora es el Primer Ministro japonés quien capta los flashes por la creación de una nueva forma de hacer política: “Abenomics”. Shinzo Abe es la cara visible del momentáneo triunfo intelectual de los Bancos Centrales de Occidente, pero a su vez es el temor de quienes vaticinan una reedición de “1929” con proteccionismo y drama económico.