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La información que nos llega desde el futuro
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Víctor Alvargonzález

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La información que nos llega desde el futuro

La situación bursátil de los últimos doce meses tiene un componente que no suele darse a menudo: la posibilidad de contar con información de alta fiabilidad sobre el futuro

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La situación bursátil de los últimos doce meses tiene un componente que no suele darse a menudo: la posibilidad de contar con información de alta fiabilidad sobre el futuro.

El caso más evidente fue el de la vacuna. Por aquel entonces, la mayoría de los analistas estaban más pendientes de quienes “crisis” y “burbujas” que de los que llamábamos la atención sobre los anuncios de las compañías farmacéuticas, que decían que a finales de año tendrían sus vacunas listas.

Prueba de lo poco que se fijó el mercado en la información sobre la alta probabilidad de tener una vacuna a fin de año fueron las subidas que se produjeron a partir de la aprobación de las mismas. Si la mayoría hubiera tomado nota se habría descontado en los precios y la subidas de Noviembre habrían sido mucho más moderadas. Pero fue el mes más alcista que se recuerda en muchos años.

Foto: (Reuters)

Ahora tenemos una nueva oportunidad de utilizar información de primera calidad para realizar nuestras estimaciones. Y la tenemos gracias a que ha habido una serie de países cuyos gobernantes han sido mucho más espabilados y han conseguido adelantarse en el proceso de vacunación.

En esos países podemos ver literalmente el futuro económico de todos los países que, aunque con retraso, están llevando a cabo procesos de vacunación masiva. Aunque habría que matizar que, al menos en mi opinión, la recuperación europea nunca va a ser como la norteamericana, dado que la mochila de burocracia, excesos regulatorios e incompetencia política que sufrimos en Europa no desaparece porque se controle el virus. Pero podemos establecer un “coeficiente de euroesclerosis” y aplicarlo a las cifras que lleguen de Norteamérica y Reino Unido. Esto nos da estimaciones macroeconómicas y de resultados empresariales que pocas veces hemos podido establecer con tanta fiabilidad.

Por otra parte, en los últimos meses estamos asistiendo a una de las épocas en las que los analistas se quedan más cortos en sus estimaciones, tanto macroeconómicas como de resultados. El motivo principal ha sido, en mi opinión, que establecieron previsiones lineales y basadas en datos del pasado, sin valorar adecuadamente el grado de desarrollo alcanzado por la revolución digital. En otras palabras, restaron al PIB o a las cuentas de resultados de las compañías el efecto del confinamiento, sin compensarlo adecuadamente con el “colchón” que ha supuesto el efecto de sustitución parcial que han supuesto el comercio electrónico y el teletrabajo.

Prueba de lo anterior es que acertaron en países infra digitalizados y muy dependientes del contacto social, como España

Prueba de lo anterior es que acertaron en países infra digitalizados y muy dependientes del contacto social, como España, pero se quedaron cortos en países digitalmente avanzados como Estados Unidos.

Lo que estamos observando ahora en los “países afortunados” es aquello en lo que yo insistía a finales del año pasado: que, tras superar una pandemia y un confinamiento, el consumo se tiene que incrementar con mucha más fuerza de lo normal, no vale como predicción la simple vuelta al nivel anterior. Como dije entonces, es un rebote parecido a lo que se produjo tras las dos guerras mundiales. Creo que de nuevo no se ha valorado adecuadamente un componente no “tradicional” pero si importante, como en su día no se valoró el grado de desarrollo de la revolución digital.

Además hay que añadir el tsunami de liquidez que ha caído sobre el sistema financiero. Ese dinero tiene que ir a algún sitio, normalmente al consumo. Les daré un dato que muestra la magnitud del “mar interior” que ha dejado el “tsunami”: a nivel mundial, el exceso de ahorro de los hogares es de 5,4 billones de dólares (evidentemente el grueso en los países ricos). Esta cifra se calcula restando al nivel de ahorro actual el que había en el mismo periodo en el año 2019. Es ese dinero que han ido acumulando muchas familias durante los confinamientos, bien por que recibían cheques – como en Estados Unidos -, bien porque han dejado de gastar al no poder moverse igual que antes.

En caso contrario se corre el riesgo de ir por detrás de los acontecimientos. Lo que mueve las cotizaciones son las sorpresas

La conclusión es la misma que la que les decía entonces: en general, las previsiones de consumo y de resultados empresariales que están realizando los analistas se van a quedar muy cortas, porque no están teniendo en cuenta las ganas de salir y consumir que tienen acumuladas los ciudadanos. Y luego hay que añadir el efecto de la inflación, que, como es lógico en un entorno así, tiene que repuntar (de hecho ya lo está haciendo). La inflación afecta a los resultados empresariales, especialmente en las empresas que consiguen que sus costes suban menos, o a los márgenes de las entidades financieras, por poner un par de ejemplos.

En los mercados hay que manejar previsiones realistas, no lineales, proporcionales o históricas. En caso contrario se corre el riesgo de ir por detrás de los acontecimientos. Lo que mueve las cotizaciones son las sorpresas, es decir, los datos que sorprenden a los analistas. Mejor que estar del lado de los que tienen estimaciones realistas que del de los que se sorprenden.

La situación bursátil de los últimos doce meses tiene un componente que no suele darse a menudo: la posibilidad de contar con información de alta fiabilidad sobre el futuro.

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