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Los políticos quieren ciudadanos “mansos”
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Víctor Alvargonzález

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Los políticos quieren ciudadanos “mansos”

Yo no soy aficionado a los toros, pero entiendo perfectamente a los aficionados cuando dicen que lo que ocurre en la plaza es una buena imagen de

Yo no soy aficionado a los toros, pero entiendo perfectamente a los aficionados cuando dicen que lo que ocurre en la plaza es una buena imagen de lo que ocurre en la vida, y que esa es una de las bellezas de la feria.

Entre los toros tengo entendido que hay un tipo de animal que se describe como “manso”, que creo que no les gusta mucho a los toreros porque su mansedumbre no da nada de juego para realizar la faena. En cambio, estoy seguro de que tanto entre los políticos como entre las entidades financieras es un concepto apreciado si se aplica a las personas. Los políticos quieren ciudadanos “mansos” porque son manejables y no protestan. Las entidades financieras quieren clientes “mansos” porque compran lo que se les dice sin hacer demasiadas preguntas. Y tampoco se quejan si el resultado no tiene nada que ver con lo prometido. Incluso repiten.

Nos hemos vuelto mansos. Si no, no es posible entender como aceptamos determinadas cosas sin rechistar. Aceptamos que se nos bajen las pensiones a la vez que se dedican miles de millones de nuestro dinero a mantener en pie entidades financieras inviables, y que, no nos engañemos, se mantienen vivas para evitar que salgan a la luz las responsabilidades que podrían tener los administradores de las mismas, básicamente políticos, que han generado un agujero que ya alcanza oficialmente los 30.000 millones de euros (12.000 ya “prestados” por el FROB, 15.000 que las autoridades reconocen serán necesarios para recapitalizar entidades), y que posiblemente gran parte de ese agujero se deba a que se han utilizado recursos para conceder préstamos a personas afines o como forma de hacer -o pagar- favores políticos ¿Cuántas pensiones se podrían pagar con ese dinero? ¿Cuántos hospitales se podrían construir? Pero resulta que los administradores son -siguen siendo, ninguno ha perdido el puesto- políticos, y se protegen entre ellos. Protegerles nos va a costar entre 30.000 y 100.000 millones, dependiendo de quien haya realizado el análisis. Y, salvo algunos periodistas -los políticos por supuesto callan-, nadie dice nada. Somos mansos.

A nivel financiero pasa algo parecido. Les pongo un ejemplo: como las entidades financieras en general -no sólo cajas- están con el agua al cuello, dirigen a sus clientes hacia los dos productos que les interesa que compren, es decir, depósitos y fondos garantizados. De los depósitos y de todo lo que se han perdido inversores y ahorradores por creer que eran un “chollo” he hablado en otras ocasiones. Pero no de los garantizados. Las entidades financieras tratan de llevar a la gente hacia depósitos para cubrir las necesidades de pasivo -de liquidez, vaya- y hacia los garantizados porque estos sí que son un auténtico “chollo”. Pero para la entidad, claro.

Las comisiones de gestión de los garantizados se mueven en el entorno del 1%. Teniendo en cuenta que un garantizado no requiere gestión alguna hay que reconocer que vender algo que genera para el vendedor un 1% por no hacer nada es de nota, y solo se puede explicar porque los vendedores son unos genios, por desconocimiento de los compradores, por exceso de confianza de estos o porque nos hemos vuelto muy, pero que muy mansos. Yo creo que una mezcla de las tres últimas.

Porque un fondo garantizado no se gestiona. Es simplemente un contrato. Se empaquetan unos valores, de contado, de futuro o una mezcla de ambos, se coloca a los clientes el paquete, y al final de la vida del mismo -cuando vence el contrato- se ve qué condiciones se han cumplido y punto. Sólo dan trabajo, y más bien poco, cuando se diseñan y se empaquetan, pero como son casi todos iguales se producen de forma industrial. Pero el cliente paga un 1% anual por la “gestión” de esa inversión. Genial.

Si los clientes recibieran lo que se les prometió, esa especie de “bálsamo de Fierabrás” que combina alta rentabilidad sin asumir riesgo alguno, a nadie le importaría pagar el 1% anual. Pero eso es lo más gracioso: según todos los estudios que se han realizado al respecto, se puede afirmar que, salvo honrosas excepciones -que las hay- el garantizado es muy poco rentable, lo cual no me extraña, porque está hecho para ser poco rentable, precisamente porque, eso es cierto, es muy seguro (si no “cascan” el emisor y/o el garante, pero eso en España es difícil, que para eso está el FROB). Alta rentabilidad y bajo riesgo es una combinación muy atractiva, pero es una quimera. La rentabilidad siempre se mueve de forma proporcional al riesgo, salvo excepciones que suelen ser puramente casuales.

Así que poco rentables (excepto para la entidad financiera), carísimos y, encima, ilíquidos, porque aunque existan las famosas “ventanas de liquidez”, ¿quién se acuerda de ellas una vez tiene el producto en cartera? Uno se acuerda de los cumpleaños de amigos y parientes, y no de todos, pero ¿de la ventana de liquidez del fondo garantizado (que además si se usa se pierde la garantía)? Pues aún así se venden como churros. Lo dicho: nos hemos vuelto mansos.

Yo no soy aficionado a los toros, pero entiendo perfectamente a los aficionados cuando dicen que lo que ocurre en la plaza es una buena imagen de lo que ocurre en la vida, y que esa es una de las bellezas de la feria.