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Kike Vázquez

Perlas de Kike

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Burbumanía

Vivimos en un mundo condicionado por una intervención monetaria sin precedentes en tamaño y forma: la Reserva Federal multiplicó por 4 su balance hasta los 4

Vivimos en un mundo condicionado por una intervención monetaria sin precedentes en tamaño y forma: la Reserva Federal multiplicó por 4 su balance hasta los 4 billones de dólares, y el BCE por su parte lo multiplicó por 3 superando los 3 billones de euros en su punto álgido. Vivimos en un mundo que ha pasado por una crisis de gravedad similar a la del año 1929, e incluso peor si hacemos caso a losdatos mencionados en el famoso discurso de Larry Summers. No solo eso, vivimos en un mundo en donde se desconocen los límites y la verdadera estabilidad del sistema financiero creado tras Bretton Woods.

Tanto es así que dos de los Premios Nobel de Economía de este año, Eugene Fama y Robert Shiller, a pesar de sus discrepancias intelectuales, parecen ponerse de acuerdo en una cosa: existen motivos para preocuparse. El primero, defensor de la Hipótesis de los Mercados Eficientes y por tanto contrario al concepto de “burbuja”, cree que existe riesgo de que los mercados financieros digan “no” a la financiación de los déficits públicos, lo que provocaría una recesión global en 2014. El segundo, conocido defensor del concepto “burbuja”, dice estar muy preocupado por el boom vivido por las acciones estadounidenses y por el Real Estate en algunos países.

Es solo un ejemplo del fenómeno “burbumanía” que estamos empezando a vivir. Podemos leer artículos sobre la burbuja del bitcoin, sobre la burbuja inmobiliaria de diversos países, sobre las malas perspectivas de algunas economías, sobre las acciones, bonos, o sobre prácticamente cualquier cosa. Y no lo digo como algo despectivo sino todo lo contrario, pues hoy más que nunca existen fragilidades en el sistema que justifican dicho análisis. La pregunta crucial es si esta “burbumanía” es algo “real” y estallará de un momento a otro, o si por la contra es un fenómeno psicológico derivado del shock de la Gran Recesión.

Al igual que fenómenos extremos como un accidente o una gran pérdida pueden causarnos un efecto postraumático, la presente crisis puede condicionar nuestros pensamientos y nuestra forma de actuar. Tras el shock de la Gran Recesión una persona común será más reacia a endeudarse y valorará más el ahorro, se verá menos tentada por la inversión, y en general será más prudente y tendrá una mayor aversión al riesgo. Es normal que desconfiemos de las subidas bursátiles y que valoremos escenarios que antes pasábamos por alto, si bien es muy posible que los riesgos que vemos ya estuviesen antes ahí e incluso puede que fuesen mayores. Antes no los veíamos, ahora sí.

Así es como un PER 17 en el S&P500 hoy nos parece “burbujeante” cuando antes nos parecía “en la media”, como nos preguntamos si una prima de riesgo de 200 puntos es adecuada para España cuando antes éramos casi una segunda Alemania, o que nuestra reacción al ver una gráfica con una subida demasiado pronunciada sea, ¡cuánto más alto más grande será la caída! No hablo de pronósticos correctos o incorrectos sino de que necesitamos encontrar un término medio entre la excesiva asunción de riesgo anterior y la mentalidad condicionada actual. ¿Y eso por qué?

Pues simplemente porque la economía necesita asunción de riesgo para avanzar. ¿Cómo? ¿Qué? Pues sí, algo tan sencillo como eso. Solemos pensar en la asunción de riesgo como algo negativo y ligado a la “especulación”, pero la asunción de riesgo es mucho más que eso. Asunción de riesgo es ese comerciante que se aprovisiona de mercaderías con la esperanza de vendérselas a sus clientes, es ese empresario que contrata a trabajadores ante un eventual aumento de la producción, alguien que decide ampliar sus instalaciones, ese emprendedor que monta su propia compañía, o… ¡todo lo que nos rodea!

