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La pyme suplica financiación
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César González

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La pyme suplica financiación

Me lo cuenta Alejandro: tiene una empresa con fuerte crecimiento, unos cuantos años de ventas crecientes y demanda por satisfacer. Pero le falta crédito para financiar

Me lo cuenta Alejandro: tiene una empresa con fuerte crecimiento, unos cuantos años de ventas crecientes y demanda por satisfacer. Pero le falta crédito para financiar sus operaciones. Le piden un plan a tres años y… garantías inmobiliarias. ¡Pero si no tiene patrimonio! Tiene una empresa que va bien y necesita financiación. Ha pedido un ICO, me comenta.

Y así mil… y diez mil… y cien mil autónomos y pequeñas y medianas empresas. Una súplica que clama a los poderes públicos desde cualquier sector, desde cualquier pueblo y ciudad, desde los talleres, los comercios, los almacenes y las naves. En la industria, en el turismo y en los servicios empresariales.

Un respiro: administraciones locales y autonómicas pagan sus facturas pendientes. Hay que alegrarse. Es verdad. Es un respiro. Pero también es verdad que muchas de aquellas cantidades acaban en los bancos reduciendo las deudas crecientes que venían acumulando las grandes, medianas y pequeñas empresas. A veces -no pocas veces- esos ingresos minorarán la cifra de morosidad que las pymes han generado ante la falta de responsabilidad en el pago por parte de las Administraciones Públicas.

El caso de los autónomos y las pequeñas empresas, ¿por qué no decirlo?, es heroico. Pagan el IVA de las facturas que no cobran, aportan patrimonio personal y familiar para respaldar sus actividades empresariales con las que se crea la más tupida red de empleadores.

No nos engañemos. Si al Estado y a los bancos les cuesta conseguir financiación, ¿qué podemos imaginar que le sucederá a cualquier pyme en el despacho de su banquero? Si a una gran empresa le supone un gran y costoso esfuerzo emitir un bono en los mercados, ¿qué posibilidades le damos a una pyme que pide donde no hay?

Se buscan soluciones. Lo primero es limpiar las entidades de crédito. Si ellas van bien la financiación llegará. Llueven decenas de miles de millones de euros para el sector bancario. Pero las pymes siguen mirando al cielo aferrándose a la esperanza de que algún día a ellas también les lloverá.

Sí. Resolvamos los grandes problemas de la banca, pero no te olvides de mí, dice la pyme: soy tu presente y tu futuro. La pyme no puede esperar a que se resuelva la liquidez y el balance de las entidades de crédito. Habrá que actuar simultáneamente y habrá que hacerlo con rotundidad y prontitud, con todo el peso del poder del Estado. Me consta la preocupación de los poderes públicos. Pero es que no podemos esperar más. Sabemos de la complejidad de las actuaciones necesarias. Sabemos de la necesidad de organizar el flujo que garantice la satisfacción de la pyme desde el origen del crédito, sea éste el que sea.

En Francia, se crea un banco industrial dirigido a la financiación a las pequeñas y medianas empresas. Cierto que hablamos de un país con elevado grado de intervención estatal en las actividades económicas, pero al mismo tiempo los bancos populares franceses ensalzan las oportunidades del sistema de garantías de las SGR españolas. Puesto que en España contamos con un entramado dispuesto a satisfacer aquellos objetivos, ¡potenciémoslo!

El Gobierno reconoce claramente esta escasez. Lanza líneas para aliviar la necesidad. Pero sigue atrapado en los canales de unas entidades de crédito en reestructuración, forzadas por la situación económica a incrementar las garantías de pago. Es lo normal: recursos limitados exigen mayores niveles de solvencia.

He repetido con insistencia que ante una situación tan excepcional, el Estado cuenta con una red que puede potenciar: las Sociedades de Garantía Recíproca. Las SGR, como otras entidades financieras atraviesan dificultades, pero conocen mejor que nadie las necesidades de financiación de la pyme. Posiblemente, hoy no existen medios tan poderosos para proporcionar el circulante y los recursos de inversión. Quizá no exista en España una reserva de conocimiento empresarial tan valiosa para afrontar las dificultades actuales. Podemos sacar provecho de tanto talento o dedicar el tiempo a lamentarnos por los defectos de un sistema de garantías que hoy puede trabajar mano a mano con el ICO para resolver una necesidad que los cauces crediticios bancarios no pueden resolver.

No serán necesarias decenas de miles de millones a las que no podamos seguir la pista. Basta con una décima parte de lo dedicado al saneamiento del sector crediticio para poner cara a miles de empresarios que recibirán una liquidez por la que habrán de responder, bien localizados en un mapa que sí podría tener un cartel al modo del Plan E.

La supervisión del Banco de España -reforzada si es preciso-, y la colaboración de los técnicos del ICO en las mismas sedes de las SGR, pueden liberar los flujos de financiación que hoy exige la economía española. Tiempos vendrán de plegar velas. Se demandan medidas contundentes y existe la estructura para resolver, al menos parcialmente, un grave problema que no puede seguir pendiente de las redes bancarias tradicionales.

Hay que superar la mediocridad de quienes se enredan en las dificultades de una o varias entidades, para ver el campo de actuación que proporcionan las Sociedades de Garantía Recíproca. A los poderes públicos se lo podemos decir: ¡atrévete!

Ya en 1985, las SGR presentaron en el Banco de España el proyecto de constitución de Interdisa, una Sociedad Mediadora en el Mercado de Dinero –SMMD- entre cuyos objetivos se citaba, expresamente, la necesidad de “prestar una atención especial a un colectivo de potenciales emisores, como son las pequeñas y medianas empresas”. Aquella sociedad en la que participaba también un grupo de Cajas de Ahorro, pretendía “actuar como distribuidor de activos emitidos por pymes”.

Ahora que vuelven los estudios y propuestas sobre la creación de un mercado de pagarés de empresa, no estará de más volver la mirada a quienes pueden promover los instrumentos precisos. En particular, se ha de garantizar la canalización adecuada de la financiación. El ICO bien podría tomar la iniciativa, sin abandonar sus responsabilidades en otros actores que le garantizan talento en una red de distribución.

No voy a extenderme. El ICO, las SGR y, ¿por qué no?, las entidades de crédito, pueden trabajar juntas en la creación de un ágil mercado secundario bursátil que facilite el acceso a la propiedad en proyectos de futuro.

Lo dicho: es necesario atreverse a crear un entramado para las pymes, quizá en colaboración con el Banco Europeo de Inversiones, alejado de electoralismos, dispuesto a la eficacia, controlado por los supervisores adecuados, pero libre para que el emprendedor pueda desenvolverse con agilidad.

Me lo cuenta Alejandro: tiene una empresa con fuerte crecimiento, unos cuantos años de ventas crecientes y demanda por satisfacer. Pero le falta crédito para financiar sus operaciones. Le piden un plan a tres años y… garantías inmobiliarias. ¡Pero si no tiene patrimonio! Tiene una empresa que va bien y necesita financiación. Ha pedido un ICO, me comenta.