Señor Segura, no se olvide de hacer públicas las actas de la CNMV

El economista Julio Segura accederá a la presidencia de la Comisión Nacional del Mercado de Valores tras someterse hoy mismo a las preguntas de los diputados en la Comisión de Economía, la misma que vio a Manuel Conthe admitir cómo el consejo del órgano regulador se arrugó ante una operación que él consideró ilegal. Los mismos diputados que le escucharon exigir la dimisión a Carlos Arenillas por sus relaciones personales y profesionales con miembros de la oficina del presidente.

Arenillas sigue sin aclarar demasiados extremos de su comportamiento mientras el Gobierno ya ha insistido en que le mantendrá en el cargo. Resultará insuficiente y cada vez que dé la cara en acto público será preguntado por la famosa cena ¿quién la pagó? También le preguntarán por la no menos famosa ‘Tagomago’.

Será su sino mientras no dé la cara como mandan los cánones. Si nada tiene que esconder, que salga al tendido público. Sería una muestra de buena voluntad y profesionalidad por parte de la vicepresidencia de la CNMV. Podría, además, contestarle a su ‘amigo’ Conthe y argumentar la importancia del cargo que ostenta, que para Conthe debería simplemente desaparecer por haber sido foco de conflictos constante en el seno de la CNMV.

Salvado este escollo, el economista Julio Segura, consejero del Banco de España y de la CNMV, eterno aspirante a gobernar la autoridad monetaria, pero siempre en segundo plano por su perfil aparentemente más técnico, llega al cenit de su carrera con este nombramiento -va a ganar más que nunca-, pero tiene una ardua tarea además de que se enfrenta a la necesidad de explicar cuál fue su actitud y sus votos en todo el maremagno de la antesala de la OPA de Acciona y Enel sobre Endesa.

Ya sabemos que fue uno de los que rubricó el comunicado diseñado por los hombres de Arenillas poniendo a caldo la actuación de Conthe. Un comunicado que trataba de ayudar al Gobierno a pulsar el botón de eyección sobre el sillón de Don Manuel, pero que resultó insuficiente. Se quedó en un acto inédito e histórico por que nunca antes un consejo había sacudido con tanta fuerza al presidente de un regulador.

Julio Segura, al ser nombrado por el Gobierno, no puede ahora “arrugarse” más ante la realidad de una institución tocada en lo más hondo de su credibilidad y sumida en la discrecionalidad más absoluta gracias, entre otras cosas, a esa capacidad para interpretar las normas. En este caso, para interpretar el actual decreto de OPAs, que va a ser modificado por otro no menos controvertido y que sigue sin solucionar asuntos claves de la propiedad de las empresas y los derechos de los accionistas.

Segura no puede sustraerse a ese llamamiento que se hizo en el comunicado y que ahora parece haber caído en el olvido. Que se hagan públicas las actas del famoso consejo del 2 de abril y aquellas otras en las que hubo mayoría, que no unanimidad, de las del Comité Ejecutivo que motivaron la dimisión de Conthe y también las de aquella reunión en la que se decidió enviar a la prensa el conocido comunicado bomba contra Manuel Conthe y, supuestamente, en pos de que la CNMV recuperarse su figura.

Sería el primer y más importante ejercicio de transparencia de un Julio Segura que va a permanecer en el cargo hasta octubre de 2008. De esta forma, podría instituir esa acción tan habitual en el mundo anglosajón y que los europeos de pro nos negamos a poner negro sobre blanco. Nos gusta más aparentar unanimidad que mostrar la realidad, quizá porque en los consejos de los organismos supervisores la politización obliga a alinearse a los supuestos técnicos, en idéntico baremo al usado por los señores diputados, de este o aquel partido, cuando realizan sus votaciones en el Congreso.

Si además de esto el PP diera muestras de responsabilidad e hiciera una propuesta para que el nombramiento del presidente de la CNMV fuera al menos consensuado, como el de RTVE, o simplemente los organismos reguladores dejaran de estar politizados y se convirtieran en entes independientes reales, entonces sería un gran día para la Democracia y para el mercado y el PSOE tendría pocos argumentos para justificar el actual estatus quo en semejante institución.

Segura, por encima de las lógicas críticas políticas, tiene al menos cien días para mostrar quién es, al frente de un organismo que necesita recuperar prestigio a espuertas. Esperemos que no lo desaproveche.