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De Damm a Cacaolat pasando por Rodilla
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César González

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De Damm a Cacaolat pasando por Rodilla

Cuando las pantallas se llenan de noticias tan adversas como las que saturan nuestros diarios, me ha parecido que no tenía nada que aportar a tantos

Cuando las pantallas se llenan de noticias tan adversas como las que saturan nuestros diarios, me ha parecido que no tenía nada que aportar a tantos y tan variados análisis sobre la situación financiera y económica de España. Tenía la tentación de opinar sobre la necesidad o inconveniencia de un rescate por sus consecuencias sobre la fortaleza de la moneda común europea.

He preferido refugiarme en los archivos de datos referidos a compañías que presentan rasgos atractivos para la inversión a largo plazo, aún cuando su liquidez y presencia en los mercados financieros no alcancen las cifras de las grandes empresas del Ibex.

Damm aparece como un conglomerado, centrado en su tradición cervecera y reconocido por sus actividades logística y de distribución. La diversificación en agua y refrescos ha alcanzado un alto grado de integración y reconocimiento de marca, aunque aún muy local para las aspiraciones demostradas del grupo.

Damm se ha hecho notar, recientemente, mediante dos adquisiciones con elevado potencial: Rodilla y Cacaolat. El decidido impulso que se quiere dar a su apuesta por Rodilla se puede advertir en la línea destinada a informar sobre sus ingresos en la actividad de restauración. Una línea en blanco, vacía de contenido, junto a las significativas cifras de sus segmentos de actividad tradicionales. Bien podían haberse ahorrado aquel apartado en las cuentas anuales pero al incluirlo hacen saber que no han llegado a Rodilla para tomarse un sándwich de temporada.

Damm denota una inquietud inversora que no es propia de épocas tan convulsas. Quizá algunas de sus entradas en sociedades como Ebro o Pescanova no alcancen mayor profundidad, pero el conocimiento del sector alimenticio en empresas innovadoras e inmersas en procesos de expansión internacional tendrá consecuencias en su desarrollo. Por un lado porque la experiencia en desinversiones anteriores ha resultado exitosa. Por otra parte, porque prosigue con la “gestión activa de los excedentes para reinversión en negocios o actividades que coadyuven a los negocios ‘core’ del grupo”. El entrecomillado es copia textual de una de sus directrices de crecimiento.

Su entrada en Cacaolat y Rodilla son expresión, igualmente, del propósito de integración vertical en negocios, también manifestado, expresamente, como una directriz de futuro para Damm.

Podríamos concluir que el grupo cervecero ha entrado en un ciclo de endeudamiento alocado para afrontar tan gruesas inversiones. No es así. Al cierre del primer trimestre de 2012 Damm no tiene deuda neta. Un repaso por la cascada de las cuentas de resultados de los últimos años nos conduce a la conclusión de una elevada generación de caja derivada de sus operaciones sometidas a un constante estrés.

El incremento de los costes de materias primas y energéticos han sido absorbidos por mejoras de eficiencia y productividad, trasladando los incrementos en la cifra de ventas al resultado de explotación. Cierto es, también, que el resultado financiero ayuda a afianzar cifras aún mayores en el consolidado del ejercicio.

Las inversiones de 78 millones en 2010 y 84 millones en 2011 tendrán continuidad en este ejercicio. Se pueden citar las inversiones en la Zona de Actividades Logísticas del Puerto de Barcelona y las que se están llevando a cabo en la fábrica de Santarem, en Portugal. Damm ha encontrado el respaldo de una financiación a largo plazo que no es fácil conseguir. Este es uno de los aspectos más llamativos del balance con el que se cerró el pasado ejercicio, al refinanciar a largo gran parte de su deuda.

La fortaleza del balance permite a Damm involucrarse en el proyecto Cacaolat que tendrá un alcance de 125 millones de inversión para los tres socios que constituyeron el consorcio que logró la adjudicación de la conocida unidad de batidos.

En mi opinión los mayores retos de futuro se concentran en la capacidad de gestión. Ampliar el abanico de productos es positivo pero introduce nuevas variables que -por muy conocidas que le resulten al grupo-, no venían exigiendo la implicación operativa que ahora demandan. Por otra parte, las adquisiciones se han traducido en un fuerte aumento de plantilla. No se trata de una incorporación natural de distintos perfiles profesionales. Supondrá, más bien, una mayor dispersión geográfica y, sobre todo, técnica de sus recursos humanos.

El sesenta por ciento de la sociedad está controlado por tres grupos accionariales. La presencia de Demetrio Carceller en los Consejos de Sacyr, Gas Natural, Ebro y Deoleo podrían aportar la sal a quienes buscan notoriedad en ecos de sociedad empresarial. Sería suficiente para atraer las miradas hacia Damm una vez dé el paso hacia el Mercado Continuo. Sin embargo, el verdadero picante de Damm se encuentra en sus cifras: más de 800 millones de euros de facturación y un resultado consolidado que en 2011 superó los noventa millones de euros.

El ‘pay out’ del 50%, aproximadamente, permite mantener el ritmo inversor al tiempo que remunera a los accionistas aunque Damm no llamará la atención, precisamente, por un elevado dividendo. Su orientación al largo plazo se hace visible en las periódicas ampliaciones liberadas.

En definitiva, Damm es un candidato a portadas de los mercados bursátiles. Crecimientos del treinta por ciento se pagan con un PER más elevado que la media del mercado pero permiten apostar por el crecimiento operativo, al tiempo que financiero, vista la experiencia de adquisiciones y desinversiones del grupo.

La consolidación del sector cervecero avanza a nivel mundial y en España quedan islas con buenas marcas por ganar. Damm es el candidato natural para participar en la integración con otros grupos que podrían beneficiarse de la pertenencia a una sociedad de demostrada creación de valor.

Cuando las pantallas se llenan de noticias tan adversas como las que saturan nuestros diarios, me ha parecido que no tenía nada que aportar a tantos y tan variados análisis sobre la situación financiera y económica de España. Tenía la tentación de opinar sobre la necesidad o inconveniencia de un rescate por sus consecuencias sobre la fortaleza de la moneda común europea.