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Molins, cementos Molins
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César González

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Molins, cementos Molins

En la búsqueda de sociedades cotizadas que pudiéramos calificar como objetivos de inversión 'value' es habitual centrar la atención en aquellas empresas que gozan de una significativa

En la búsqueda de sociedades cotizadas que pudiéramos calificar como objetivos de inversión 'value' es habitual centrar la atención en aquellas empresas que gozan de una significativa cuota de mercado y marca reconocida. No importa que se trate de compañías con escasa presencia en los mercados de valores, siempre que el volumen de su facturación y beneficios sea revelador de un negocio substancial. La generación de caja será el indicador trascendental para valorar el posible interés inversor. Si se trata de sociedades industriales, la relación de la cotización con el valor contable de la acción ofrecerá un indicador de momentum. La historia de márgenes en diferentes ciclos y la secuencia de retornos a los accionistas en los diferentes escenarios económicos nos conducirán, o no, a la selección del valor como objeto de inversión 'value'.

La valoración subjetiva sobre la calidad del equipo gestor está muy por encima de la importancia asignada a las cifras de crecimiento. Sin embargo, las perlas “value” suelen estar bien guardadas. Dicho de otro modo, suelen contar con el entramado accionarial que garantiza su control con independencia de que un puñado de accionistas muestre interés en los mercados por adquirir los títulos de la compañía. Suele tratarse de valores en los que es extremadamente reducido el porcentaje real de acciones fuera del control de los accionistas principales. Es el caso de Cementos Molins, como lo es el de Damm, por mencionar otro grupo al que me referido en ocasiones anteriores. Ambos cotizados en el corro electrónico.

El atractivo de estas compañías es indiscutible pero será muy difícil convencer a un posible inversor, ajeno a los grupos de control, de los retornos futuros de una inversión ajena a los avatares que mueven, día a día, los mercados de valores. Siempre se aconseja una selección de títulos que llegue a componer una cartera con entre cinco y diez valores, diversificada en negocios, en ámbitos geográficos de influencia, en equipos de gestión e incluso, en ciclos económicos de máximo beneficio esperado.

Cementos Molins ha quedado como uno de los pocos representantes de un sector que, en su día, ofrecía un amplio abanico de opciones. Las compañías cementeras son objeto de análisis por parte de las firmas de valores porque suelen ser muy gratificantes. Cuando no ofrecen una elevada generación de caja es que suelen acercarse a una transacción corporativa. Una mirada hacia atrás en las bolsas españolas será concluyente.

¿Por qué hoy resulta interesante poner el foco de atención en esta cementera? Dos han sido las motivaciones más cercanas en el tiempo. La primera, y más importante, por la comunicación del pasado 27 de diciembre, notificando una plusvalía aproximada de 50 millones de euros como consecuencia de la venta de sendas participaciones en sus filiales argentina y uruguaya. La segunda, y como contraste, por las terribles cifras de consumo doméstico publicadas por Oficemen.

Cementos Molins presentaba una deuda neta de 400 millones, aproximadamente, al cierre del ejercicio 2011. A 30 de septiembre pasado la deuda neta se había reducido hasta cerca de 350 millones, después de incrementar los saldos brutos, pero compensándolo con un aumento muy sustancial del efectivo y equivalente. Aunque desconozcamos los datos de diciembre, los 85 millones de dólares procedentes de la venta de participaciones ayudarán a atender unos vencimientos de deuda, aproximados, de 84 millones de euros en 2013.

En un mercado tan deprimido, esta significativa capacidad de generación de caja justifica uno de los aspectos más relevantes para la selección de compañías con criterios “value”. Puede argumentarse que los extraordinarios generados por la venta de activos restan glamour al cash flow libre, pero algunos datos de actividad disiparán esa posible justificación.

Ciertamente, las sociedades nacionales del grupo presentaron EBITDA ligeramente negativo a finales de septiembre, pero sus negocios internacionales aportaron más de 171 millones de euros en la misma partida de su cuenta de resultados. En un entorno tan poco atractivo -en principio-, el resultado atribuido creció un 85%, hasta más de 31 millones de euros, bien es cierto que después de una caída del 63% en el ejercicio 2011 completo, frente al anterior 2010.

El patrimonio neto por acción, al cierre de 2011 superaba los 13 euros, cifra que ayudará a relacionar los datos de deuda comentados anteriormente y a justificar un precio de mercado tan pegado al valor teórico de la acción. Ratio que no resulta especialmente atractivo de no pretender una inversión estable, aunque con un comportamiento positivo en un momento muy bajo del ciclo doméstico.

Una importante advertencia: comprar Cementos Molins es confiar en la familia Molins. Parece de Perogrullo, pero hay que recordarlo. Una inversión en este valor supone ni más ni menos que casarse con un consejo de administración en el que ocho de sus doce componentes llevaban ese apellido al cierre del ejercicio 2011. Los otros cuatro miembros del Consejo correspondían a dos accionistas propuestos por Cartera de Inversiones C.M. -controlada por la familia del mismo nombre-, un consejero en representación de Foro Familiar Molins y un consejero que también lo es de otras sociedades del grupo y que ha actuado como asesor de sociedades participadas.

El control societario no resta fuerza, no añade ni resta interés a la posible participación en el accionariado como minorista, pero ha de ser tenido en cuenta. A unos, la confianza les llevará tomar unas acciones. Posiblemente con horizonte de medio plazo. A otros, el control les producirá rechazo. Hasta la fecha, resulta indudable que la gestión del grupo familiar ha resultado exitosa, creando un conglomerado industrial que ha sabido sacar provecho de la diversificación internacional.

En la búsqueda de sociedades cotizadas que pudiéramos calificar como objetivos de inversión 'value' es habitual centrar la atención en aquellas empresas que gozan de una significativa cuota de mercado y marca reconocida. No importa que se trate de compañías con escasa presencia en los mercados de valores, siempre que el volumen de su facturación y beneficios sea revelador de un negocio substancial. La generación de caja será el indicador trascendental para valorar el posible interés inversor. Si se trata de sociedades industriales, la relación de la cotización con el valor contable de la acción ofrecerá un indicador de momentum. La historia de márgenes en diferentes ciclos y la secuencia de retornos a los accionistas en los diferentes escenarios económicos nos conducirán, o no, a la selección del valor como objeto de inversión 'value'.