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Basilea III y la ratio de apalancamiento
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Enrique Benito

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Basilea III y la ratio de apalancamiento

El GHOS ha vuelto esta semana a los medios tras el anuncio de que la ratio de apalancamiento que requerirá a los bancos será mucho menos dura

El GHOS, grupo formado por gobernadores de bancos centrales, ha vuelto esta semana a las portadas de los medios financieros tras el anuncio de que la nueva ratio de apalancamiento que requerirá a los bancos será mucho menos dura de lo que se planeaba en principio.

La noticia no debería tener mayor valorsi no fuera porque se anuncia apenas un año después del cambio introducido en la definición de liquidez de la ratio de cobertura o LCR, que, como ya comenté en este mismo espacio, modificó la propuesta inicial del Comité de Basilea al permitir a las entidades mantener hasta un 15% de sus activos líquidos en acciones, titulizaciones hipotecarias, y bonos corporativos con grado de inversión.

La esencia de la regulación precrisis radicaba en una serie de ratios mínimas de capital regulatorio, basadas en asignar un valor mínimo al cociente entre el capital requerido para absorber pérdidas potencialesy los activos (los préstamos e inversiones) ponderados por su riesgo relativo. La crisis demostró, sin embargo, que el capital exigido no era suficiente para absorber las pérdidas materializadas y que los bancos suelen reducir el denominador ‘jugando’ con los modelos de riesgo que se utilizan para su cálculo.

Esto llevó al Comité a proponer un nuevo estándar basado en el concepto clásico de apalancamiento: exigir un valor mínimo al cociente entre el capital regulatorio requerido (ya incrementado tras la crisis) y el total de activos bancarios, y sería en su esencia, una forma de constreñir la cantidad de deuda que la entidad en cuestión puede asumir. La idea es utilizar la ratio como 'freno de mano'. Cuando los frenos de disco (ratios de capital) no han disminuido la marcha suficientemente, la ratio de apalancamiento actuaría como freno de mano deteniendo el coche en el último instante.

El valor de la ratio será, en principio, de un mínimo del 3% o, en otras palabras, el capital deberá ser suficiente para cubrir el 3% del total de activos. Los cambios respecto a la propuesta inicial se han producido en la manera de medir la cantidad total de activos. Sin entrar en temas demasiado técnicos, los más importantes consisten en el uso de factores de conversión para medir las exposiciones fuera de balance (a la Basilea II), y el permitir la compensación de activos y pasivos de algunas transacciones como pactos de recompra bajo ciertas circunstancias.

Existen numerosas evidencias de que moderar el apalancamiento debería resultar más efectivo para disminuir el riesgo de las entidades que constreñir los activos ponderados por riesgo. Los siguientes gráficos, extraídos de un sonado discurso de Andy Haldane titulado The dog and the frisbee, muestran, por ejemplo, cómo la nueva ratio de apalancamiento (izquierda) tendría un poder de predicción de quiebra superior al de la ratio de capital (derecha). Las líneas en rojo representan bancos intervenidos o quebrados.

Hay que alegrarse de la aprobación de la propuesta. Una de mis tareas en Bruselas fue la negociación de dicha ratio, algo que resultó increíblemente complicado dadas las diferencias de normas contables y enfoques en la medición de riesgos entre países y entidades. No soy un admirador del uso de modelos demasiado complejos, y este nuevo estándar, cuyo mayor valor se encuentra en su simplicidad, debería contribuir a una mayor transparencia y un sistema bancario más seguro.

Pero no respiren todavía. La nueva normativa todavía tiene que implantarse en la normativa nacional de algunos países y los cambios aprobados podrían dar alas a algunos reguladores, como la Reserva Federal, que pretenden ir más allá de los mínimos aprobados. Parafraseando a Steve Jobs, “sencillo puede resultar más difícil que complejo”.

El GHOS, grupo formado por gobernadores de bancos centrales, ha vuelto esta semana a las portadas de los medios financieros tras el anuncio de que la nueva ratio de apalancamiento que requerirá a los bancos será mucho menos dura de lo que se planeaba en principio.

Bruselas Deuda