Es noticia
René Descartes, Warren Buffet y los analistas que fallan más que una escopeta de feria
  1. Mercados
  2. Punto de Vista
Jesús García

Punto de Vista

Por

René Descartes, Warren Buffet y los analistas que fallan más que una escopeta de feria

"No es suficiente tener una buena inteligencia, Lo esencial es aplicarla bien", decía el filósofo francés René Descartes. La profesión de analista es muy arriesgada porque

"No es suficiente tener una buena inteligencia, Lo esencial es aplicarla bien", decía el filósofo francés René Descartes. La profesión de analista es muy arriesgada porque obliga a formular propuestas y vaticinios sobre una realidad excesivamente cambiante y, en demasiadas ocasiones, aleatoria a las reglas de la matemática.

Transformar el sentimiento de los consumidores en un número ya es lo suficientemente difícil o subjetivo como para conseguir dar en el clavo. Por eso, las teorías del mono que lanza dardos a una diana tienen, en algunas ocasiones, tanto éxito entre algunos seguidores de los mercados de valores. Otros, miran los gráficos, otros a la luna e, incluso, hay quien se encomienda a los babalaos.

Lo cierto es que los mercados viven de las expectativas y éstas las crean sobre todo los analistas y economistas que, en su sala de máquinas, elaboran unos papeles repletos de previsiones cuya trayectoria suele pasar por los operadores, los comerciales y, finalmente, llegan al cliente. Las grandes agencias financieras recopilan las previsiones y hacen un consenso que suele resultar elástico, pero que surge, por lo general, de la media de esos vaticinios.

Lo curioso es que cuando se conocen las cifras reales, las empresas cotizadas reaccionan. E igual ocurre con las divisas, las materias primas o los bonos. Todo en un momento, al instante de conocerse el dato, porque de él vive una buena pléyade de cortoplacistas.

Dice un consultor de divisas amigo que no es tan malo cuando los analistas opinan cosas bien distintas y esperan, por ejemplo, un euro a 1,10 dólares o a 1,40, como ocurre ahora mismo entre algunos bancos de inversión europeos y americanos.

Pues bien, existen días aciagos en la vida de los analistas, como el pasado viernes, cuando se esperaban media docena de cifras procedentes de los Estados Unidos. Uno era el índice de precios industriales, un informe que elabora el departamento de trabajo y puede tener influencia o presionar a la Reserva Federal porque es un baremo de la inflación. Pues bien, los analistas esperaban un tirón del 0,4% y el IPRI repitió después de caer un 0,6% en mayo. No hubo manera.

Además, se hizo público el índice Empire State, que mide la actividad de la industria manufacturera en Nueva York, que alcanzó un nivel de 23,9%, cuando los analistas esperaban una cota de 9,7 puntos. Este índice aporta pistas sobre el manufacturero de la Reserva Federal en Filadelfia y anticipa la evolución del indicador nacional del Institute for Supply Management, el famoso ISM. Nuestro gozo en un pozo.

La producción industrial subió un 0,9% mensual en junio, según la Reserva Federal, el mayor incremento desde febrero de 2004, y la capacidad utilizada subió del 79,4% al 80% respecto a mayo. Los economistas esperaban un incremento del 0,4% en la producción industrial y que la capacidad utilizada alcanzara el 79,6. Este último casi lo cuadran.

Para remate, se hizo público el dato de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan -eso sí que es difícil- que subió en julio de 96 a 96,5, según datos provisionales. La previsión de los analistas era de 94,6. Quizá lo consigan en las cifras definitivas. El euro, tras estos datos, pasó de 1,2099 a 1,2030 en pocos minutos, aunque luego recompuso la figura hasta 1,2055, dentro de un ambiente de relativa volatilidad.

Por si faltaba algo, el Departamento de Comercio publicó las cifras de inventarios empresariales, que avanzaron un 0,1% hasta 1.300 millones de dólares en mayo, mientras que las ventas descendieron un 0,1%. Los analistas esperaban un incremento mensual de inventarios del 0,4%. Otra vez será. De la cifra de inventarios y ventas sale un ratio de 1,30 -el mismo que en abril- que es el tiempo, medido en meses, que se tardarán en agotar las existencias.

Todos son datos escogidos de noticias de AFX fechadas a 15 de julio en Washington. Los analistas, por lo tanto, no estuvieron muy afinados, algo que es demasiado habitual. Si, como dice Warren Buffet, la economía es un caballo que unos días corre rápido y otros no tanto, no habría que fijarse demasiado en estos datos, sino en los rendimientos empresariales. Lo peor es que muchos de ellos, íntimamente relacionados con la inflación, tienen efectos claros sobre los rendimientos de los negocios. Ahí, Buffett no piensa en los caballos.

¿Quiere decir esto que hay que acabar con los analistas? Ni mucho menos. Son un mal menor, pero necesario del sistema, igual que muchos piensan de los periodistas. Y, como ambos son humanos, hay días que fallan más que una escopeta de feria, mientras que los mercados siguen su curso, con sus lógicos y no tan lógicos sobresaltos.

"No es suficiente tener una buena inteligencia, Lo esencial es aplicarla bien", decía el filósofo francés René Descartes. La profesión de analista es muy arriesgada porque obliga a formular propuestas y vaticinios sobre una realidad excesivamente cambiante y, en demasiadas ocasiones, aleatoria a las reglas de la matemática.

Warren Buffett