Y es que si ahora mismo tenemos una pantalla y un ordenador en el que leer este artículo es porque alguien asumió el riesgo de llevar a cabo un negocio, si ahora vamos vestidos de una determinada manera es porque pudimos comprarlo en una tienda cuya apertura fue fruto de la asunción de riesgo. Es más, si tenemos trabajo será por lo mismo, e incluso si cobramos el paro será porque existen miles de trabajadores pagando su parte fruto de la asunción de riesgo de alguien. Si las personas no nos arriesgásemos de vez en cuando seguiríamos viviendo en las cavernas, ¡para qué intentar algo nuevo!

Dicho esto volvamos al momento actual. Hemos pasado de la locura al miedo colectivo, y también de una política monetaria “convencional” (que igualmente puede ser demasiado laxa) a una “heterodoxa”. En un primer momento las políticas aplicadas se entienden para evitar un colapso similar al del año 1929, pero Bernanke va más allá, ¿por qué? Todo parece indicar que los bancos centrales se han agenciado un nuevo rol, más allá del tradicional control de la inflación y otros objetivos como el desempleo. Los bancos centrales han pasado de fijar los tipos de interés a fijar nuestras expectativas, ya no se trata del precio del dinero y tampoco se limita al “forward guidance”, se trata de modificar nuestra asunción de riesgo.

Podemos pensar que eso es también lo que hacían antes, al fin y al cabo rebajando o aumentando el tipo de interés al que la economía puede endeudarse se provoca un cambio en el comportamiento, si bien existe un cambio sustancial. Si antes se limitaban a lo financiero, ahora van más allá y quieren llegar hasta la psicología colectiva. Ya no nos tientan a endeudarnos; nos proyectan el futuro, nos animan cuando estamos tristes y nos desincentivan cuando creen que estamos eufóricos sin mover ningún tipo de interés, solo con la palabra, solo con sus acciones y credibilidad. Es el juego con el kit más completo nunca visto.

Lo recuerdo como si fuese ayer. Cuando era pequeño tenía una bicicleta con rodines, de esos que se ponen a ambos lados de la rueda trasera para que no existan problemas de estabilidad. Un día mi padre decidió que era momento de dar el paso y pedalear como un chico mayor, aguantando el equilibrio. Estaba asustado, pero acepté porque dijo que él me agarraría, y así fue... hasta que me soltó. Comencé a pedalear y casi sin darme cuenta ya iba circulando como los chicos mayores, ¡aguantando el equilibrio! En este caso el empujón a la asunción de riesgo exógena sí funcionó.

Con esto no quiero decir que los banqueros centrales sean tan sabios como mi padre, algo que me costaría creer, pero sí es lo que pretenden. Nos están empujando a asumir los riesgos que ellos creen convenientes y normales para que la economía siga girando y avanzando, algo que es necesario pero en su justa medida. Es lógico que si nos empujan a ir más allá de lo que nuestra prudencia sugiere veamos burbujas aquí y allá, a pesar de que las burbujas suelen explotar cuando no se habla demasiado de ellas. Por tanto en mi opinión la “burbumanía” es algo humana y psicológicamente esperable teniendo en cuenta los antecedentes descritos, si bien eso no quiere decir que el ciudadano prudente y adverso al riesgo tenga menos razón que el banquero central que lo empuja. Eso solo el tiempo lo dirá.

Vivimos en un mundo condicionado por una intervención monetaria sin precedentes en tamaño y forma: la Reserva Federal multiplicó por 4 su balance hasta los 4 billones de dólares, y el BCE por su parte lo multiplicó por 3 superando los 3 billones de euros en su punto álgido. Vivimos en un mundo que ha pasado por una crisis de gravedad similar a la del año 1929, e incluso peor si hacemos caso a losdatos mencionados en el famoso discurso de Larry Summers. No solo eso, vivimos en un mundo en donde se desconocen los límites y la verdadera estabilidad del sistema financiero creado tras Bretton Woods.

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