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Los dividendos te ponen más que Beyoncé
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Clarisa Sekulits

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Los dividendos te ponen más que Beyoncé

Hace cosa de un año, los economistas suecos se sorprendieron descubriendo un dato de inflación por encima de las previsiones. El coste de la vida había aumentado un 9,7% en términos interanuales. La respuesta al enigma era… Beyoncé

Foto: Beyoncé en los iHeartRadio Music Awards. (Reuters/Mario Anzuoni)
Beyoncé en los iHeartRadio Music Awards. (Reuters/Mario Anzuoni)

Hace cosa de un año los economistas suecos se sorprendieron descubriendo un dato de inflación por encima de las previsiones. El coste de la vida había aumentado un 9,7% en términos interanuales, frente al 9,2% que tenían estimado. La respuesta al enigma no se encontraba en un repunte repentino de las materias primas o de la masa monetaria. La respuesta al enigma era… Beyoncé.

La artista estadounidense había decidido iniciar su gira europea en Estocolmo, con la consiguiente afluencia de visitantes a la capital sueca. Esto suponía un espaldarazo para la infraestructura hotelera, así como para la restauración y el consumo en general. Y como todo aumento imprevisto de la demanda suele ir acompañado de una subida de los precios, el IPC del país escandinavo se disparó en un efecto que la prensa local bautizó como Beyonflation.

En definitiva, la cantante y empresaria texana es una de las pocas personas de las que se puede decir que “cada vez que habla sube el pan”. En sentido literal.
Menciono esta historia no sólo para ilustrar la diversidad de componentes que pueden influir en la evolución de los precios (que también). Sino para dejar constancia de algo muy obvio: Beyoncé es un reclamo para el gran público, incluso veinte años después de haber pulverizado récords con su álbum Dangerously in love. Sólo en la gira veraniega de 2023, aquella que inició en Estocolmo, ganó cerca de 580 millones de dólares, según el Washington Post. Así que podemos decir que sigue conservando todo su sex appeal. O su mojo, como diría Austin Powers, película que, por cierto, coprotagonizó en 2001.

¿Y por qué hablamos de Beyoncé, os preguntaréis? Constatar la popularidad de la artista es importante ya que la vamos a utilizar como benchmark, o índice de referencia, para el ejercicio de hoy. Y es que hay un concepto que ha pasado de aburrir soberanamente a los inversores a suscitar más interés incluso que la ex componente de Destiny’s Child: los dividendos.

Hace veinte años, a casi nadie le importaban los dividendos en España. Y no es porque lo diga yo. En realidad, el que lo dice es Google. La palabra “dividendo” tenía una popularidad muy baja según el score de Google Trends, que mide el tirón que tienen los diferentes términos de búsqueda en una escala de 0 a 100, siendo 100 el máximo de popularidad y cero el mínimo posible. Pues bien, entre 2004 y 2010, la popularidad del término oscilaba entre cero y cuatro. La de Beyoncé, entre 40 y 70.

Desde entonces, los dividendos han ido ganando atractivo poco a poco, mientras que Beyoncé se ha mantenido más o menos constante. Hasta llegar a 2020, año en el que por primera vez se produce el sorpasso. El término “dividendo” tenía una popularidad de 52 sobre 100. Beyonce, de 44. Y desde entonces, aunque siempre con un margen ajustado, los dividendos han seguido batiendo benchmark. Bien por los dividendos. O mejor dicho: bien por los inversores que se preocupan por la terminología financiera y, por ende, por sacarle jugo a sus ahorros.

El hecho de que los dividendos hayan ganado tirón a partir de 2020 no es casualidad. La pandemia y el confinamiento provocaron que los españoles redescubriesen el mundo de la inversión y se interesasen por la bolsa. De hecho, las acciones se posicionan como la opción favorita de los españoles, seguida de los fondos de inversión, las cuentas remuneradas y las criptomonedas, según el informe Hábitos de ahorro e inversión en España elaborado por XTB.

El hecho de que los dividendos hayan ganado tirón a partir de 2020 no es casualidad

Y, ya puestos a invertir en bolsa, una de las estrategias preferidas de los españoles es la búsqueda de compañías con dividendos elevados. Según el V Observatorio del Ahorro y la inversión en España, realizado por Bestinver e IESE, el 78% de los inversores españoles busca maximizar la rentabilidad y otro tanto, minimizar las pérdidas. Leche calentita y que no queme, que diría aquel. Pero un número cada vez más creciente menciona una tercera prioridad: la búsqueda de rentas periódicas, que resulta clave para el 66% de los encuestados.

¿Es la búsqueda de dividendos una estrategia idónea para el inversor? Pues como todo en esta vida… depende. La remuneración al accionista es una buena forma de incrementar de forma constante nuestro patrimonio. Y si en lugar de gastarnos esos dividendos los reinvertimos, la magia del interés compuesto hará el resto.
Desde 1993 hasta 2022, el S&P 500 aumentó un 777%, según cálculos de Morningstar. Con los dividendos incluidos, creció más de un 1.400% durante el mismo periodo. Por tanto, los dividendos representaron por sí solos más del 20% de la rentabilidad total del índice. ¿Te parece mucho? Pues en décadas pasadas la contribución fue incluso mayor: hasta el 40%.

Algunos inversores consideran que la búsqueda de dividendos no es la mejor manera de maximizar la rentabilidad

Por otro lado, los valores que se caracterizan por repartir dividendos atractivos suelen ser multinacionales, con un balance sólido e ingresos estables y predecibles. Y ese tipo de compañías tiende a sufrir menos en épocas de caídas en bolsa, por lo que la inversión con sesgo en dividendos tendría el plus adicional de ser más defensiva. Por ejemplo, el índice Dividend Aristocrats, integrado por empresas americanas que han incrementado la remuneración al accionista en los últimos 25 años, cayó un 5% en un año bajista como fue 2022, frente al 19% que retrocedió el S&P 500.

En contrapartida, algunos inversores consideran que la búsqueda de dividendos no es la mejor manera de maximizar la rentabilidad. A fin de cuentas, las compañías que verdaderamente suben en bolsa son las que más crecen. Y probablemente es más fácil pegar el petardazo si eres el tipo de empresa que utilizas el beneficio para abrir nuevos mercados o áreas de negocio, que si te limitas a repartírselo a los accionistas. Un argumento que, todo sea dicho, tiene su punto.

En definitiva, la inversión en dividendos es cada vez más popular, pero más por un componente psicológico que por otra cosa. Puede resultar interesante desde un punto de vista financiero, pero en realidad lo que más nos pone es el subidón de recibir una renta todos los meses. Porque, reconozcámoslo, nada puede compararse al discreto encanto del sueldo Nescafé para toda la vida. Ni siquiera Beyoncé.

Hace cosa de un año los economistas suecos se sorprendieron descubriendo un dato de inflación por encima de las previsiones. El coste de la vida había aumentado un 9,7% en términos interanuales, frente al 9,2% que tenían estimado. La respuesta al enigma no se encontraba en un repunte repentino de las materias primas o de la masa monetaria. La respuesta al enigma era… Beyoncé.

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