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Telón de Fondo
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¿Qué es mejor, ETFs o fondos de inversión tradicionales?
Si invierten a través de una sociedad, los fondos de inversión tradicionales deberían ser la excepción y los ETF la regla
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Si invierten a través de una sociedad, los fondos de inversión tradicionales deberían ser la excepción y los ETF la regla. Si es Ud. una persona física, la cosa cambia. Pero no por una cuestión económica, sino por una cuestión psicológico-fiscal.
Un ETF es un fondo de inversión de tercera generación. Se compra y se vende en minutos, mientras que traspasar dinero de un fondo tradicional a otro lleva días. El ETF es mucho más barato (salvo si se invierte en pequeños importes) y permite ajustar mucho más el tiro a la hora de invertir. Y en EE.UU. ya hay ETFs de gestión activa, con lo cual en esas ocasiones en las que es importante el gestor - o el estilo de gestión -, también se pueden utilizar ETFs.
Todo lo anterior explica por qué se están haciendo con el mercado. En EE.UU. el volumen invertido en ETF y fondos indexados ya supone más de la mitad de toda la inversión colectiva. Y sigue creciendo.
Vaya por delante que, como asesores independientes que somos, no tenemos ningún interés en fomentar el uso de ETF frente a los fondos de inversión tradicionales o viceversa. En Nextep hemos renunciado a cobrar comisiones de los productos que recomendamos - o de cualquier entidad financiera – para así trabajar solo para el cliente. Pero qué duda cabe que, si dejamos aparte la cuestión fiscal, el único motivo para usar fondos de inversión tradicionales es contar con la gestión activa de los – pocos - gestores que realmente la realizan, la rentabilizan y no se limitan a copiar un índice (y cobrar como si fueran Warren Buffett).
Vaya por delante que, como asesores independientes que somos, no tenemos ningún interés en fomentar el uso de ETF
En España los ETF tienen un peso testimonial. El motivo es que bancos y sociedades de valores no tienen ningún interés en cambiar un modelo que les permite cobrar una comisión de gestión superior al 1,50% sin hacer prácticamente nada. Salvo, insisto, honrosas excepciones. Además, han contado con la ayuda del Estado, que ha establecido que "los ETF no son fondos de inversión". Habría que incluir "en España", porque los ETF son fondos de inversión en el mundo entero ("Exchange Traded Funds" o "fondos cotizados". Y como "no son fondos de inversión" (sic) no se pueden beneficiar de las ventajas fiscales que tienen los fondos tradicionales. Una buena barrera de entrada.
Pese a todo, los inversores particulares empiezan a darse cuenta de que, incluso con esa desventaja fiscal, tener parte de su patrimonio en ETFs puede ser muy rentable.
En primer lugar, porque permiten invertir en activos, sectores y países en los que no se puede invertir utilizando fondos tradicionales. No hay demasiados fondos puramente sectoriales, mientras que los ETF nacieron precisamente como fondos sectoriales, aunque ahora haya ETFs enormes indexados a grandes índices.
Lo de poder invertir en sectores y subsectores concretos es muy importante. Una de las formas más sencillas y eficientes de superar la rentabilidad de los grandes índices es hacer apuestas sectoriales. Es mucho más fácil acertar con un sector que supere al índice grande que con un fondo concreto. Y los sectores suelen generar una diferencia de rentabilidad muy superior. A la hora de centrarse en determinados sectores, los ETF llegan mucho más lejos que cualquier fondo de inversión tradicional, que suele estar muy diversificado.
Otro gran atractivo de los ETF es que permiten cubrirse rápidamente ante el riesgo de caída bursátil. En el mercado un cambio de tendencia puede ser lento o rápido. Cuando el cambio de tendencia se “cuece”, como ocurrió en 2022 (sube la inflación, Rusia invade Ucrania,..), se puede rotar la cartera de fondos tradicionales a tiempo, es decir, en unos días. Pero ante un evento que se produce en horas, con fondos de inversión tradicionales no hay tiempo para actuar. Con ETF sí.
Y no acaba ahí la cosa. Antiguamente, los "traders" profesionales eran los únicos que tenían acceso a productos derivados para ponerse "cortos", es decir, ganar cuando caía el precio de un activo, sector o país. Esto les servía no solo para ganar dinero, sino para “cubrir” sus carteras en periodos bajistas sin necesidad de deshacer todas sus posiciones. En otras palabras: podían amortiguar el efecto de las caídas, algo muy útil cuando son tendencias bajitas de corto o medio plazo.
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Para acabar, la respuesta a la pregunta del millón que hacen los inversores: ¿qué parte del patrimonio financiero tener en ETF y qué parte en fondos tradicionales?. La respuesta es sencilla: depende de su sensibilidad hacia la cuestión fiscal.
Si invierte a través de una sociedad va a tener que declarar las plusvalías de sus fondos aunque no las haya realizado, por lo que la regla sería 70% en ETF y 30% en fondos tradicionales. Estos últimos para poder trabajar con fondos de gestión activa capaces de mejorar la rentabilidad de los índices de referencia. Y digo 30% en lugar de 20 % porque en España se puede acceder a clases limpias de fondos de inversión tradicionales, que, siendo más caras que los ETF, tampoco lo son mucho (y mucho menos que las participaciones normales)
Por el contrario, un inversor particular deberá plantearse 80% en fondos tradicionales - utilizando obviamente clases limpias, donde se va a ahorrar mucho dinero- y 20% en ETF (para poder "salir" rápido o para invertir "contra" los índices si tiene el perfil adecuado para hacerlo). Ese 80% en realidad lo mantendríamos sobre todo por tener fondos de gestión activa y por una cuestión puramente psicológica: al final los impuestos se acaban pagando, pero qué duda cabe que diferirlos y periodificarlos sienta mejor que pagar todos los años.
Si invierten a través de una sociedad, los fondos de inversión tradicionales deberían ser la excepción y los ETF la regla. Si es Ud. una persona física, la cosa cambia. Pero no por una cuestión económica, sino por una cuestión psicológico-fiscal.