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Pescanova: pasado, presente y futuro
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Kike Vázquez

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Pescanova: pasado, presente y futuro

Antonio Fernández Fernández fue un tratante de ganado nacido en el año 1876 en la comarca luguesa de Sarria, cuyo negocio de exportación de reses daría

Antonio Fernández Fernández fue un tratante de ganado nacido en el año 1876 en la comarca luguesa de Sarria, cuyo negocio de exportación de reses daría lugar años más tarde a un diversificado imperio mercantil con negocios a lo largo y ancho del mundo. Tuvo cuatro hijos, José, Antonio, Manuel y Concepción, quienes se ven en la obligación de tomar las riendas de la actividad siendo aún muy jóvenes por la fortuita muerte de su progenitor en el año 1931. A pesar de que José y Antonio estudian en Madrid, Derecho y Caminos respectivamente, deciden seguir adelante con la empresa familiar. Los hermanos se mantienen unidos y alquilan dos mataderos en Porriño y Mérida, comienzan a despiezar y congelar la carne y tejen un modelo de negocio aun más sólido que el anterior.

 

Estamos a finales de los años 30 y la creciente crispación de nuestro país eclosiona en una Guerra Civil que pone a prueba la logística del negocio de la familia Fernández, pero no sólo la superan con nota, sino que además son usados por el bando nacional  para proveerlos de alimentos, algo que les reportaría importantes beneficios económicos. Este es quizá el punto de inflexión que trasforma una familia de emprendedores con buenas ideas en una familia que cambiará el tejido empresarial gallego.

 

A lo largo de los años crean o colaboran en la fundación de empresas como Zeltia y Antibióticos (farmacéuticas), Frigolouro y Frigsa (cárnicas, frío y congelación, ahora integradas en Coren) Titania (explotación minera de titanio y volframio), Transfesa (transporte ferroviario especial), Cementos del Noroeste (más tarde Corporación Noroeste), Caja de Ahorros Provincial de Lugo (más tarde integrada en Caixa Galicia), Actinidias Chinensis (más tarde Kiwi España SA, una pionera en la producción de kiwi) y un largo etcétera entre las que también se encuentra la protagonista de este artículo: PESCANOVA.

 

Es a finales de los años 50 cuando se produce un hecho que cambiará para siempre la industria pesquera mundial: José Fernández López, uno de los hermanos y futuro fundador de Pescanova, se traslada temporalmente a Vigo, donde se instala cerca del puerto. Ahí observa que la pesca del momento se basa en pequeñas embarcaciones que operan próximas a la costa y vuelven todos los días a su origen. ¿Por qué no utilizar grandes barcos que vayan a grandes caladeros y se aprovisionen con mayores cantidades? Sólo existía un problema, y era la conservación de la mercancía, algo que José Fernández solventó inteligentemente: su experiencia exportando carne congelada a Argentina le hizo tener una idea de valor incalculable.

 

Contando con el asesoramiento de su amigo Valentín Paz Andrade, intelectual galeguista muy familiarizado con temas pesqueros, decide encargar a la empresa Ascón un pedido novedoso: buques con sistemas de congelación a bordo. Es así, con esta idea, como en junio del año 1960 se funda en el sur de Galicia la revolucionaria Pescanova. En 1961 el primero de estos barcos está listo. El Lemos, con capacidad para 250 toneladas de pescado congelado, zarpa a los pocos días al sur del continente americano buscando caladeros por Brasil o Argentina. La expedición es un enorme éxito.

 

Más tarde, sucesivas prospecciones repetirían éxito en otros lugares, como por ejemplo en la costa africana. Asimismo se innovaría con navíos como el Villalba, que pescaban por popa, buques nodriza como el Galicia, que conseguía almacenar los pedidos de hasta diez barcos, o el Gondomar, con más de 100 metros de eslora. En unos 10 años la empresa contaba ya con 100 barcos y era la compañía de referencia a nivel europeo, y si bien al principio el pescado congelado no acababa de ser aceptado en el punto de venta muy pronto se convirtió en habitual e incluso, para mucha gente, en la única posibilidad de alimentarse dignamente.

