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El declive de la banca privada tiene su origen en dejar de serlo
Si alguien pensaba que “los ricos” reciben asesoramiento financiero objetivo y libre de conflicto de interés, ya les digo yo que en banca privada hay muchos “huérfanos” de asesoramiento
El otro día, un cliente de banca privada me comentó que no había podido poner en práctica nuestro consejo de comprar letras del tesoro y bonos del Estado. Le dijimos que normalmente no deberían cobrarle más de un 0,15% de comisión en la compra de las letras y alrededor del 0,20% en la compra de los bonos. Y más siendo un cliente de banca privada, es decir, de los mejores del banco. Pero resulta que cuando fue a su banco -privado -, le dijeron que habían incrementado las tarifas y que ahora cobraban un 0,40% por la compra letras del tesoro y algo más por los bonos del Estado (no me acuerdo exactamente cuánto).
Como era un cliente importante, se sintieron obligados a darle una explicación “en petit comité” y “porque tenemos confianza”. Le dijeron que “al banco” no le “interesa” vender letras ni bonos, que lo que le “interesa” es colocar depósitos - con rentabilidad muy por debajo de letras y bonos- y fondos de renta fija a vencimiento (estos últimos son mucho más caros que comprar directamente un bono del Estado y en muchos casos no permiten aprovechar la plusvalía que puede producirse en los bonos si bajan los tipos de interés).
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Puedo llegar a entender que a un cliente minorista le planteen lo de “esto es lo que hay” - lo que no significa que me parezca bien -, pero … ¿planteárselo a un cliente de banca privada? ¿A un buen cliente de la casa, que está generando comisiones por muchos otros sitios? Y como no le “interesa” al banco, pues se le pone una tarifa prohibitiva para que abandone la idea y compre lo que le interesa al banco. Si esto no es un conflicto de interés ¿qué lo es?
Si alguien pensaba que “los ricos” reciben asesoramiento financiero objetivo y libre de conflicto de interés, ya les digo yo que en banca privada hay muchos “huérfanos” de asesoramiento. Sobre todo de asesoramiento objetivo e independiente, que, irónicamente, siempre fue uno de los valores fundamentales de la banca privada.
La regulación europea entiende por asesoramiento financiero independiente aquel en que el asesor no cobra comisiones de los productos que recomienda o coloca en las carteras de sus clientes. Así, se garantiza que siempre elegirá lo mejor para el cliente y que no se guiará por las comisiones que le paguen los fabricantes de productos financieros. Se avisa del conflicto de interés que pueda existir entre el planteamiento del asesor no independiente - maximizar obtención de comisiones por colocar producto – y el del cliente (tener el mejor producto para cada inversión y pagar en comisiones lo justo y necesario).
El ejemplo con el que hemos iniciado este artículo es solo uno más de los muchos que se producen todos los años, y que vemos reflejados constantemente en las carteras de clientes de alto patrimonio que vienen a pedir nuestra opinión: mayoría abrumadora de fondos de inversión “de la casa” - que dejan más comisión -, concentración de fondos de terceros en aquellos con los que la entidad tiene contratos que dejan mayores comisiones - lo que se define con el eufemismo de arquitectura “guiada”, en lugar de arquitectura abierta -, presencia de fondos garantizados que garantizan rentabilidades ínfimas pero comisiones muy altas - , acciones de la propia entidad financiera, etc., etc.
Así, no es de extrañar que en Suiza, el país que inventó la banca privada, se haya producido un incremento espectacular en el número de empresas de asesoramiento financiero con certificación de “independiente” por parte del regulador. Creadas en muchos casos por banqueros privados que entienden la banca privada como aquella cuyo único interés es defender los intereses del cliente. O que en el otro país que podría reclamar el honor de haber sido origen de la banca privada, el Reino Unido, la retrocesión de comisiones esté directamente prohibida para quien diga que ofrece asesoramiento financiero. Si hay comisiones, es distribución, no asesoramiento. Y lo mismo en un país con gran tradición financiera como Holanda.
Si hay comisiones, es distribución, no asesoramiento
Los problemas de entidades como Credit Suisse no empezaron ayer: empezaron hace mucho tiempo, cuando dejó de ser una entidad de banca privada. La verdadera banca privada es muy sólida, porque se limita a asesorar a sus clientes o gestionar sus carteras, sin entrar en actividades mucho más arriesgadas, que son las que han dado la puntilla al banco suizo.
En España hubo en su día algunas entidades de banca privada dignas de tal nombre (y alguna queda), pero rápidamente fueron identificadas como un “chollo” para colocar productos, así que hace mucho tiempo que dejaron de serlo.
Quitando el “cariñito”, la moqueta, las invitaciones a campeonatos de golf y las palmadas en la espalda, en la práctica sus clientes reciben más o menos el mismo trato económico que cualquier cliente minorista. No solo no reciben asesoramiento independiente certificado por la CNMV: se sorprenderían de ver cuántas utilizan participaciones para fondos de banca minorista en lugar de clases “limpias” (que precisamente se crearon para la banca privada y por eso se llaman participaciones de banca privada). Y se sorprenderían de ver la ausencia total de fondos indexados en sus carteras. O de fondos monetarios (porque dejan poca comisión, en ambos casos).
Lo más triste es que esos patrimonios – y mucho más pequeños - pueden acceder hoy en día a asesoramiento independiente y encima se ahorrarían dinero, puesto que hay empresas como la nuestra que, al no vivir de la retrocesión de comisiones, se pueden permitir el lujo de buscar la forma de que el cliente pague las menores comisiones posibles, sin perder por ello especialización o calidad en el asesoramiento. Y cuando se reducen las comisiones de una cartera de tamaño grande en un 30 %, el ahorro es espectacular (las comisiones de gestión se aplican al total del patrimonio invertido).
La crisis de la banca privada también está generando otro tipo de conflicto de interés. Pronto veremos como los pocos clientes que queden en Credit Suisse tendrán que pagar los "bonus" que habrá que dar a los banqueros privados para que se mantengan en la entidad. Lo llaman "sweetener" ("endulzador"). Y los dulces los van a pagar los clientes en forma de retrocesión de comisiones, que es la forma más sencilla, ya que no se ven. Y los que se han ido también pagarán más - aunque no lo vean -, porque las entidades a las que les han llevado han pagado un “bonus de bienvenida” muy abultado a sus banqueros privados para atraerlos, “bonus” que esperan recuperar en forma de retrocesión de comisiones de los productos que se coloquen a los clientes captados.
Pronto veremos como los pocos clientes que queden en Credit Suisse tendrán que pagar los "bonus"
Todo muy edificante ¿verdad? Que lejos está todo esto de los principios que guiaron la creación de la banca privada. No resulta nada extraño el cambio que se ha producido en Suiza y en otros países financieramente avanzados, donde los clientes están especialmente bien informados. O que caigan entidades que fueron bancos privados muy sólidos con marcas que parecían indestructibles.
El otro día, un cliente de banca privada me comentó que no había podido poner en práctica nuestro consejo de comprar letras del tesoro y bonos del Estado. Le dijimos que normalmente no deberían cobrarle más de un 0,15% de comisión en la compra de las letras y alrededor del 0,20% en la compra de los bonos. Y más siendo un cliente de banca privada, es decir, de los mejores del banco. Pero resulta que cuando fue a su banco -privado -, le dijeron que habían incrementado las tarifas y que ahora cobraban un 0,40% por la compra letras del tesoro y algo más por los bonos del Estado (no me acuerdo exactamente cuánto).
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