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La zarandeada Amper y el ‘efecto Tallada’
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Jesús García

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La zarandeada Amper y el ‘efecto Tallada’

La empresa de telecomunicaciones española, con una importante rama de defensa y un valor bursátil nimio, 356 millones de euros, vive un momento tan extraño como

La empresa de telecomunicaciones española, con una importante rama de defensa y un valor bursátil nimio, 356 millones de euros, vive un momento tan extraño como feliz en el mercado. No hay nada mejor que el denominado ‘efecto Tallada’, una especie de calentón surgido al hilo de los rumores más o menos interesados que llegan coincidiendo con su presencia y la posibilidad más o menos remota de que se pacte la venta del paquete de Avanzit.

En este caso confluyen asuntos que aparentemente son contradictorios. Amper ha sido siempre un valor del que se ha dicho que podría ser opado por alguno de sus socios habituales. Desde Thales hasta Telefónica, de quien ha mantenido una directa dependencia como proveedor de equipos de telecomunicaciones, igual que el resto del sector. No en vano su presidente, Enrique Used, procede de las filas de la operadora.

Su pequeño tamaño, aunque con una presencia notable en el sector, ha llevado a algunos competidores avezados a entrar en el accionariado de la empresa como ha sido el caso de Avanzit, que vale en bolsa ya 1.000 millones de euros.

La compañía, participada por Víctor Frías, Roberto Cuéns y Javier Tallada, entre otros, tomó recientemente una participación del 8,6% de Amper, que se comunicó el 11 de mayo cuando Amper cerró a 12,02 euros. Quizá intentando rememorar aquellos intentos de unión con la mítica Radiotrónica, de funesto pasado.

Pues bien desde entonces se ha desatado una particular guerra soterrada en la que los gestores de Amper han dejado claro que no les gustaba demasiado la presencia de Avanzit en su accionariado. Tallada, un experto en el uso de la autocartera y un gestor conocido por levantar empresas de la nada -atrás queda su paso por Puleva- es siempre un catalizador de emociones, como está quedando claro estos días.

La simple posibilidad de que Amper y Avanzit hubieran llegado a un acuerdo para la salida de la segunda del accionariado desató todo tipo de rumores que hicieron oscilar la empresa con cierta compulsión, pero ha sido esa curiosa filtración sobre una posible oferta de Thales, que posee un 49% de Amper Programas, o de Indra, lo que ha provocado el delirio de los especuladores en Amper. Indra vale en bolsa 3.300 millones de euros. Al hilo de semejante posibilidad algunos fondos han virado hacia la empresa, que lleva varias jornadas duplicando su cotización media diaria.

El 5 de julio cotizaba otra vez Amper por esa zona de mínimos anuales de 10,80 euros y, repentinamente, empezó a subir y lo ha hecho casi un euro, en una especie de fiesta impropia de un valor como la mini-empresa de telecomunicaciones que, por cierto, mantiene un interesante free float de al menos el 85%.

Avanzit, como el que no quiere la cosa, se ha convertido en el primer accionista de la empresa, por delante de Telefónica con un 6,1%, y se ha transformado para los gestores en elemento distorsionador.

Lo que pasa es que los de Tallada no quieren salir lógicamente a precios tan bajos y esperan una rentabilidad superior, como resulta lógico para un grupo que entra en una competidora y no acaba de explicar el porqué de semejante inversión, sobre todo cuando tu empresa no gana demasiado.

Amper tampoco ha explicado los motivos por los que no abre el paso a su primer accionista, aunque ambos asuntos suelen ser muy habituales en la empresa española. La empresa de telecomunicaciones y defensa está siendo objeto de esa fiebre especuladora que surge cuando se filtran posibles operaciones de fundamento limitado, pero que podrían resultar lógicas.

Lo único claro es que Amper sufre el denominado ‘efecto Tallada’, un chicharreo ahora feliz por la subida que conlleva el runrún de previsibles transacciones, pero que podría quebrarse en el momento en que se aclaren las posiciones de unos y de otros. Ya acumula un avance del 11% desde enero. La confusión permite en este caso la alegría porque el mercado y algunos accionistas de la empresa están ávidos de operaciones corporativas, últimamente garantía de ganancias. Y ya se sabe, a río revuelto...

La empresa de telecomunicaciones española, con una importante rama de defensa y un valor bursátil nimio, 356 millones de euros, vive un momento tan extraño como feliz en el mercado. No hay nada mejor que el denominado ‘efecto Tallada’, una especie de calentón surgido al hilo de los rumores más o menos interesados que llegan coincidiendo con su presencia y la posibilidad más o menos remota de que se pacte la venta del paquete de Avanzit.

Javier Tallada