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La oportunidad para hacerse un plan de pensiones a prueba de bomba
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Víctor Alvargonzález

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La oportunidad para hacerse un plan de pensiones a prueba de bomba

Tendremos bonos de alta calidad crediticia con muy buenos cupones. Y no nos va a importar que cambien de precio en el corto y medio plazo, porque nuestra inversión es a largo

Foto: Comparativa de planes de pensiones. (iStock)
Comparativa de planes de pensiones. (iStock)

Se habla mucho de la caída de las bolsas, pero lo que realmente ha caído como nunca han sido los bonos, es decir, la mal llamada renta fija. O más bien mal explicada, porque una cosa es que el cupón o tipo de interés que paga un bono sea fijo - que lo es - y otra muy distinta que el precio del bono no fluctúe hasta su vencimiento.

Lo de que el precio de los bonos ha caído como nunca es literal. Al menos desde los años 20 no se había visto una caída igual en el bono americano con vencimiento a 10 años. Ha perdido la friolera de un 18% de su valor en lo que va de año. Y no son solo los bonos norteamericanos: el índice agregado de SP de bonos de las economías avanzadas ha caído un 21% en el año. De ahí las abultadas pérdidas que han tenido los fondos de renta fija de medio y largo plazo.

Foto: Fuente: iStock.

La otra cara de la moneda es que, a grandes caídas en los precios, grandes subidas de los tipos de interés, ya que existe una relación inversamente proporcional entre los tipos de interés y el precio de los bonos. Esto genera una magnífica oportunidad para el inversor con visión a largo plazo, puesto que el mejor momento para comprar bonos es cuando han subido mucho los tipos de interés, ya que el objetivo es garantizarse un buen cupón a largo plazo.

En los mercados la oportunidad la crea siempre alguna desgracia y en este caso la desgracia es la inflación. Es lo que ha hecho que los tipos de interés se disparen. Pero la inflación volverá, si no a niveles tan bajos como los que había antes de la pandemia, si a la media histórica. Y más a la de los últimos 20 años que a la de los últimos 100, porque, aunque ahora se olvida, seguimos inmersos en una revolución industrial - la digital - que, al generar mucha competencia en el sector servicios, ayuda a mantener un nivel de inflación relativamente moderado en el largo plazo. Y si no, ahí estarán los bancos centrales para evitar que se salga de control. Les costará más o menos, llegarán más o menos tarde o no, pero tienen los medios para hacerlo.

Foto: Torres de monedas de euro. (iStock)

El caso es que al dispararse la inflación hemos pasado de tipos negativos o de “cero coma” en los bonos a tipos positivos, mucho más acordes con lo que han pagado los bonos a lo largo de la historia. En algunos países y zonas geográficas es muy posible que se puedan obtener tipos todavía mayores que los actuales y algunas empresas todavía tendrán que pagar más para financiarse, pero, después de 11 meses cayendo y tras sufrir el mayor desplome de su historia, cabe pensar que los bonos se están aproximando al nivel en el que interesará garantizarse esa rentabilidad. De hecho, ya no es una cuestión de si el cupón empieza a ser interesante, es cuestión de “timing” y selección de activos. Esto último es importante, por que si queremos un plan a prueba de bomba tenemos que comprar calidad crediticia, no vale cualquier cosa.

Es un plan de inversión a largo plazo y es a prueba de bomba porque tendremos bonos de alta calidad crediticia con muy buenos cupones. Y no nos va a importar que los bonos cambien de precio en el corto y medio plazo, porque nuestra inversión es a largo. Solo nos preocupa que los bonos paguen los cupones y que se amortice el principal. Así, ocurra lo que ocurra, en 10 o 15 años habremos obtenido como mínimo la rentabilidad del cupón.

Nadie se ha arruinado nunca por tener un 10% en renta variable y esa guinda de renta variable siempre ha servido para mejorar la rentabilidad del conjunto.

Si además utilizamos fondos de tercera generación, es decir ETFs (fondos cotizados), pagaremos comisiones bajísimas (en el entorno del 0,20% anual o menos). Pensemos que nos da totalmente igual la cuestión fiscal, ya que la idea es mantener la inversión hasta que nos jubilemos y entonces ir vendiendo, con lo cual nos da igual utilizar fondos de inversión tradicionales o ETFs. Y, si por ejemplo nos jubilamos dentro de 15 años y el ahorro es del 1,50 % anual (lo que nos ahorramos utilizando ETFs en lugar de fondos tradicionales) aumenta la rentabilidad del conjunto en un 22,5%. Eso sin contar la reinversión del ahorro (para no complicar el cálculo).

Finalmente y para poner la guinda a nuestro plan, añadiremos sal y pimienta a la receta, es decir, un 10% o un 15% en renta variable de primera calidad, aprovechando que también está muy barata tras este penúltimo mercado bajista. La estadística nos muestra que, en los últimos 20 años, tras una caída del 20% se obtiene una rentabilidad del 41% y del 71% en los tres y cinco años siguientes. Y no les quiero decir a 15 años vista.

Con esta adición, el plan seguirá siendo a prueba de bomba, puesto que nadie se ha arruinado nunca por tener un 10% en renta variable y esa guinda de renta variable siempre ha servido para mejorar la rentabilidad del conjunto. Un plan que habremos creado aprovechando un importante mercado bajista en renta variable y el mercado bajista más importante de la historia en la renta fija. Verde y con asas.

Se habla mucho de la caída de las bolsas, pero lo que realmente ha caído como nunca han sido los bonos, es decir, la mal llamada renta fija. O más bien mal explicada, porque una cosa es que el cupón o tipo de interés que paga un bono sea fijo - que lo es - y otra muy distinta que el precio del bono no fluctúe hasta su vencimiento.

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