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Ignacio Sarría

Secretos del Private Equity

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Bolsa versus Private Equity

A principios del mes de Agosto, publicaba el Financial Times un interesante artículo “Public-company model worse than private equity” sobre uno de los clásicos debates en

A principios del mes de Agosto, publicaba el Financial Times un interesante artículo Public-company model worse than private equity sobre uno de los clásicos debates en el mundo de la gestión empresarial. A lo largo de las últimas dos décadas, se han escrito muchos análisis y artículos de opinión comparando la capacidad de crear valor para los accionistas de compañías controladas por fondos de Private Equity o de compañías cotizadas.

A pesar de haber leído casi todo lo publicado en este tema que siempre me ha interesado, hay muchos argumentos para defender posiciones en ambos sentidos en función de quien lo escriba. La dificultad de este análisis radica principalmente en la capacidad de medir el concepto de “creación de valor”, que no es tan objetivo como pudiera parecer en un principio. 

Tony Jackson, lo tiene claro en el mencionado artículo y  argumenta que “los objetivos a largo plazo de los fondos de Private Equity para maximizar el valor de su inversión evitan posibles manipulaciones en beneficio de los equipos directivos”.

Las dos  principales diferencias entre la forma de gestionar compañías de un fondo de Private Equity y una empresa que cotiza en Bolsa, consisten en el número de personas que toman las decisiones y en el diseño de los incentivos del equipo directivo.

En la mayoría de consejos de administración de compañías controladas por fondos de Private Equity se pueden contar con lo dedos de una mano los miembros del mismo, lo que facilita de forma sustancial el proceso de toma de decisiones. Asimismo, los consejeros delegados no siempre participan en los consejos y en muchos casos no tienen voto en la toma de decisiones.

Por otro lado, el plazo y la composición de los incentivos del equipo directivo se establecen a 4-5 años y siempre directamente relacionados al momento de “salida” o realización de la inversión para poder alinear los intereses de inversores y gestores.

Un presidente de una multinacional me contaba recientemente que hace un tiempo visitó al equipo directivo de una filial que había vendido hace dos años a un fondo de Private Equity. Se quedó sorprendido de ver como el mismo equipo directivo que trabajaba para él, ahora lo hacia desde unas oficinas que eran mucho mas modestas y situadas en un polígono industrial en el Sur de Madrid.  La sorpresa fue mayor cuando vió en el minúsculo parking de visitas que ya no había ni chóferes ni coches de empresa “porque así había aumentado el EBITDA recurrente de la empresa en un 10%”.

No pretendo ignorar los errores ni los posibles efectos negativos como resultado de aplicar el modelo de gestión del Private Equity, especialmente en un momento como el actual, pero como dice  Jackson “no es que el Private Equity sea mejor sino que algunos aspectos claves del modelo de gestión de la las compañías cotizadas necesita ser revisado”.

A principios del mes de Agosto, publicaba el Financial Times un interesante artículo Public-company model worse than private equity sobre uno de los clásicos debates en el mundo de la gestión empresarial. A lo largo de las últimas dos décadas, se han escrito muchos análisis y artículos de opinión comparando la capacidad de crear valor para los accionistas de compañías controladas por fondos de Private Equity o de compañías cotizadas.