 

En los años 80 la tercera generación toma el timón con Manuel Fernández de Sousa Faro, quien sitúa a la empresa en los primeros puestos a nivel mundial y posibilita la salida al mercado continuo en el año 1985. A pesar de la exitosa trayectoria pasada no lo tuvo nada fácil: en 1987 la ONU decide ampliar la zona exclusiva de explotación pesquera hasta las 200 millas, lo que en la práctica deja sin aprovisionamiento a las empresas del sector. De nuevo el ingenio entra en escena, los acuerdos previos con los diferentes gobiernos, así como las políticas de RSC en dichos países, posibilitan la normal operativa de Pescanova y un nuevo hito de referencia en el sector.

 

Tras cambiar el mundo de la pesca con sistemas de congelación, tras reinventarse con acuerdos pesqueros en países costeros, aún le quedó tiempo a la saga de los Fernández para un tercer triunfo: la acuicultura. Una clara apuesta del grupo a pesar de la controversia inicial, contando hoy en día con plantas de salmón en Chile, de langostino en Nicaragua, Guatemala y Ecuador, de tilapia en Brasil y de rodaballo en Xove (Galicia) y Mira (Portugal), mercado en el que alcanzan el 50% del volumen mundial. Todo ello en 52 años, todo ello con la herencia recibida de un tratante de ganado de Sarria.

 

Presente y futuro

 

El pasado jueves a las 23:32h llegaba a la CNMV un hecho relevante desconcertante, la empresa anuncia que no presenta sus cuentas anuales ante la “incertidumbre de poder afirmar el principio contable de gestión continuada”. Al día siguiente, viernes 1 de marzo, a las 12:56h se confirma el preconcurso de acreedores por el “artículo 5 BIS de la Ley Concursal para la renegociación de su deuda”. Los elogios se transforman en críticas y lo que era una sólida empresa en el imaginario público se convierte en un supuesto castillo de arena.

 

En mi opinión en el presente de la compañía conviven dos “Pescanovas” contrapuestas, una es la estratégica, otra la financiera. En mi opinión el análisis estratégico de la compañía es excelente, puesto que presenta todos los puntos necesarios para triunfar. Está integrada verticalmente lo que le permite controlar el canal y a su vez mejorar la trazabilidad de los productos que ofrece. Este hecho, junto con los acuerdos existentes con gobiernos locales, crea una gran barrera de entrada que muy probablemente mejorará la rentabilidad a medio y largo plazo.

 

Su competencia no es reseñable y la empresa está siempre inmersa en las nuevas tendencias del mercado como es la acuicultura que ya representa 1/3 de su EBITDA. Además no se centra en un producto ni en un país, diversificando cartera y distribución, y su “core business” es un alimento nutricionalmente impecable, lo que unido a la creciente preocupación social por el bienestar y la salud solo puede dar alegrías al grupo pesquero. Quizá su pequeña debilidad es que casi la mitad de su facturación proviene de España, aproximadamente un 43%, pero incluso esto no es del todo malo ya que sus productos son defensivos y “con la que está cayendo” consiguen aumentar la facturación en nuestro país casi un 3%.

 

Pocas empresas pueden presumir de un análisis estratégico tan bueno como Pescanova, hecho que sin duda habrá llamado la atención de fondos como Bestinver, pero también tenemos la otra parte de la moneda y son las finanzas de la compañía. Los titulares de los periódicos han sido tajantes al respecto reseñando los “1.522 millones de euros” que deben a finales del 3er trimestre. Viendo esa cifra, si la comparamos mentalmente con los 1.670 millones que vendió en 2011, los 183 millones de su EBITDA o los 2.276 millones de su activo, hacen que la situación parezca bastante clara, pero no… no lo es tanto.

 

La realidad es que de esos 1.522 millones hay que eliminar los pasivos sin coste como son los proveedores. Hay que tener en consideración las obligaciones voluntariamente convertibles emitidas en 2009 por 110 millones, en 2011 de 180 millones (recompra parcial emisión anterior), y 160 millones en 2012 (recompra parcial emisiones anteriores). Obligaciones que vencen en 2015-2019 y son una fuente potencial de “equity”. Y por último hay que tener en cuenta que parte de las inversiones se realizan vía “Project finance” o lo que es lo mismo, la empresa no garantiza su devolución sino que lo hace el proyecto en cuestión.

