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Víctor Alvargonzález

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El chollo

Hace tiempo salió en televisión un anuncio con el que me sentí identificado. Al protagonista no hacen más que comentarle amigos y compañeros de trabajo los

Hace tiempo salió en televisión un anuncio con el que me sentí identificado. Al protagonista no hacen más que comentarle amigos y compañeros de trabajo los “chollos” que encuentran, desde ese coche seminuevo comprado en Alemania a precio de saldo hasta ese viaje regalado que apareció a ultima hora por Internet. El protagonista del anuncio se siente como el tonto de la película, hasta que –ahí entra la publicidad– descubre el producto tal al precio cual y se da cuenta que, por fin, ha dado con un auténtico “chollo”.

A los españoles nos encantan los chollos. En realidad nos gusta contar que los hemos encontrado, o que el chollo nos ha encontrado a nosotros. Y, como no podía ser de otra manera, también nos gustan los chollos en finanzas.

Bancos y cajas españoles lo tienen muy en cuenta en su publicidad. Presentan sus productos como auténticas gangas. Los garantizados son un ejemplo clarísimo. Si te crees lo que dice la publicidad, piensas que deben ser tontos para regalarte así el dinero. Vas a ganar suba o baje la bolsa, el dólar o lo que sea. Y con garantía del capital. Un auténtico “Win win”. Un auténtico chollo. Luego, claro, viene la decepción del garantizado, que, por cierto, pronto se estudiará en la Facultad de Psicología, dado el volumen de garantizados que hay en España. Se define como la decepción del inversor al darse cuenta de que perder no ha perdido, pero tampoco ha ganado nada, y lo que sí ha perdido son oportunidades para ganar durante esos tres o cinco larguísimos años que duró el garantizado. La primera decepción viene cuando el inversor se percata de que ventanas de liquidez había, sí, pero cómo no había leído la letra pequeña no se dio cuenta de que las famosas ventanas estaban…en un octavo piso.

Otro “chollo”, este más reciente, han sido los depósitos. Algunos anuncios son tan chuscos que, aunque los presenten como una ganga, la gente se da cuenta enseguida de que hay truco. Son esos en los que para obtener la rentabilidad prometida te tienes que casar con el banco y sus productos hasta que la muerte te separe (a veces literalmente). Más complicado es saber si son o no un chollo las ofertas “limpias” (aunque limitadas en tiempo y cuantía). La cifra mágica ha sido el famoso 4% anual “limpio” y sin trucos. El caso es que algunos “elegidos” accedieron al Olimpo de lo que parecía un auténtico chollo, pues además no lo ofrecían entidades de esas que están al borde de la quiebra (y que si no quiebran es porque las pagamos todos con nuestros impuestos).

Pues siento desilusionar a los elegidos por la generosidad bancaria, pero no era un chollo. Los chollos para serlo tienen que autentificarse, tienen que compararse con algo. Para ser un chollo, los depósitos tendrían que haber dado, por lo menos, el 5,67% TAE que ha dado una inversión de bajo riesgo como es un fondo de renta fija corporativa de alta calidad crediticia desde el día 1 de marzo, fecha en la que se recrudece la llamada “guerra de depósitos”. Y no hablo de fondos que invierten en bonos basura, ni de “High Yield”, ni nada del estilo -que, por cierto, ha dado todavía más- sino de prestar a empresas muy solventes y con beneficios estables. Es más, desde que se inició la crisis, las entidades financieras han transmitido la idea de que era un chollo aprovechar que estuvieran con el agua al cuello, pero resulta que, desde enero de 2008 hasta el 30 de septiembre del año en curso, ha habido fondos de inversión que invierten en deuda pública europea de alta calidad crediticia (excluidas, por lo tanto, las de España, Portugal, Grecia e Irlanda), es decir, fondos muy seguros que invierten en bonos del estado alemán, holandés, etc., que han obtenido una rentabilidad media anual de más del 7%.

Y entre los fondos que invierten en renta fija empresarial de alta calidad crediticia que mencionábamos antes hay muchos que han superado claramente el 5% de rentabilidad media anual en ese mismo periodo. Prestar a los países y empresas más solventes de la zona euro es lo que ha sido un auténtico “chollo”, no ayudar a salvar bancos y cajas españoles, donde, por cierto, al hacer el cálculo de la rentabilidad neta del depósito habría que descontar las comisiones de todo tipo que nos va a cobrar el banco para que no les arruine pagar un 4% cuando los tipos de interés están al 1%.

Todo esto no se lo cuento para aguarles la fiesta a los elegidos del 4% ni porque esté envidioso porque a mí no me salen nunca “chollos”, ni porque tenga nada contra los depósitos (un asesor financiero independiente puede recomendar cualquier producto del mercado, incluido un depósito si es la mejor opción). Sólo trato de advertirles para que la próxima vez que un banco les ofrezca un “chollo”, antes de aceptarlo busquen, comparen y, si encuentran algo mejor, lo compren.

Víctor Alvargónzalez, consejero delegado de  PROFIM, asesores patrimoniales, EAFI

Hace tiempo salió en televisión un anuncio con el que me sentí identificado. Al protagonista no hacen más que comentarle amigos y compañeros de trabajo los “chollos” que encuentran, desde ese coche seminuevo comprado en Alemania a precio de saldo hasta ese viaje regalado que apareció a ultima hora por Internet. El protagonista del anuncio se siente como el tonto de la película, hasta que –ahí entra la publicidad– descubre el producto tal al precio cual y se da cuenta que, por fin, ha dado con un auténtico “chollo”.

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