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Ganar es más cuestión de disciplina que de inteligencia
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Víctor Alvargonzález

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Ganar es más cuestión de disciplina que de inteligencia

Lo más difícil no es saber cuándo comprar: lo más difícil es tener la disciplina necesaria para hacerlo. Tan difícil, que la mayoría de la gente no puede hacerlo sola

Foto: El CEO de Berkshire Hathaway, Warren Buffett. (Reuters)
El CEO de Berkshire Hathaway, Warren Buffett. (Reuters)

Después de más de 25 años trabajando en el sector de la inversión, he llegado a la conclusión de que lo más difícil no es saber cuándo comprar: lo más difícil es tener la disciplina necesaria para hacerlo. Tan difícil, que la mayoría de la gente no puede hacerlo sola. Porque otra cosa que he aprendido es que el principal papel del asesor no es ser el más listo —aunque ayuda— sino ser algo parecido a un buen entrenador. Sobre todo en capacidad de liderazgo y no tanto en apoyo moral. El asesor que tiene que dar mucho apoyo moral es que no ha hecho bien su trabajo.

Saber cuándo comprar es fácil. Basta analizar un gráfico de largo plazo para comprobar que todo aquel que tuvo la valentía de hacerlo después de un largo periodo bajista —o uno corto pero profundo— ha ganado siempre. Las famosas frases de comprar cuando todo el mundo vende o “comprar cuando suenan los cañones y vender cuando suenan los violines”, todas son ciertas. Pero a la hora de la verdad, ¿quién es el guapo que compra cuando todo el mundo vende? ¿Por qué lo hace Warren Buffett y no lo hace el resto de la gente? Pues es muy sencillo: porque el paso de la teoría a la práctica requiere mucha valentía y, sobre todo, mucha disciplina.

Lo que no tenemos todos son los arrestos de Warren Buffett, que se pone a comprar a mansalva en plena crisis de Lehmann Brothers

Seamos sinceros: no es una cuestión de dinero. Mucha gente tiene dinero, pero lo que no tenemos todos son los arrestos de Warren Buffett, que se pone a comprar a mansalva en plena crisis de Lehman Brothers. Y, normalmente, tampoco recomiendan hacerlo los asesores, porque los asesores y los analistas suelen hacer lo que diga el consenso.

La buena noticia es que, igual que no hace falta ser un atleta para disfrutar del deporte, ni un chef para disfrutar de la buena cocina, tampoco hace falta ser Warren Bufett para obtener una buena rentabilidad en los mercados. Igual que les digo con toda crudeza que la inmensa mayoría de la gente nunca podrá comprar cuando compra Warren Buffett —incluso viéndole hacerlo—, también les digo que si el asesor es bueno y sabe liderar, mucha gente puede obtener resultados razonables e incluso buenos en sus inversiones. Y si el cliente es realmente disciplinado, puede hacerlo solo y se ahorra el coste del asesor. Aunque luego está la cuestión de qué comprar, pero esa queda para otro capítulo.

Si el asesor es bueno, mucha gente puede obtener resultados razonables. Si el cliente es disciplinado, puede hacerlo solo y se ahorra el coste del asesor

También hay que ser disciplinado para saber retirarse cuando uno se equivoca. En este negocio, el mejor es el que de 10 inversiones acierta en siete. Y un auténtico 'master' es el que sabe rectificar a tiempo esos tres errores. De nuevo el liderazgo: un buen asesor tiene que saber cómo convencer a su cliente para retirarse cuando se ha equivocado en su asesoramiento.

La gente tiene distintos niveles de disciplina, que el buen asesor puede convertir en momentos de entrada a precio razonable. Pero esto es como el ciclismo: la salida es relativamente fácil. Luego vienen las metas volantes o el 'muro' ese del que hablan los que corren maratones. En este sentido, el trabajo previo del asesor-entrenador con el cliente-ciclista es fundamental. En finanzas, se llama perfil de inversión y, cuando se ha establecido correctamente, es fundamental para mantenerse en la carrera. De nuevo, el papel del asesor es vital, porque no tiene que decirle que sí a todo al cliente. Tiene que valorar de qué es realmente capaz.

El papel del asesor es vital, porque no tiene que decirle que sí a todo al cliente. Tiene que valorar de qué es realmente capaz

En este nuestro mercado español, los asesores suelen ser básicamente vendedores de producto carentes de toda independencia, así que se le pasa al cliente un papelito —más que nada por imperativo legal— y se le coloca aquello que da más comisión al banco, la EAFI o la sociedad de valores de turno. La consecuencia es que en la primera meta volante, el cliente se baja de la bici echando el bofe, porque no estaba entrenado para subir una pendiente así. Una pena, porque con un buen entrenamiento y en un puerto de menor categoría, habría llegado a la meta. Se habría hecho la foto y habría quedado como un señor con familia y amigos.

Finalmente, llegamos a la cuestión de cuándo vender. Es tan difícil que es prácticamente imposible acertar. Aquí es de aplicación lo de que “lo perfecto es enemigo de lo bueno”. Una solución realista es no vender. Si se ha comprado bien, ¿por qué arriesgarse a malvender? En todo caso, unos años antes de la jubilación se puede ir vendiendo como se compró, pero a la inversa, es decir, vender cuando todo el mundo esté comprando y encantado con las bolsas.

¿Cuándo vender? Una solución realista es no vender. Otra opción es vender cuando se ha ganado algo que supone objetivamente un buen resultado

Otra opción es vender cuando se ha ganado algo que supone objetivamente un buen resultado. Si la rentabilidad media histórica de las bolsas se mueve entre el 8% y el 10% anual —en el muy largo plazo—, y nuestra rentabilidad en un fondo supera esa media en los años que llevemos con esa inversión, podemos objetivamente decir que lo hemos hecho bien. Y si, por ejemplo, doblamos esa rentabilidad histórica, podemos decir que lo hemos hecho de… maravilla (por no decir una palabra malsonante, ya me entienden). De nuevo la disciplina. En este caso, la disciplina de no pensar en lo que dirán los demás ni en lo que ganaron otros. Solo en lo que hicimos nosotros.

Como diría Groucho Marx, si no le gusta este método, tengo otro. Pero en mi caso, no solo son compatibles sino que resultan complementarios. Así que, en la próxima ocasión, les cuento otra forma interesante de encarar el Tourmalet (famoso puerto de montaña del Tour de Francia). Otra que permite coronar la meta con orgullo y foto en Twitter o Facebook en lugar de en la enfermería.

Después de más de 25 años trabajando en el sector de la inversión, he llegado a la conclusión de que lo más difícil no es saber cuándo comprar: lo más difícil es tener la disciplina necesaria para hacerlo. Tan difícil, que la mayoría de la gente no puede hacerlo sola. Porque otra cosa que he aprendido es que el principal papel del asesor no es ser el más listo —aunque ayuda— sino ser algo parecido a un buen entrenador. Sobre todo en capacidad de liderazgo y no tanto en apoyo moral. El asesor que tiene que dar mucho apoyo moral es que no ha hecho bien su trabajo.

Rentabilidad Warren Buffett