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El abismo fiscal americano … o abismo fiscal occidental
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Rafael Ojeda

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El abismo fiscal americano … o abismo fiscal occidental

Nos acercamos rápidamente al final del 2012 y, por lo tanto, los Estados Unidos se dirige, inexorablemente, hacia el precipicio fiscal. El precipicio fiscal (“fiscal cliff”)

Nos acercamos rápidamente al final del 2012 y, por lo tanto, los Estados Unidos se dirige, inexorablemente, hacia el precipicio fiscal. El precipicio fiscal (“fiscal cliff”) es una combinación de aumentos de impuestos y recortes de gasto público que entrarán en vigor el día 1 de enero de 2013. La combinación de esos aumentos de impuestos y esos recortes de gasto representarían una reducción del déficit fiscal del 5% del PIB durante el 2013.

Esa drástica reducción del déficit fiscal comportará una contracción de la demanda interna norteamericana y, por lo tanto, pondría irremediablemente a EEUU en la senda de la recesión dado el precario crecimiento económico de EEUU en estos momentos. La Fed podrá hacer muy poco para evitarlo, ya que su margen de maniobra es reducido (los tipos de interés están ya cerca de cero), y con una Europa que no acaba de salir del agujero y una China que se desacelera rápidamente, la probable recesión norteamericana es una mala noticia para el mundo entero.

¿Por qué se producirán un aumento de impuestos y un recorte del gasto el 1 de enero de 2013? En EEUU, el Gobierno Federal solamente puede realizar pagos si se éstos son previamente aprobados por el congreso. Cuando el gasto es superior a los ingresos (es decir, cuando hay un déficit) el ministerio del Tesoro (“Department of the Treasury”) debe pedir prestado, y la cantidad total que puede pedir también debe ser aprobada por el congreso.

Antes de 1917, el Congreso tenía que aprobar todos y cada uno de los créditos. Pero las necesidades de la Primera Guerra Mundial hicieron que se aprobara el concepto de “techo de deuda”. Es decir, el ministerio del Tesoro solo puede pedir prestado hasta un determinado máximo (el techo de la deuda) y ese máximo es aprobado por el Congreso. Una vez el Gobierno alcanza ese techo, no puede pedir prestado ni un dólar más sin la aprobación del Congreso.

Durante los últimos años de George W. Bush y, sobre todo, los cuatro años de Barak Obama, el déficit fiscal federal se ha disparado. En cada uno de los cuatro últimos años, el déficit fiscal ha superado los mil millones de dólares. Tras superar el 10% del PIB en 2009, el déficit no se ha podido controlar y ha seguido superando el 8,5% del PIB cada año. Lógicamente, todos esos déficits han ido acumulando deuda y ésta ha llegado a los 17 billones de dólares: más del 100% del PIB.

El 12 de febrero de 2010, el Congreso aprobó el techo de 14,29 billones de dólares. Ese era el límite que estaba en vigor durante 2011. El problema para EEUU es que el déficit del Gobierno Obama era tan monumental que se alcanzó ese límite a mediados de abril, dejando al Gobierno sin capacidad de emitir deuda y, por lo tanto, realizar pagos a partir de ese momento. El Secretario del Tesoro, Tim Geithner, proyectó que el Gobierno no podría pagar a sus empleados ni a sus suministradores a partir del mes de agosto si el Congreso no aumentaba de nuevo el techo de la deuda.

Había un pequeño problema: el Congreso de los Estados Unidos está controlado por el partido republicano, y no un partido republicano cualquiera, sino un partido dominado por el ala más fiscalmente conservadora, el “Tea Party”, que había arrasado en las elecciones legislativas de noviembre de 2010. Eso generó una crisis de colosales proporciones porque el “Tea Party” se negaba a aumentar el techo y sin un aumento del techo de la deuda, el Gobierno del país más poderoso del planeta tenía que cerrar operaciones y mandar a sus empleados (incluidos policías y militares) a casa porque no podía pagar sus salarios.

El dia 31 de julio, el presidente Barak Obama y el presidente del Congreso anunciaron la ley de control de presupuestos de 2011 (“Budget Control Act of 2011”) con la cual se incrementaba el techo de la deuda y, por lo tanto, Obama podía seguir gestionando su gobierno y, a cambio, se introducían toda una serie de recortes automáticos de gasto y toda una serie de aumentos de impuestos que entrarían en vigor a partir del 1 de enero de 2013 (fecha cuidadosamente seleccionada justo después de las elecciones presidenciales).

Por la parte de los impuestos, se producirá automáticamente un aumento del impuesto sobre la renta, del impuesto del patrimonio y del impuesto de sociedades el 1 de enero. Básicamente, lo que se hace es eliminar los recortes introducidos por Bush en 2001 y 2003. Por el lado del gasto, también el 1 de enero entrarán en vigor unos recortes importantes, la mitad de los recortes tendrán lugar en el sector militar y el restol en los programas sociales, Seguridad Social y Medicare (sanidad pública para ancianos).

Combinados, los aumentos de impuestos y los recortes de gastos van a tener un impacto en el déficit de cerca del 5% del PIB. Y todo eso entrará en vigor de manera automática, por ley, y la única manera de evitarlo es que el Congreso apruebe un plan multianual alternativo que reduzca el déficit en 1,2 billones (trillones americanos) en los próximos años.

 El problema es que para que ese plan alternativo se apruebe, es necesario que lo haga el Congreso, el senado y el presidente de EEUU. En las elecciones del próximo noviembre, el Congreso seguirá siendo republicano con toda seguridad mientras que el Senado y la Presidencia pueden acabar siendo demócratas. Si las dos cámaras acaban teniendo diferente color, o si tienen el mismo color pero el presidente es del otro partido, la ley de control de presupuestos activará automáticamente los recortes y EEUU, y por ende el resto del mundo (al menos occidente), estaremos al borde del precipicio fiscal.

Llegarán a un acuerdo, pero ¿por qué tensar tanto la cuerda…?

Confiemos en que no se rompa.

Nos acercamos rápidamente al final del 2012 y, por lo tanto, los Estados Unidos se dirige, inexorablemente, hacia el precipicio fiscal. El precipicio fiscal (“fiscal cliff”) es una combinación de aumentos de impuestos y recortes de gasto público que entrarán en vigor el día 1 de enero de 2013. La combinación de esos aumentos de impuestos y esos recortes de gasto representarían una reducción del déficit fiscal del 5% del PIB durante el 2013.