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El peligro de decidir no pensar antes de invertir
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Juan Gómez Bada

Rumbo Inversor

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El peligro de decidir no pensar antes de invertir

Los bonos a corto plazo siguen en terreno negativo o cercano a cero y los bonos a largo están bajando en precio porque se acercan subidas de tipos

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La inflación aprieta, y los productos financieros que ofrecen los bancos a los inversores más prudentes aprietan todavía más, porque pierden en términos nominales y mucho más en términos reales.

Los bonos a corto plazo siguen en terreno negativo o cercano a cero y los bonos a largo están bajando en precio porque se acercan subidas de tipos. Los diferenciales de la renta fija privada se están incrementando, por lo que tampoco el crédito se libra de las pérdidas.

Sin embargo, en estas circunstancias, sigue habiendo decenas de miles de millones de euros invertidos en productos denominados «conservadores» que tienen muy pocas posibilidades de tener un rendimiento nominal positivo, mucho menos en términos reales.

Foto: Foto: EC.

Esto, que puede ser desconocido por un inversor de a pie, es bien conocido desde hace años por las gestoras y profesionales que gestionan fondos que invierten en este tipo de productos. Sabían que lo más probable era perder en esos activos. Lo que no sabían era si las pérdidas se materializarían poco a poco durante mucho tiempo o de golpe. Por ello, a diferencia de sus clientes, casi nunca tienen un euro invertido en este tipo de productos.

¿Por qué se ha seguido y se continúa invirtiendo en estos activos? Hay dos motivos: por desconocimiento de gran parte de los inversores finales y porque muchos han decidido «no pensar» y mantener estrategias de inversión que fueron bien hace décadas y que consideran «atemporales».

La más conocida es la famosa estrategia 60/40: invierte 60% en renta variable y 40% en renta fija y a largo plazo te irá bien. Si además te indexas, pagarás bajas comisiones y la rentabilidad será mayor.

Foto: Foto de cuando Tesla salió a bolsa en 2010 (Reuters)

Sin embargo, las circunstancias cambian, y seguirán cambiando. Cuando se inventó la regla del 60/40 o la indexación no había tipos negativos. Es decir, no había un conjunto de activos que era claramente contraproducente para la rentabilidad del ahorrador.

Esta es la parte más peligrosa de las reglas de inversión simples del pasado o de la indexación. Se simplifica tanto el proceso de inversión que se acaban cometiendo barbaridades. Hoy se ve en los precios de unos activos, pero mañana se verá los precios de otros.

Cuando son pocos los inversores que deciden «no pensar» es lógico que haya pocos activos cotizando a niveles irracionales. Cuando son muchos los que invierten de esta manera, el mercado cambia, los precios que se forman son diferentes y, por lo tanto, los resultados pasados dejan de ser buen estimador de los resultados futuros.

La inflación aprieta, y los productos financieros que ofrecen los bancos a los inversores más prudentes aprietan todavía más, porque pierden en términos nominales y mucho más en términos reales.

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