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El BCE no está cumpliendo su mandato constitucional
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Víctor Alvargonzález

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El BCE no está cumpliendo su mandato constitucional

Es habitual escuchar del Banco Central Europeo (BCE) que hacen lo que pueden, que quienes no cumplen con su obligación son los políticos, lo cual, por

Es habitual escuchar del Banco Central Europeo (BCE) que hacen lo que pueden, que quienes no cumplen con su obligación son los políticos, lo cual, por otra parte, es cierto. El BCE siempre argumenta que están ahí para cumplir su único y exclusivo mandato: mantener la estabilidad de precios.

Pues señores, para empezar, ustedes debieron perderse la clase en la que se explicaba que estabilidad de precios significa que no deben dispararse al alza, pero tampoco hundirse a la baja. Y que su obligación es tanto evitar la locura inflacionista que sufrió en su día Alemania, como la locura deflacionista de la que intenta salir Japón desde hace años.

El BCE no está cumpliendo con su mandato constitucional. Para empezar, no sólo se ha olvidado de que los precios tienen riesgos bajistas, además de alcistas. Es que tampoco hacen bien su trabajo, que tiene un importante componente preventivo. Porque, para evitar tanto la inflación como la deflación, hay que actuar con anticipación. Esa clase también debieron perdérsela. Como dijo Paul Volcker -que fue un gran presidente de la Reserva Federal estadounidense–, “la inflación es como la pasta de dientes: cuando sale del tubo es muy difícil volver a meterla dentro”. Se refirió a la inflación porque tuvo que vérselas con ella, pero si se le preguntara a un presidente del Banco de Japón te diría la misma frase cambiando inflación por deflación.

Probablemente, dentro de una semana, el BCE baje los tipos de interés. Ya sería hora. Pero lo hacen tarde y mal, porque también apostaría porque bajen un cuartillo, o sea, el chocolate del loro. Ojalá me equivoque y nos sorprendan, pero si lo hacen me van a sorprender de verdad. Como dicen los británicos too little, too late (demasiado poco, demasiado tarde).

Para empezar, en Europa la inflación no está ni se la espera. No está porque tenemos un nivel de inflación del 1,7% y bajando. Sólo hay que mirar un gráfico o simplemente salir a la calle y ver quién es el guapo que no baja precios, salvo que se trate de un oligopolio petrolero, el cartel de las telecomunicaciones o una red de distribución de alimentos oligopolista. La inflación media en Europa, desde 1999 hasta noviembre de 2012, ha sido del 2,2%. Ahora es del 1,7%. Pero eso, el IPC. Si eliminamos los componentes más volátiles, como son los alimentos sin elaborar y la energía, tenemos la llamada inflación subyacente, que está en el 1,5%. Y eso incluidas las recientes subidas del IVA en la periferia.

Señores del BCE, señora Merkel: una recesión como la que estamos viviendo -y no tiene aspecto de aflojar- y que ya incluye en todas las previsiones incluso a su país, señora Merkel, unida a un proceso desinflacionista como el actual, presenta un enorme riesgo de que de desinflación se pase a deflación. Y a esa sí que no hay quien la vuelva a meter en el tubo.

Pero el BCE no sólo está incumpliendo su mandato de mantener precios estables en la eurozona al no hacer nada frente al riesgo de deflación. Es que, además, es falso que no cuenten con medios para evitarlo. Simplemente, no los usan o son cicateros con los que usan.

El Banco de Inglaterra es mucho más antiguo que el BCE. Inglaterra es la cuna de algunos de los más importantes economistas que ha habido en el mundo. No se puede decir que los británicos sean unos iletrados en temas de política monetaria o económica. Pues bien, el Banco de Inglaterra no sólo ha llevado a cabo medidas de estímulo cuantitativo (Quantitative Easing) como la Fed. También han puesto en marcha un programa llamado Extended Collateral Term Repo (¡vaya nombrecito!), por el que los bancos pueden obtener dinero prestado del Banco de Inglaterra presentando casi cualquier tipo de activo como colateral. Pero no acaba ahí la cosa. A grandes males, grandes remedios. Han creado algo mucho más ambicioso: el Funding for Lending Scheme. Han habilitado una línea de crédito dirigida exclusivamente a empresas y consumidores -tipo las del ICO, pero estas funcionan– por importe de 80.000 millones de libras.

Desde entonces, el tipo medio de los créditos a particulares y empresas ha bajado más del 1% en el conjunto de la economía británica y ha aumentado sensiblemente el volumen de crédito. Y si miramos a EEUU, el tema es sangrante si lo comparamos con nuestro particular credit crunch: el nivel de crédito está a niveles previos a la crisis y con un sistema bancario mucho más sano. Fed vs BCE: goleada a favor de la Fed, que ha conseguido arreglar su sistema financiero, que vuelva a haber crédito en la economía y todo ello sin disparar la inflación.

Y ya que hablamos de EEUU, son el puro ejemplo de que si bien toda esta inyección de liquidez puede presentar efectos secundarios (que se dispare la inflación), el caso es que, después de varios años de estímulo, la inflación norteamericana está en el 1,5%. Así que, el argumento de que el estímulo monetario lleva directamente a la inflación queda fuera de lugar. El estímulo monetario lleva a la inflación cuando no se retira a tiempo. Es como los antibióticos: si se dan en las dosis adecuadas y se reduce su administración tan pronto como sea posible, los efectos secundarios pueden ser nulos o poco significativos.

Pero es que, además, quienes ven inflación a la vuelta de la esquina se olvidan de algo fundamental: estamos ante una economía con un grado de interconexión e integración global nunca visto. En otras palabras: si China está reduciendo su ritmo de crecimiento, afectando con ello al de sus proveedores emergentes, si el crecimiento norteamericano -el único claramente positivo entre las economías desarrolladas- es más bien moderado, si Japón está luchando por salir del estancamiento y si Europa está estancándose o incluso gran parte de ella en recesión, en un entorno así, ¿cómo se va a disparar la inflación? La inflación tiene su caldo de cultivo en la expansión del crédito, cierto, pero sólo si se produce/mantiene en un entorno de expansión, no en pleno estancamiento global.

El oro se ha percatado de todo esto. No insistiremos en ello porque de eso iba el post del fin de semana pasado, pero el oro siempre ha sido un buen indicador de las expectativas inflacionistas de los inversores. Y si admitimos que lo es, la inflación no es algo que preocupe a la comunidad inversora.

En lo que sí creo que tiene razón el BCE es en que él sólo no puede con todo. Los políticos tienen que poner mucho de su parte. De eso hablaremos en otra ocasión, porque lo de los políticos tiene tela. Pero, insisto: que los políticos no hagan su trabajo no es excusa para que el BCE no cumpla con su obligación, y va siendo hora de que repartamos justamente la crítica que, con todo el derecho del mundo, deben hacer los ciudadanos sobre la gestión de la res pública, como decían los romanos. Y el BCE, con su retahíla sobre las reformas estructurales, lleva mucho tiempo desviando la atención sobre dos cuestiones fundamentales: que su mandato también incluye luchar contra la deflación y que es el Banco Central Europeo, no el Bundesbank. Conviene no olvidarlo. Y ya que vamos a ser justos: yo creo que el señor Draghi es el menos culpable de esta situación y que si por él fuera ya habría empezado la acción en serio. 

Es habitual escuchar del Banco Central Europeo (BCE) que hacen lo que pueden, que quienes no cumplen con su obligación son los políticos, lo cual, por otra parte, es cierto. El BCE siempre argumenta que están ahí para cumplir su único y exclusivo mandato: mantener la estabilidad de precios.