 

Teniendo en cuenta estos factores la situación ya no es tan alarmante y, si bien una deuda neta superior a 4x EBITDA es una señal de alarma, otras empresas con ratios similares no están en concurso. ¿Dónde está el problema entonces? Un dato a destacar es el coste del pasivo, el coste medio con entidades de crédito supera el 7% lo que dificulta la generación de valor. Si bien mucho más visual y entendible resulta lo ocurrido con el Free Cash Flow, o flujo de caja libre.

 

CFO = Flujos de efectivo de las actividades de explotación según el nuevo plan general contable. CAPEX = Adquisición de activos fijos materiales e inmateriales. FCF = Free Cash Flow, flujo de caja libre, o diferencia entre las anteriores partidas.

 

 

La gráfica conceptualmente quiere decir lo siguiente. La línea azul cielo representa los flujos de efectivo que la compañía genera corregidos por los cambios en el circulante, dicha cantidad es la que tiene la empresa para invertir, pagar deuda, dividendos… En este caso la partida “CAPEX” en rojo es la inversión de la compañía, dado que está por encima de los flujos generados obtenemos un Free Cash Flow negativo, esto es, crecimiento inorgánico a base de deuda. O lo que es lo mismo, la empresa no solo no genera suficiente para sus inversiones, tampoco para pagar deuda o dividendos.

 

Este hecho que podría parecer la “respuesta” a la petición del concurso no lo es, en realidad la mayoría de empresas con un plan ambicioso recurren a la deuda para sus inversiones sin que ello sea de por sí algo negativo. La buena noticia es que dichos recursos ajenos se han invertido en una buena estrategia que probablemente dará frutos, la mala es que mientras no generen Free Cash Flow positivo dependen del crédito para invertir, de las desinversiones, de las ampliaciones de capital… o también de las refinanciaciones.

 

 

Este es el calendario de vencimientos al que deben hacer frente en los próximos años, si la empresa necesita crédito para invertir difícilmente podrá cancelar los vencimientos sin emitir o asumir nueva deuda (o con ampliaciones de capital). Este hecho que hace 7 u 8 años podría resultar algo anecdótico al no existir problema alguno para encontrar fuentes de financiación, es hoy por hoy algo más complejo. Resulta así plausible la hipótesis expuesta por Faro de Vigo, según la cual la refinanciación de un crédito sindicado superior a los 100 millones de euros estaría en el aire por discrepancias de algunas entidades, o Correo Gallego quien habla de “cientos de millones” y señala a Bankia.

 

Lo que parece bastante probable es que esta empresa nacida entre Sarria y Redondela seguirá de una forma u otra adelante. Difícilmente podrá conseguir una buena venta de sus instalaciones en Chile, porque el Salmón está en una situación complicada y porque los eventuales compradores querrán aprovecharse del anuncio del preconcurso, pero su trayectoria, su estrategia y su plan de inversiones prácticamente ya realizado, hacen que en mi opinión aun tengamos Don Rodolfo Langostino y Capitán Pescanova para rato. No sé si de la misma forma que actualmente, pero sería difícil de entender que en este punto y con una facturación tan favorable ocurriese lo contrario.

Antonio Fernández Fernández fue un tratante de ganado nacido en el año 1876 en la comarca luguesa de Sarria, cuyo negocio de exportación de reses daría lugar años más tarde a un diversificado imperio mercantil con negocios a lo largo y ancho del mundo. Tuvo cuatro hijos, José, Antonio, Manuel y Concepción, quienes se ven en la obligación de tomar las riendas de la actividad siendo aún muy jóvenes por la fortuita muerte de su progenitor en el año 1931. A pesar de que José y Antonio estudian en Madrid, Derecho y Caminos respectivamente, deciden seguir adelante con la empresa familiar. Los hermanos se mantienen unidos y alquilan dos mataderos en Porriño y Mérida, comienzan a despiezar y congelar la carne y tejen un modelo de negocio aun más sólido que el anterior.

Pescanova