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Aún queda mucho queso para los disruptores digitales
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Víctor Alvargonzález

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Aún queda mucho queso para los disruptores digitales

Netflix, Google o Amazon no sólo han publicado buenos resultados, sino que siguen siendo muy superiores a la media de las empresas no tecnológicas

Foto: Facebook, Amazon, Netflix y Google. (Reuters)
Facebook, Amazon, Netflix y Google. (Reuters)

Como las buenas noticias no venden, el inversor medio se queda muchas veces sin saber si las empresas han publicado buenos o incluso excelentes resultados. Se publican y salen en los medios financieros, pero sin el bombo y platillo que se le da al penúltimo economista que anuncia por enésima vez la próxima crisis.

Aunque hay excepciones, en general las grandes empresas tecnológicas norteamericanas siguen generando buenos resultados. Los últimos de Google han sido espectaculares, por poner un ejemplo. Y no son incrementos como los de los bancos españoles, que tienen que realizar plusvalías en algún rincón del balance para no publicar resultados planos o peores que los del año anterior. No, son resultados de su actividad típica, que son los más importantes.

Foto: (Reuters)
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Netflix, Google o Amazon no sólo han publicado buenos resultados, sino que siguen siendo muy superiores a la media de las empresas no tecnológicas. Incluso Facebook, que se ha visto afectada por los problemas de privacidad, presenta un incremento del 42% en ingresos por publicidad en el último trimestre en relación al mismo periodo del año anterior. Pero sólo se habla de sus problemas, claro, como si generar un 42% más en publicidad en medio de una tormenta mediática estuviera al alcance de cualquiera (cuando es precisamente en la contratación de publicidad donde más daño pueden hacer los problemas reputacionales).

Afortunadamente para el inversor inteligente, que es un cazador en busca de oportunidades, de lo que habla la gente, los medios y los analistas es de que el Nasdaq se hundirá en la miseria por cualquier motivo que esa mañana se les haya pasado por la cabeza. Pocos son los que consideran que lo que ha tenido es una corrección después de una subida excesiva. Y digo afortunadamente porque los errores de la manada son el beneficio del inversor. Vamos, que estamos en febrero y quien haya aprovechado la corrección ya ha hecho el año. Una revalorización del 11% desde el inicio del ejercicio o del 18% desde el punto más bajo de la corrección es una magnífica rentabilidad en un mundo de tipos de interés cero y muy baja inflación. Un inversor de corto plazo podría vender e irse de vacaciones hasta la próxima caída.

Una revalorización del 11% desde el inicio o del 18% desde el punto más bajo de la corrección es una gran rentabilidad con tipos de interés cero

Para el que mira a largo plazo, las empresas tecnológicas tienen un atractivo adicional que es que su capacidad de robar cuota de mercado a las empresas analógicas sigue vigente. Cuando se valoran las empresas “de crecimiento”, como son la mayoría de las tecnológicas, no debe valorarse sólo su balance actual, también hay que analizar su capacidad de crecimiento. Lo contrario es aplicar un análisis de “valor” a una empresa cuyo atractivo es su capacidad de crecer, no que esté barata o que pague un buen dividendo. Recientemente, leía un análisis que planteaba lo ilógico que resulta que Apple tenga unos ingresos muy superiores a los de Amazon pero que esta ultima valga más en bolsa. Nada que objetar desde el punto de vista de la inversión de “valor”, pero desde el punto de vista del crecimiento creo que hay otra forma de verlo.

Foto: Logo de Android, el sistema operativo de Google. (Reuters)

Amazon es un depredador con muchas víctimas potenciales por delante, mientras que a Apple se le está poniendo cara de presa. Si no cometes errores – y esto es un importante condicional porque, a mayor una empresa, mayor posibilidad de que los cometa - Amazon tiene todavía muchas opciones para quitarle cuota de mercado a otras empresas. Y de hacerlo también en otros sectores. Por el contrario, Apple, que es una empresa maravillosa, es difícil de mejorar y, además y precisamente por eso, podría ser víctima de otros depredadores, tanto en su negocio de móviles – ahí tienen a los chinos, dispuestos a todo – como en los ordenadores, una industria híper competitiva donde hace falta un Steve Jobs para ir dos pueblos por delante. O en la música, donde lo han hecho muy bien, pero donde otros gigantes digitales quieren y pueden quitarle negocio. No olvidemos que los depredadores digitales son omnívoros: comen tanto analógico como digital.

Yo soy de la opinión que Amazon u otra empresa similar le seguirá robando “queso” - cuota de mercado - a nuevas y antiguas presas analógicas

No se si habrán leído ustedes aquel famoso libro titulado “¿Quién se ha llevado mi queso?” (si no, les recomiendo que lo hagan). Yo soy de la opinión que Amazon u otra empresa similar le seguirá robando “queso” - cuota de mercado - a nuevas y antiguas presas analógicas. Y que Netflix seguirá haciendo lo propio con las productoras de películas, las cadenas de televisión y las salas de cine . O que Google y Facebook seguirán quitándole cuota de mercado publicitario a la televisión y a la prensa (no así a la radio, que cuenta con la “protección” de que se puede escuchar mientras haces otras cosas) La lista de víctimas y cazadores sería muy larga, porque además los cazadores no tienen porque ser grandes empresas. Los mejores depredadores digitales siempre empiezan siendo pequeños.

Foto: El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. (Reuters)

Así que si creen, como yo, que las empresas digitales todavía le pueden quitar mucho “queso” a las analógicas, las correcciones del Nasdaq deben verlas como oportunidades de compra, entendida como “corrección” que merezca la pena una caída superior al 20%. Salvo que la Reserva Federal de los EEUU renueve su ardor guerrero , claro. Siempre me gusta recordarlo: por encima de cualquier análisis está la norma número uno: “no luches contra la Fed”. Pero, de momento, están tranquilos.

Como las buenas noticias no venden, el inversor medio se queda muchas veces sin saber si las empresas han publicado buenos o incluso excelentes resultados. Se publican y salen en los medios financieros, pero sin el bombo y platillo que se le da al penúltimo economista que anuncia por enésima vez la próxima crisis.